La cámara que se instaló en el cuarto del café fue reclamada por el jefe del departamento del que depende directamente la empleada denunciante. Ésta explicó al jefe que estaba siendo acosada y sometida a violaciones constantes por el vigilante de seguridad, con el que había mantenido una larga relación sentimental que ella había dado por concluida. El denunciado, sin embargo, y siempre según la versión de la denunciante, no aceptaba la ruptura y la amenazaba con contarlo todo a su esposo si no se prestaba a sus peticiones sexuales. Así las cosas y para poder acopiar pruebas, el jefe de negociado ordenó a Seguridad Integral Canaria colocar una cámara de vigilancia en el habitáculo donde la denunciante decía que se producían las supuestas violaciones. El éxito de la cámara fue inmediato porque el primer día de su colocación se grabó la prueba necesaria para acudir a los juzgados.