El debate más agrio suscitado estos dos meses tras la apertura de la crisis sísmica en El Hierro ha tenido como protagonistas a dos científicos expertos en volcanes de Canarias, dos visiones distintas de la misma realidad, pasadas cada una por un tamiz diferente, según el organismo protector. Juan Carlos Carracedo avala al Instituto Geográfico Nacional (IGN); Nemesio Pérez, el fortalecimiento de una red canaria de vigilancia vulcanológica cuya existencia y dependencia local está bloqueada por la Administración General del Estado a pesar de haber acuerdos parlamentarios añejos. La estructura principal del IGN está en Madrid, lo que no se entiende siendo Canarias la única región española con actividad volcánica. Desde 2004, cuando un decreto de Fomento alejó la vigilancia vulcanológica de las Islas para centralizarla en Madrid y mantener una estructura de quince funcionarios, Nemesio Pérez y el Cabildo de Tenerife se desgañitan reclamando su traslado a las islas. Esa es la sociedad anónima de la que habla Juan Carlos Carracedo, un Instituto Canario de Vulcanología dependiente del ITER que cuenta con un escuálido presupuesto de 50.000 euros que no alcanza ni para hacer una página web o para pagarle los bocatas a los científicos que echan horas y horas estudiando los volcanes canarios haya o no haya crisis sísmica. Y llegados a El Hierro, el IGN se hace con el control científico de la situación, decreta el nivel 3, luego el 4; despliega por primera vez medidores de gases antes nunca traídos a Canarias. La gente de Nemesio Pérez se incomoda: alguien quiere salvar su trasero y eleva los colores del semáforo en evitación de cualquier eventualidad. En proporción, ahora habría que estar en rojo. ¿Quién ha exagerado? ¿Quién ha alarmado? La directora del IGN ha culpado a los medios informativos. Hablan de Hawaii, pero nada que ver.