La Filarmónica de Gran Canaria acompasa “la esencia del amor” con Mahler y Prokofiev
La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria regresa al Festival de Música de Canarias bajo la dirección de su titular, Karel Mark Chichon, para estrenar Omega, la obra de encargo de la presente edición, una pieza de la compositora y pianista canaria Dori Díaz-Jerez. Interpretará también el cuarto movimiento de la Quinta de Mahler y una selección de las suites 1 y 2 de Romeo y Julieta, de Prokofiev.
Los conciertos serán este miércoles 2 de febrero en el Auditorio Alfredo Kraus, en Las Palmas de Gran Canaria, y el jueves 3, en el Auditorio de Tenerife, ambos a las 20 horas y cuentan con el patrocinio de Fundación Disa.
En la presentación del programa, el director de la formación Karel Mark Chichón comentó las dificultades que supone organizar un concierto en estos tiempos “pero hemos estado juntos, colaborando muy estrechamente para hacerlo posible”. “Somos un ejemplo de lo que deberían hacer todas las instituciones”, agregó.
Por su parte, el viceconsejero de Cultura y Patrimonio Cultural, Juan Márquez, puso en valor la participación de la Filarmónica de Gran Canaria en el festival “una de las mejores de toda España sin lugar a duda”, por lo que será “un concierto maravilloso”. Destacó también el estreno de la obra de Díaz-Jerez ya que “el Festival tiene que prestar atención a la música contemporánea”.
También estuvo presente la compositora Dori Díaz-Jerez, quien calificó a su creación como “una obra de contrastes, que trabaja tanto las técnicas de los últimos tiempos como contiene la tradición musical de toda la vida. Hace referencia a la muerte, y en este aspecto conecta con la quinta de Mahler”.
Sobre el repertorio
El cuarto movimiento de la Quinta de Mahler, un adagietto o pequeño adagio para cuerdas y arpa, representa una isla de calma en el furioso torbellino de esta sinfonía. Y es el fragmento que ha elegido la Filarmónica de Gran Canaria para adaptar el programa inicial, que contemplaba la ejecución de la sinfonía al completo, a los rigores y las estrecheces de la pandemia.
Este adagietto ha proyectado la popularidad de la Quinta, compuesta entre 1901 y 1902, y de hecho, tras la Segunda Guerra Mundial, tanto sinfonía como adagio se han convertido en auténticos clásicos del repertorio orquestal.
Este movimiento supone todo un prodigio de sencillez musical que alcanza una intensidad emocional sublime. Su sonido suave y su atmósfera contenida la han convertido en una melodía atractiva para las audiencias. Y tal es su influjo en los públicos que ha servido a escenarios tan singulares y dispares al sentimiento amoroso como el de acompañar la opresiva decadencia de un escritor alemán en la película Muerte en Venecia, de Visconti, o bien para marcar el compás del dolor en el funeral de Robert Kennedy en Nueva York, bajo la batuta de Leonard Bernstein. Gustav Mahler entendió musicalmente la esencia del amor a través del adagietto y de otros fragmentos no tan célebres, que también dedicó a su esposa Alma.
‘Omega’, de Dori Díaz-Jerez
Previamente, la OFGC inicia los compases de este concierto interpretando Omega, pieza encargada por el festival a Dori Díaz-Jerez. Según explica la compositora, es una obra para orquesta sinfónica creada en un solo movimiento y relacionada conceptualmente en parte con la 5a sinfonía de Mahler. Comienza con un fragmento oscuro que da paso a un pasaje en donde progresivamente aparecen las cuerdas en tremolo combinadas con diminutos destellos col legno. Desde el principio el resultado sonoro está calibrado para potenciar ciertos timbres, de tal manera que evoquen o que propicien ciertos estados anímicos.
Las texturas incluyen técnicas extendidas con el fin de embellecer los paisajes sonoros. También se utilizan texturas inspiradas en la estética espectral, modificadas y sintetizadas en las capas más importantes para crear atmósferas oníricas y suspensivas. Se suceden distintos cambios de carácter, reforzados por la orquestación y contrastes sonoros para crear expectación en ocasiones.
Llegando al final de la obra se forma un epílogo en el que se vuelven a usar las técnicas extendidas de los instrumentos junto con las ideas más importantes de la obra para ornamentar el transcurso musical hasta su fin, en donde la obra se diluye poco a poco como un viaje hacia lo desconocido, como una señal continua con un camino interrogante.
'Romeo y Julieta'
Como novedad sobre el programa previsto, y a manera de cierre, la formación sinfónica titular del Cabildo de Gran Canaria ejecuta una amplia selección de las suites 1 y 2 de Romeo y Julieta, de Prokofiev, partitura que compuso en 1935 para el Teatro de Ópera y Ballet de Leningrado. La pieza se dio a conocer al público a través de las representaciones en concierto mucho antes de la primera puesta en escena en Rusia por el Ballet Kirov, en 1940, a la que siguieron la del Bolshoi en 1846 o las versiones de John Cranko para el Ballet de Stuttgart, en 1962, y en 1965 la de Kenneth MacMillan para el Royal Ballet británico. Cada una con su propio encanto.
Esta partitura se considera milagrosa, de manera que, con una soberbia austeridad de medios, Prokofiev define cada circunstancia, personaje y estado de ánimo. La melodía más sencilla se acelera y se colorea con grandes saltos melódicos, ritmos impulsivos y choques armónicos que conducen a una orquestación lúcida, siempre magistral, a la altura del libreto de Shakespeare.
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