Dice Serrat en una de sus muchas y celebradas canciones que cada uno es como es y baja las escaleras como quiere. El Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, un club de fútbol humilde pero con pretensiones, demostró este domingo su dramática falta de oficio. No basta con saber jugar bien a la pelota; no basta con tener una directiva influyente y bien relacionada; no basta con ganar todos los partidos hasta llegar a la fase de clasificación. Además de todo esto hay que saber perder y reconocer las derrotas con deportividad y civismo. Lo que pudimos ver este domingo en los campos de La Ballena, en el Alfonso Silva, debería avergonzar al Universidad, a la entidad que da nombre a este equipo, a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y al deporte en su conjunto. Unos jugadores repartiendo piñas ante su impotencia para meter goles es la peor imagen que puede dar un club de fútbol.