Qué mala suerte tiene Santa Cruz de Tenerife con su Ayuntamiento, gobernado -todo hay que decirlo- por los responsables políticos que el pueblo chicharrero puso ahí para gestionar lo público de otra manera distinta a la que lo viene haciendo. No hay gran acontecimiento de los que parten de ese consistorio que no aparezca empañado por alguna trapisonda, un escándalo de mayor o menor cuantía o un enfrentamiento entre partidos o entre miembros del mismo partido. Que si el mamotreto de Las Teresitas, que si el Plan General, que si el Parque Marítimo, que si Ángel Llanos, que si Manolín Fernández, que si Nacho, Luz o Parejo... todo en esta legislatura ha sido de un continuo infarto. A esa sucesión impagable de escándalos se ha sumado el viario de Santos, adjudicado en los minutos basura, que se dice en el deporte de élite. Porque a la élite hay que pertenecer para justificar que el proyecto que dio lugar a esa emblemática obra no tenga encaje alguno en el actual y vigente Plan General de Ordenación Urbana, un trazado diseñado por los arquitectos redactores del Plan General en tramitación, el famoso documento de los fuera de ordenación, categoría en la que hay que encuadrar este dichoso viario. Ahora dirá don Pepito que los del no a todo se quieren cargar -por ilegal- esta preciosidad urbana de su Zerolo del alma.