'La casa de Bernarda Alba' denuncia en el Teatro Cuyás la intolerancia contra la mujer
La actriz y directora Amelia Ochandiano asegura, sin lugar a dudas, que La casa de Bernarda Alba es uno de los cinco grandes clásicos de la dramaturgia española del siglo XX. Escrita en 1936, tuvo que estrenarse primero en 1945 en Buenos Aires, ya que estuvo prohibida por la dictadura en España, en donde hasta que no murió Franco, no pudo representarse.
El montaje llegará al Teatro Cuyás los días 13, 14 y 15 de abril, con un reparto integrado sólo por mujeres, como no podía ser de otra manera en este retrato de la España profunda, que Lorca definió como “un drama de mujeres”. Diez actrices interpretan a las órdenes de Amelia Ochandiano esta asfixiante historia de celos y represión, producida por la compañía Teatro de la Danza, cuyo elenco encabezan las veteranas María Galiana y Margarita Lozano.
La directora y actriz ha realizado una adaptación fiel y sin adornos del clásico de Lorca, pero que no evita una reflexión contemporánea sobre la represión que en la actualidad continúan sufriendo muchas mujeres en el mundo, según señala la propia directora.
Al término de cada acto se proyecta un audiovisual con acompañamiento musical, que evoca las situaciones de violencia contra la mujer que ocurren alrededor del Planeta.
“Hay una visión contemporánea porque soy una mujer de mi tiempo y no he podido evitar hacer una reflexión sobre las mujeres que llevan velo, pero sin traicionar el texto”, subraya la directora. El amplio elenco de actrices de La casa de Bernarda Alba lo componen además de las ya citadas Galiana y Lozano, Ruth Gabriel, Concha Hidalgo, Aurora Sánchez, Palmira Ferrer, Nuria Gallardo, Candela Fernández, Mónica Cano y Saturna Barrio.
Estrenada en Buenos Aires en el año 1945, su vigencia reside en que, “como en todas las obras maestras, se acerca a los conflictos eternos y universales desde lo más cercano”, asegura Ochandiano, quien añade que se nota en esta obra que “cada frase está estudiada por un poeta porque entra como una navajita y, por eso, había que interpretarlo con toda el alma”.
La casa de la Bernarda Alba continúa vigente 60 años después de ser escrita -Lorca la terminó el 19 de junio de 1936, tres meses antes de ser asesinado-, “por su lenguaje sencillo al tiempo que poético, y por su crítica a la represión de la mujer, algo que sigue produciéndose en nuestros días; se trata de un texto clave de la literatura del siglo XX que debería estar sobre los escenarios con más asiduidad”, señala la directora.
Esta cruda historia se desarrolla en tres actos a partir de la muerte del marido de Bernarda Alba, quien decreta ocho años de luto para ella y sus cinco hijas. Durante este largo periodo ninguna podrá apenas salir a la calle, debiendo vestir de riguroso negro.
Ocho años, que para la mayoría de ellas, coinciden con sus años de plena juventud y de esperanza. La represión y los convencionalismos pueden más que el discurrir natural de la vida, y la progresión dramática del conflicto enquistado entre las hermanas provocará la tragedia inevitable en una casa que volverá a teñirse de luto.
La escenografía del montaje ?diseñada por Ana Garay- es sencilla y combina la simplicidad del minimalismo con el sabor de lo rural, pero juega con elementos sugerentes que proporcionan al público claves metafóricas del mundo interior irrespirable que viven los personajes de la casa.
Sobre el autor granadino, Ochandiano estima que se vive en España todavía una mezcla de malditismo y cultismo: “las circunstancias que rodearon su muerte lo convierten en un mito de la represión de nuestra Guerra Civil, aunque creo que está infravalorado como escritor.
En Granada ha sido imposible estrenar esta obra, por ejemplo. En Viznar, donde fue asesinado, es difícil que alguien se aclare sobre lo que aconteció realmente. Las cosas no están en su sitio“. Según Ochandiano ”a las generaciones nuevas este texto de Lorca les demuestra cómo ha evolucionado la situación de la mujer. En otros casos, algunos jóvenes se sienten identificados porque aún viven y padecen algún tipo de autoridad, o bien porque se sienten Bernardas, mandando en su casa con sus caprichos abusivos de adolescentes“.