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Plásticos en Canarias: la curiosa 'migración' trasatlántica de las licencias de pesca de langosta

Microplásticos en Playa Grande, en Arico, Tenerife.

Efe

7 de febrero de 2024 10:52 h

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La basura que arrastra el océano hasta las playas a veces tiene denominación de origen, un DNI tan claro que no solo permite averiguar de dónde salió, sino que demuestra que el Atlántico es un pañuelo, que un plástico que cae al mar en Terranova puede aflorar en Lanzarote en apenas dos años.

A los investigadores de las universidades de Azores y Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) que documentan la llegada de plásticos a ambos archipiélagos y rastrean su deriva por el océano hace tiempo que les llamaba la atención la cantidad de tiras de plástico con códigos de cifras y letras que encuentran todos los años en la costa de La Graciosa, Fuerteventura, Pico o Faial, entre otras islas.

Averiguar qué eran no resultó difícil. Bastaron unas pocas búsquedas para determinar que se trataba de etiquetas para nasas de langosta de pescadores de Quebec, Terranova o Nueva Escocia (Canadá) y Maine, Rhode Island y Massachusetts (Estados Unidos).

Y profundizar un poco más reveló que esas etiquetas no solo identifican al pescador al que pertenece la licencia, sino que además precisan el caladero concreto al que corresponden y, en el caso de Estados Unidos, también el año en el que fueron fondeadas las nasas, según detallan Marcos Cividanes, Borja Aguiar, May Gómez y Alicia Herrera en la revista Marine Pollution Bulletin.

Para los investigadores del equipo Okeanos de la Universidad de Azores y de Instituto de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos de la ULPGC esa información es un tesoro, ya que da otra dimensión a las 662 etiquetas de ese tipo que han recogido en los dos archipiélagos desde 1996, a veces más de 30 al año.

La mayor parte corresponden Azores (curiosamente, su presencia en Madeira es casi testimonial), pero también hay puntos de Canarias donde llegan todos los años: 35 se han recogido en el suroeste de Fuerteventura, 32 en La Graciosa, 23 en el islote de Alegranza, doce en Lanzarote... solo en El Hierro y La Gomera no han aparecido.

¿Qué tienen de interesante? Pues que se han recogido tantas, durante tanto tiempo y con tanta información (punto y fecha de origen en Norteamérica y lugar y año de llegada a los archipiélagos de la Macaronesia) que con ellas se pueden esbozar modelos que ayuden a comprender mejor las rutas que sigue la basura de plástico en su deriva por el océano y, de esa forma, completar el conocimiento de las corrientes que componen el gran giro del Atlántico Norte.

La primera conclusión fue inmediata: un trozo de plástico liberado al océano en la costa este de los EEUU o Canadá tarda un año o menos en llegar a Azores y en dos años escasos puede aparecer en Canarias.

Entre las 662 tiras de plástico que componen este estudio, el 'podio' de velocidad trasatlántica corresponde a una etiqueta de Massachussetts que llegó a la isla de Pico en el mismo año de su fondeo (2022), otra de Rodhe Island que apareció en Faial al cabo de un año (2020-2021) y una tercera que cruzó el océano desde Maine hasta la playa de Cofete, en Fuerteventura, en dos años (2018-2020).

Las dos universidades han realizado además con estas etiquetas simulaciones de ordenador que permiten ver en detalle la ruta que siguen y comprender que solo llega a Azores y Canarias una muy pequeña parte de las que se sueltan cada año de las nasas.

“De toda la basura que recogemos en la costa, es la única que nos sirve para algo”, bromea Alicia Herrera, de la ULPGC, antes de apuntar una reflexión: “Son tantas las que se pierden en el océano cada año, que ya hace tiempo que alguien debería haber pensado en fabricarlas con materiales biodegradables, al menos”.

De las regiones originales de pesca navegan hacia el sureste con la corriente de Labrador, hasta que desembocan en el gran 'río' interior que empuja las aguas del Caribe hacia el Ártico, la corriente del Golfo. Y, en ella, una pequeña parte entra en contacto con la corriente de Azores, que las transporta más hacia el este.

Finalmente, una pequeña porción final es atrapada por la corriente de Portugal, que las propulsa todos esos restos de plástico hacia la corriente de Canarias, su autopista hacia las islas y África.

Las universidades que han promovido este estudio siguen pendientes del rastro de estas etiquetas para mejorar el conocimiento de las dinámicas oceánicas e invitan a todo ciudadano que encuentre una en la costa a que les ayude rellenando un sencillo formulario en internet, en https://ofyga.ulpgc.es/es/citizen-science-tags. 

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