El panorama de algunos ayuntamientos canarios es verdaderamente desolador. Los que no están recuperándose de años de saqueo (caso de Telde y Las Palmas de Gran Canaria), están paralizados por investigaciones judiciales y por la ineptitud de sus gobernantes (caso de San Bartolomé de Tirajana). Luego están los que habitualmente dormitan a la espera de que lleguen las elecciones para presenciar prodigiosos asfaltados de calles, y los que tratan de sacar la cabeza con precaución, no les vaya a caer una capoteada. En este último grupo podríamos encuadrar al Ayuntamiento de Santa Brígida, dirigido por un alcalde con demasiadas ganas y demasiados problemas encima. No sabemos si son esos problemas, haberse encontrado con Amalia Bosch de alcaldesa en funciones o el muy extendido síndrome postvacacional, pero el caso cierto es que la secretaria general del Ayuntamiento, Katiuska Hernández, se reincorporó este lunes al trabajo y, sin haber soltado el bolso, salió corriendo para el centro de salud. Tiene una baja por depresión.