La segunda querella que el Zorro Plateado interpuso contra Josefina Navarrete tenía aparentemente más enjundia. Relataba unos hechos que llevaban al abogado de Suárez Gil a concluir que la ex esposa del Zorro y el letrado de ésta, Ignacio Nestares, habían cometido un presunto delito de extorsión. Sonaba linda la querella, porque su instrucción hubiera podido contribuir a alumbrar algunas cuestiones verdaderamente interesantes de la vida económico-empresarial de este saltimbanqui armado hasta los dientes, como la compra-venta de un hermoso solar junto al centro comercial La Ballena, lo que pasó con una nave de Jinámar, las idas y venidas de acciones que no se declaraban al fisco o los pagos con dineros de la Cámara de Comercio a periodistas sometidos a la causa... Pero nuestro gozo en un pozo. Por auto de fecha 18 de abril, el mismo magistrado ha acordado el archivo de esas diligencias, de las que no existe la menor tramitación porque el querellante, don Zorro, ni siquiera se ratificó en sus duras acusaciones. Alegó su abogado que tenía que pedir la venia al decano de su colegio profesional para actuar contra un colega. Pero ni se hizo esa gestión ni acudió nadie al juzgado a darle un empujoncito a la cosa. ¿Habrá despliegue mediático para informar de estas contingencias? Ya les adelantamos que no.