No es la primera vez que nuestro admirado Blas Acosta, el ala sur del pacto de la avioneta, se topa con cosas mundanas. En el pasado ya fue denunciado por sus vecinos por exceso de edificabilidad de su vivienda de Valles de Ortega, por levantar un muro más alto de lo autorizado, por no retranquearse respecto al camino público, por ocupar un estanque que no era suyo, por la diferencia detectada entre el proyecto de su casa y lo ejecutado, por iniciar las obras sin licencia... todo ello recogido y documentado en voluminosos expedientes en la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural. En el caso que hoy nos ocupa, el de un expediente en el Consejo Insular de Aguas, Acosta alega haber pedido permiso a tal organismo en 2006, cuando el gerente era Octavio Santana, hijo de Eustaquio Santana Gil, uno de sus protectores. Por entonces, Blas creía que el silencio administrativo era orégano en el monte, y para ello obtuvo tal respuesta, con la que tiró p'alante.