El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
¿Womad? Tres tazas
Toda la isla de Fuerteventura apenas supera los 100.000 habitantes, y el municipio de Tuineje, donde se encuentra Gran Tarajal, tiene un poco más de 12.000. Por lo tanto, pretender que el Womad de Fuerteventura, celebrado con un rutilante éxito este fin de semana, pudiera atraer al mismo número de personas que el frustrado por el PP en Las Palmas de Gran Canaria, escapa a cualquier lógica. Y no sólo por la proporción poblacional, dato absolutamente definitivo, sino también por dos razones de mucho peso: el escaso tiempo con el que el Cabildo y la organización contaron para poder divulgar esta primera edición majorera, además las naturales reticencias propias de un acontecimiento nuevo. Pero cualquiera que haya tenido la oportunidad de acercarse a Gran Tarajal se marchó de allí con una gratísima impresión. El pueblo de Gran Tarajal y el pueblo majorero en general han acogido con mucha ilusión el que hasta la fecha es el mayor festival jamás celebrado en la isla, y lo mejor, lo ha hecho suyo con una pasión propia de quien está seguro de que Womad y Fuerteventura han sellado una relación íntima de ésas que no se pueden plasmar en un contrato al uso. La coincidencia de formato y filosofía encajaron a la perfección en la playa y en el paseo de Gran Tarajal, que vivió cuatro días, desde el jueves hasta el domingo, de auténtico jolgorio y fiesta. Unas infraestructuras espléndidas (auditorio, recinto ferial, casa de la cultura, oficina del Cabildo y puesto estable de Cruz Roja y Protección Civil), una avenida amplia y una planta de restauración muy variada, hacen de Gran Tarajal un lugar ideal para un festival como este. El resto lo pusieron Womad, el Ayuntamiento y el Cabildo: un cartel magnífico de 22 artistas, talleres para niños y adultos, mercadillo global y zona de ventorrillos convirtieron el barrio en un foco de diversión y de actividad económica de indiscutible éxito.
No a las petroleras, hit del Womad
La celebración del Womad en Gran Tarajal, que la noche del sábado congregó a más de 18.000 personas, llevó aparejado también un clamor: el de no a las petroleras, y más en concreto, el de la negativa a las prospecciones que la compañía Repsol acometerá esta misma semana que ahora empieza en aguas muy cercanas a la playa donde se asentaron dos de los tres escenarios del festival. La mayoría de las bandas que actuaron se solidarizaron con el pueblo majorero, altamente sensibilizado con la cuestión, y profirieron consignas en contra de los sondeos y del menosprecio con que el Gobierno de España castiga a canarias, particularmente a Lanzarote y Fuerteventura. El sentimiento de rechazo es enorme, y bastaba para comprobarlo con escuchar las reacciones del público cuando se lanzaba alguna referencia. El Cabildo, además, aprovechó la coyuntura para realizar acciones muy concretas, como fue la suelta de grandes sopladeras blancas que llevaban impresa la mano negra que simboliza la mancha que podría dejar en las playas de la isla cualquier escape que pueda producirse por los sondeos. Es evidente que los destinatarios de todas las consignas, las sopladeras, los gritos y los aplausos no era sólo Repsol, claro beneficiario de los favores del Gobierno de Rajoy, sino el Partido Popular, que con este festival se llevaba tres cachetones. El primero, sin duda, haberlo perdido para Las Palmas de Gran Canaria por decisión irreductible de su alcalde, Juan José Cardona, del mismo partido que Rajoy. Las redes sociales se encargaron nuevamente esta semana de recordar la afrenta que supone que otra isla se lo haya levantado a Gran Canaria por esta miopía que más tiene que ver con la política sectaria que con la excusa presupuestaria. Pero, tras perderlo para la capital grancanaria, el PP entregó en manos de Mario Cabrera, uno de los activistas más combativos contra las prospecciones, un festival que enraíza en sus principios con las energías renovables y, por lo tanto, con la filosofía que se defiende desde la mayoría gobernante en el Cabildo de la isla. Es la segunda taza que se ha tenido que tragar el Partido Popular por su perreta estúpida.
Un “mini Womad”, clama Águeda Montelongo
Una de las espectadoras más atentas que se pudieron ver este fin de semana en Gran Tarajal fue la secretaria segunda del Parlamento y portavoz del PP en el Cabildo de Fuerteventura, Águeda Montelondo. Días antes de que diera comienzo el festival giró lo que ella dio en llamar “una visita técnica” a la zona en la que se ultimaban los preparativos, no se sabe muy bien si para fiscalizar que todos los trabajadores contratados estuvieran dados de alta en la Seguridad Social o si para pedir algún contrato firmado por Willy García para colocar las dos pantallas gigantes instaladas sobre la arena. Nadie le hizo puñetero caso, como es menester, entre otras cosas porque la tarea fiscalizadora a la que está obligada una diputada o una consejera insular debe ejercerse en el lugar adecuado, y no con cámaras de televisión para terminar concluyendo que aquello que había contratado Fuerteventura es “un mini Womad”, como se atrevió a proclamar. El caso es que la señora Montelongo no se perdió ni una sola noche de festival, haciendo bueno su éxito y comprobando una a una todas las actividades desplegadas estos tres días. Tendrá muy difícil sostener que es un mini Womad después de que su partido lo redujera en 2011 a tan escuálida expresión que supuso su muerte. Si realmente su fiscalización fuera técnica, descubrirá que se puede hacer una inversión cultural más que razonable (lo mismo que cuesta un Womad en Cáceres, donde gobierna el PP, con el lógico incremento de billetes aéreos) con un retorno social, cultural y económico indiscutible. Sigue siendo, no obstante, muy enojoso que quien ponga en duda cualquier inversión en Fuerteventura sea quien ha de comparecer el próximo miércoles en el TSJC en calidad de imputada para responder por sus excesos en el caso Patronato, el saqueo a las arcas del Cabildo de Fuerteventura para invitar a altos cargos del PP a darse homenajes en la isla.
Un Cardomad en lugar del Womad
Para contrarrestar los efectos devastadores que en un amplio círculo de ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria tiene la pérdida de este festival que consideraba inamovible y suyo, el alcalde Juan José Cardona ha contraprogramado para final de mes con lo que ya se ha bautizado socarronamente como un Cardomad. Se trata de un festival que, bajo el aspecto de bienintencionado, pretende suplantar al Womad con una fórmula de promoción de bandas autóctonas entre las que, por supuesto, no se encuentran las que hayan tenido o tengan que ver con el festival que fundara hace más de treinta años Peter Gabriel o con la directora para España, Dania Dévora. Dicen las crónicas que costará 160.000 euros y que como cabeza de cartel figura el violinista Ara Malikian, cuyo concierto se ofrecerá en el teatro Pérez Galdós previo paso por taquilla. Nada que oponer a una iniciativa cultura, sea cual sea su contenido, pero resulta llamativo que se haga en contraposición a un acuerdo unánime del Ayuntamiento, alcanzado en junio pasado, por el que se decidió recuperar el Womad para la ciudad. Nadie desde la institución hizo el menor gesto por ejecutar ese acuerdo, y hasta la concejala de Cultura, Isabel García Bolta, ha quedaro relegada del Cardomad como prueba evidente de que los aires no soplan a su favor. A Bolta hay que reconocerle, al menos, que durante el mandato de Pepa Luzardo como alcaldesa, mantuviera el festival Womad en contra del criterio generalizado de los mandarines de su partido, que como se ve, prefieren otras cosas.
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