La poética y comprometida mirada del artista canario Miguel G. Morales, en el programa Metrópolis

El programa de la 2 de TVE Metrópolis dedica un capítulo monográfico al cineasta y artista visual Miguel G. Morales (Tenerife, 1978), fascinado por la arqueología de imágenes desde su infancia, coleccionista e investigador en el significado polisémico de la imagen. 

Después de iniciarse con cortometrajes de ficción y a partir de su estancia en Cuba estudiando en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, su trabajo fue adquiriendo un carácter más documental, investigativo y ensayístico. Su producción ecléctica incluye obras relacionadas con el mundo del arte y los procesos artísticos, proyectos etnográficos, descontextualizaciones de material de archivo al servicio del poder y acciones de recuperación de la Memoria Histórica y de activismo medioambiental. 

En años recientes ha empezado a utilizar su archivo personal en reflexiones fotográficas y fílmicas en torno a la condición humana y la soledad, y ha trabajado la Memoria Histórica en proyectos como Monumento a la oscuridad realizado junto a Eugenio Merino y dedicado a dar luz a las víctimas canarias de la represión franquista y expuesto, a lo largo del verano, en el Espacio Cultural El Tanque de Tenerife.

El camino a la no-ficción

Es en Cuba donde Miguel G. Morales se encuentra con una historia real que le impulsa a realizar su primer cortometraje documental: El viejo y el lago (2001), retrato del último habitante de Siguanea, un pueblo inundado por la construcción, en 1957, de una presa hidroeléctrica en la sierra del Escambray, donde vivía solo en una pequeña isla del embalse. En este proyecto trabaja por primera vez con material de archivo encontrado, componente fundamental de muchos de sus trabajos posteriores, como las realizadas como intervenciones audiovisuales en el ámbito museístico.

En esta primera etapa se inscriben, por ejemplo, las piezas Las dos que se cruzan (2004), Al silencio (2005), Iter in semet ipsum (2009) o Los mares petrificados (2010) que reflejan la personalidad y el proceso creativo de artistas como Maud Bonneaud, Cristino de Vera, José Dámaso o Domingo López Torres respectivamente. En la actualidad se cerró su larga investigación en torno a la obra y el  legado del artista y activista medioambiental César Manrique iniciada con el documental  Taro. EL Eco de Manrique (2012) y acabada con Utopía Manrique (2022) co-producidos y emitidos por RTVE.

Mirando hacia dentro/observando desde fuera

Miguel G. Morales empieza a utilizar su archivo personal en películas sumamente introspectivas y sentidas como retina (2014), que repasa su relación con su primera cámara y hombre que hace que duerme (2015), donde traslada a oníricas imágenes de Filipinas el duelo por la pérdida de una persona querida. En paralelo trabaja en una serie proyectos de carácter etnográfico en la isla de El Hierro, materializados, hasta el momento, en breves retratos fílmicos como Pozo negro (2017), Juana (co-autor, 2016) o La vida lenta (en proceso).

Reescribir la historia con material de archivo

El documental experimental De los nombres de las cabras (co-autor, 2019), galardonado, en su estreno, con el Gran Premio Ciudad de Lisboa al Mejor Largometraje del Festival Indie Lisboa ha sido uno de sus últimos trabajos utilizando el found footage. A partir de entrevistas con viejos pastores recopiladas por el arqueólogo Luis Diego Cuscoy en sus recorridos por las últimas casas cueva de los habitantes originarios, la película explora los mitos y construcciones ficcionadas del relato oficial de Canarias, a la vez que reivindica el valor de la mirada contemporánea, crítica y libre sobre el archivo. También se nutre de material encontrado en archivos fílmicos y fotográficos trabajos como Este cuchillo cogeré (2019) pieza sobre el duelo en la mujer trabajadora de la Isla de Lanzarote; Huacal (2020), una videoinstalación sobre la clase trabajadora invisible del Siglo XIX y principios del Siglo XX que no entró en el relato oficial, que formó parte del proyecto multidisciplinar La mirada pasajera, una investigación sobre las primeras imágenes creadas sobre la isla de Gran Canaria y como éstas condicionaron la identidad de la isla, que se presentó, entre 2020 y 2021 en  museos de Gran Canaria, Dakar y Madeira, o Ángel caído (2018) una pieza sobre los vestigios arquitectónicos de la dictadura española en Tenerife, incluida en la exposición colectiva de arte político En medio de su orgullo comisariada por Adonay Bermúdez.

Proyectos recientes

Tras casi veinte años, Miguel G. Morales rodó, de nuevo en Cuba, el cortometraje de ficción Ekaterina (2021) con guion del escritor y poeta cubano Atilio Caballero y realizó  Días deshojados (2019), un retrato intimista del artista José Herrera. En los últimos años ha colaborado también con artistas visuales de Canarias como Carmela García - Seres equívocos (2021), Teresa Correa - Rumor de jable (2021) o Acaymo S. Cuesta - El poder corrompe (2022), entre otras. 

En 2022 presentó, junto a Eugenio Merino en la XI Bienal de Lanzarote  el proyecto Monumento a la oscuridad (2022) sobre las  personas asesinadas y hechas desaparecer en el mar durante el Golpe de Estado y la represión en Canarias, entre ellos el poeta Domingo López Torres. En 2023 este proyecto itineró al Espacio Cultural El Tanque de Tenerife, donde los artistas colaboraron con familiares de víctimas de la represión en la creación de un políptico compuesto de sus retratos, activando así un contra-monumento en la ciudad de España dónde más exaltaciones fascistas siguen presentes. 

Prepara el que sería su primer largometraje de ficción Salvaje es el viento y termina el montaje de Escuchar la sombra, un cortometraje documental de ensayo sobre la participación de Cuba en la defensa de la Segunda República Española. Este mismo año también presentó, en el Centro de Arte de La Regenta, la pieza introspectiva Estemos solos juntos (2023), una “reflexión sobre su relación con la soledad a través de la mirada que busca archivos y la mirada que fotografía a gente solitaria”.