Bajo el sugerente título de “Jueces al desnudo”, Mederos soltó el sábado las siguientes gracias (la ausencia de comas coincide con en el original): “Los de derechas, a la derecha; los de izquierdas a la izquierda. Más a la derecha los que tengan problemas con la con la justicia. Más a la izquierda los (o las) que tengan separaciones judiciales; más a la izquierda los que salieron huyendo de sus juzgados para evitar denuncias. Más a la izquierda los que estén casados o emparejados con condenados o investigados por la Justicia. En otra fila a la izquierda los que tengan problemas con el alcohol, los que posan para la prensa y a los que les gusta el pernil. En otra fila a la derecha, y otra similar a la izquierda, los que tienen amigos empresarios, los que pernoctan gratis en hoteles de lujo, los que secretamente han prevaricado con sus sentencias, los que tienen amantes y a los que les gusta el lacón con grelos. En otra fila a la izquierda los que a pesar de las incompatibilidades dan conferencias y clases clandestinas que nadie controla”. Una cosa es criticar la tarea pública de estos funcionarios y otra bien distinta meterse en su vida privada y avisarles de que la conocen al dedillo. El siguiente paso es amenazarles con aventar sus debilidades si les viene bien en el momento procesal oportuno.