El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Rivero, en su propia maraña
Nadie esperaba de Paulino Rivero un discurso brillante e ilusionante en el debate del Estado de la Nacionalidad que empezó este lunes en el Parlamento de Canarias. No es un presidente que encandile ni que entusiasme, y hasta él lo sabe de sobra. Pero lamentablemente se está convirtiendo también en un presidente muy poco creíble: sus declaraciones de intenciones no se corresponden casi nunca con sus actos, ni sus anuncios con realidades tangibles, ni siquiera un año después de pronunciados. Su discurso de casi hora y media tuvo algunas palpables muestras de que esta autonomía hace aguas (atlánticas, eso sí) por todas partes y que el Gobierno no está para taponar las grietas. Como estaba previsto, desde el minuto uno, Paulino Rivero invocó al enemigo exterior para justificar las carencias del Ejecutivo que preside, y desde el minuto uno habló de la deuda histórica del Estado. Previsible como siempre; poco convincente, como siempre.
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