Y decimos que de nada nos importa que el alcalde en cuestión ya haya superado todos los récords registrados en Canarias de haber sintonizado con al menos tres funcionarias de su Ayuntamiento, en un caso con boda fijada y ramo comprado, y en otro hasta con boda y churumbeles. Lo que nos preocupa realmente es que esté confundiendo el rábano (perdón) con las hojas al fichar como asesora-abogada del consistorio a su última conquista, y pagarle por tales menesteres (lo de letrada-asesora) la nada despreciable cantidad de 42.000 euros al año. Ya está tardando la oposición en reclamar a tan bravo alcalde el currículo de la dama, la experiencia que atesora en puestos similares (de letrada, se entiende) y en qué lugar se enamoró de él, esto último para la sección de corazón, claro.