La dichosa rutina nos come a todos, empezando por los que nos dedicamos cada día a contar historias. Publicamos las cosas que pasan por estos andurriales sin detenernos suficientemente en el móvil, los antecedentes y, especialmente, en las motivaciones humanas, razón primera y última la mayoría de las cosas. En Ingenio se armó esta semana a cuenta de la decisión municipal de no tocar un dique construido en su momento para guarecer un poco la playa. Los detractores de la obra dicen que no es necesario después de haber retirado la arena puesta allí con calzador. Los defensores argumentan que no quieren saber nada de obras y que el dique, al fin y al cabo, está siendo usado para juegos y pesca hasta el punto que da gusto verlo. Pero si uno se pone a observar los que conforman los dos bandos enfrentados, llega a conclusiones sabrosas. Y no se crean que todo empezó ayer por la tarde.