No anda lo que se dice de enhorabuena el Ayuntamiento de Santa Brígida, al que se le acumulan los contratiempos endógenos y exógenos, buscados y sobrevenidos, vulgares y exóticos. Es buscado, exógeno y vulgar el revolcón que se ha vuelto a dar con el famoso centro comercial plantificado en el centro del casco de la villa, que la Justicia sitúa al borde de la piqueta. Lo llaman “el mamotreto”, un término que la ciudadanía ha abrazado en otros enclaves del Archipiélago ante edificaciones meteóricas cargadas de sospechas y olor a tongo. En el capítulo de contratiempos endógenos-exóticos y buscados podemos encuadrar lo que le viene ocurriendo desde hace un tiempo al alcalde satauteño, Lucas Bravo de Laguna, con la concejal de su partido, el PP, Guadalupe del Río, echada al monte tras una larga serie de desencuentros políticos, organizativos y hasta sexistas, para que no faltara de nada. La dama, que es de armas tomar, ha abandonado la disciplina del PP pero no el acta de concejal, y desde ese puesto tan jeringón no ha parado de tocar las castañuelas al equipo de gobierno, formado por sus ex y Los Verdes de Amalia Bosch y Toñín Ramírez. Las tensiones han obligado a intervenir a la secretaria general de la institución.