Dice Cardona que, pese a las críticas, algunas más ácidas que otras, la contratación de su cuñada como gerente del Servicio Municipal de Limpieza será, “a la larga, la apuesta más segura. Mi objetivo es que la ciudad esté limpia”. Nada que objetar a tan contundente motivación porque, pese a que se la pueda criticar por mala gestora, de lo que no cabe duda es de que la señora Reyes es persona aseadita y con una buena educación en materia de urbanidad, lo que le impedirá tirar un papel a la calle. Pero también tenemos que poner en entredicho otra de las razones esgrimidas por Cardona para contratar a su cuñada: lo bien que se lleva con la concejala del área de Limpieza, Carmen Guerra. O sea, que sin que nadie se enterara, en el concurso que no se celebró se puntuaba de manera especial tener sintonía con la señora Guerra, no fuera a ser que cualquier encontronazo acabara con la ciudad hecha una piltrafa. Siendo así como dice que es el señor alcalde, ¿por qué la señora Guerra se negó a firmar el nombramiento de Cristina Reyes y, con toda la retranca del mundo, remitió el acuerdo del consejo de administración a la alcaldía para que desde allí lo hiciera la alcaldesa en funciones, Mari Carmen Hernández Bento? Por experiencia propia, Juan José Cardona debe saber que lo que mal empieza mal acaba, y poner a su cuñada como gerente de un área de la que no tiene ni pajolera idea le va a acarrear muchos disgustos al primer contratiempo que tenga la limpieza de la ciudad. Pero si él dice que lo ha meditado, suponemos que todo esto lo habrá tenido en cuenta. Así que, deseamos mucha suerte a la señora Reyes. Y a su cuñado también.