Echar un pulso a las olas
Hay un lugar en Gran Canaria donde es posible caminar sobre el mar. No de manera literal, pero un paseo por entre las casas que se apiñan en El Roque, en el término municipal de Moya, bien da la sensación de estar subiendo y bajando pequeñas cuestas mientras el caminante se adentra más allá de la costa.
Saliendo de Las Palmas de Gran Canaria por la GC-2 hacia Agaete se encuentra un barrio ganado a las olas. Y casi a pulso, porque cuando la mar está picada, el frente lucha contra la espuma que sube por las paredes de piedra que parecen contener el alfoz. Y al final, justo en la proa del arrabal, se levanta la Locanda El Roque, un restaurante donde los propietarios saludan en italiano a los pescadores que tienden la caña justo bajo la terraza.
Si tras jugar “al ratón y al gato” por entre los contraluces de los callejones acucia el hambre, solo se han de tener dos cosas en cuenta: si es día festivo, quizá hubiera sido mejor idea reservar una mesa; si ya está el plato por delante, y en la terraza, puede que el océano salpique el menú o que, por arte de magia, el pescado acabe escapando.