'Atila. El juicio final', el desenlace de la trilogía sobre el villano “más famoso y misterioso de la historia”
MADRID, 30 (EUROPA PRESS)
El escritor William Napier, pseudónimo de Christoper Hart (Lancashire, 1965), culmina su trilogía sobre el villano “más famoso y misterioso de la historia” con 'Atila. El juicio final' (La Esfera de los Libros). Después de 'El fin del mundo vendrá del Este' (2007) y 'Los hunos a las puertas de Roma' (2007), el novelista describe la batalla final entre el Imperio Romano y el temible ejército de guerreros del carismático Atila.
“Atila es uno de los personajes del que todo el mundo ha oído hablar pero del que no se sabe gran cosa”, resaltó hoy Napier, en una entrevista con Europa Press. El autor reconoció que lo que más le atrajo de este personaje fue “el mito en que se ha convertido, mezcla de misterio y de un carisma que los propios romanos se encargaron de construir”.
“De hecho --puntualizó-- fueron los romanos quienes le pusieron el nombre de Atila y quienes le apodaron 'el Azote de Dios'”. También fueron ellos los que afirmaron que por donde él pasaba no crecía la hierba, “algo que a Atila no le disgustaba porque hacía crecer su imagen de hombre imparable y despiadado”.
'Atila. El juicio final' sitúa al lector en el año 449 d. C., donde el ejército de los hunos se encuentra reunido al otro lado del Danubio, preparado para atacar a un Imperio Romano, ya muy debilitado.
Sólo el general Cayo Flavio Aecio percibe el peligro inminente de Atila y sus antiguos captores. Sin la ayuda necesaria, la horda arrasará la débil frontera, masacrando todas las guarniciones que encuentra a su paso. Atila planea una estrategia que le llevará a las puertas de Roma. Pero antes deberá valorar si el ataque a la ciudad más poderosa del mundo no es una apuesta demasiado ambiciosa.
ATILA, UN HOMBRE COMPLEJO
Para el novelista, Atila era un hombre “más complejo de lo que se cree y no un simple demonio”. “Fue un gran negociador, un hombre que utilizó el terror como arma pero también una persona muy paciente, ya que esperó más de 20 años planeando el asalto final a Roma”. Aunque fue un personaje “capaz de llevar a cabo los actos más despiadados”, Naiper aseguró que Atila “no cometió ninguna atrocidad que los romanos tampoco llevasen a cabo”.
Napier indicó que este libro es “el más histórico de los tres” donde se narra el Apocalipsis, la lucha cara a cara entre el Imperio Romano y una serie de tribus unidas bajo la personalidad de culto de Atila, “en una batalla final donde todos perdieron”.
El escritor resaltó que la recreación de estas batallas, “mitad documentación, mitad ficción”, las ha ido construyendo “como escenas cinematográficas”. De hecho, resaltó que le gustaría mucho que esta saga acabase adaptada para la gran pantalla, con un actor a lo Charles Bronson, “que no use mucha crema hidratante”, en el papel de Atila.
DESEOS DE CONQUISTA
El autor destacó que Atila nunca tuvo afán por instaurar una nueva cultura ya que “se movía por el deseo de conquistar, tanto en el campo de batalla, como en su vida personal”, tal y como lo demuestran las “innumerables mujeres que llegó a tener”.
“De hecho, tras su muerte, no dejó nada perdurable: ni una lengua, ni religión, ni unificación alguna de las tribus nómadas que lucharon junto a él”. En este sentido, Napier reivindicó la figura del general Aecio que, en su opinión, ha sido “muy maltratada e ignorada” por la historia, pero que ofreció “un gran servicio a Roma” tratando de detener a Atila. “Aecio es el contrapunto a Atila: los dos son personajes parecidos que tal vez en otro mundo pudiesen haber sido grandes aliados”, puntualizó.
El también autor de la novela 'Julia: de Hispania a Londinium' (Edhasa, 2004), una reconstrucción imaginaria de la vida de una joven en la Britania del siglo IV, adelantó que se encuentra trabajando en una próxima novela que tendrá como telón de fondo la Europa amenazada por el Imperio Otomano en el siglo XVI.
“Me fascina el desastre y el caos a la hora de escribir y esta época es el nacimiento de un conflicto entre la cultura occidental y el Islam que, tristemente llega hasta nuestros días”, concluyó.