Silbo gomero: del ingenio a la investigación

Silbador en La Gomera

Canarias Ahora

San Sebastián de La Gomera —

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El silbo gomero atraviesa una época dorada y las perspectivas no pueden ser más esperanzadoras. Por un lado, se ha conseguido garantizar su supervivencia en unas razonables, y más que aceptables, condiciones de pureza. Además, se está desarrollando un estudio concienzudo, y sólidamente basado en principios científicos, que permiten conocer sus milenarias raíces.

Cada vez son más las obras, estudios e iniciativas que ven la luz para ofrecer una explicación racional y consistente sobre este lenguaje. Una manifestación única de La Gomera que surge del ingenio de los habitantes para poder comunicarse en una orografía tan compleja como la que tiene la Isla.

En este contexto, hace una semana el Cabildo de La Gomera acogía la presentación del libro Silbo gomero o el arte de hablar silbando (Realidad y fantasías), a cargo de Marcial Morera, catedrático de Lengua Española y director del Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello.

El autor es miembro del Instituto de Estudios Canarios y coordinador de la cátedra cultural Miguel de Unamuno de la Universidad de La Laguna (ULL). Pero, sobre todo, Morera ha sido una pieza fundamental y se le puede atribuir el mérito de haber recuperado este lenguaje milenario, garantizar su conservación y profundizar en su análisis. También pertenece a la Comisión técnica creada para el estudio de este particular sistema de comunicación.

Morera cree que la principal aportación de esta obra, es ofrecer una explicación que califica de “científica y global de todos los aspectos esenciales y circunstanciales que conciernen al silbo gomero”. Con respecto a los libros anteriores, considera que “son más limitados, bien porque se refieren solo a un aspecto parcial del asunto, generalmente el fonológico, bien porque están plagados de ingenuidades e inexactitudes”.

El profesor lo explica de una forma muy gráfica: Realidad y fantasías como título hace alusión a que el objetivo principal de esta obra “es separar el trigo de la paja”, y hacerlo en todo lo relativo a lo que se ha dicho sobre este lenguaje durante los últimos 135 años, período en el que comenzaron los estudios sobre esta forma de comunicarse. “La metodología que utilicé en la investigación que se recoge en el libro fue lo que podríamos llamar crítica lingüística e histórica aplicada a todos los trabajos publicados hasta el momento presente”.

La intención del profesor ha sido, en definitiva, elaborar un manual al alcance de todo el mundo que quiera saber “científicamente” qué es eso que llamamos silbo gomero. “He intentado explicar las cosas de forma llana, con vocabulario sencillo, pero como se trata de un lenguaje altamente sofisticado, al contrario de lo que suelen suponer los profanos en la materia, en algunos asuntos, como en la descripción fonológica de sus formantes, ha sido imposible obviar ciertos tecnicismos”, comenta.

El catedrático lleva más de dos décadas vinculado a la Comisión Técnica del Silbo Gomero, exploró, junto con otros compañeros, su posible origen africano y se formó a la sombra del máximo conocedor de este tipo de sistemas de comunicación no tonales; el profesor Ramón Trujillo, con quien organizó el I Congreso Internacional de Lenguajes Silbados. También ha editado varios artículos sobre la materia y una traducción de todos los estudios que se habían publicado sobre el silbo gomero hasta el año 2007. Estas labores las realizó en colaboración con su compañero de universidad, Batista Rodríguez.

Morera afirma que, con el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, concedido en 2009 e incluso antes con su consideración como asignatura obligatoria en los centros educativos de la Isla, el silbo ha fortalecido su implantación en la sociedad gomera. Aunque, obviamente, “con funciones muy distintas a las que tenía en la sociedad tradicional, donde ha sido inevitablemente reemplazado por el teléfono móvil. Aún así, el silbo tiene por delante un futuro muy prometedor, en la enseñanza, el arte o el turismo, entre otros muchos campos”.

Morera considera que “esta publicación ha sido una iniciativa personal mía; tenía que ajustar cuentas con un asunto que siempre me ha inquietado y que me ha ocupado más de dos décadas”.

Una vez perdida su función originaria, a los bienes culturales locales sólo le queda la posibilidad de difundirse más allá del ámbito en que nacieron. Por eso, este grupo de estudiosos consideró urgente promocionar el Silbo en el exterior de La Gomera. En estos momentos, hay un proyecto para difundir su conocimiento por todas las Islas mediante charlas formativas y la inclusión en el sistema educativo canario.

El investigador defiende que “al contrario de lo que piensan algunos, extendiendo el silbo más allá de sus límites físicos, la Isla no pierde nada sino que se hace más grande”. Y ello es así en cuanto se da un paso decisivo a la hora de compartir con el resto del mundo, lo que define como “un hijo de La Gomera que será siempre de su espíritu, porque fue quien lo creó”.

Haciendo un repaso a la historia doméstica de esta manifestación cultural, concluye que los logros obtenidos se deben fundamentalmente a cinco estudiosos de naciones y tiempos distintos: el médico tinerfeño Juan Bethencourt Alfonso, el antropólogo alemán Max Quedenfeldt, el viajero francés Joseph Lajard, el catedrático de fonética de la Universidad de Glasgow Andre Classe y el profesor de la Universidad de La Laguna, Ramón Trujillo.

El médico tinerfeño se dio cuenta de que se trata de un lenguaje articulado no de un silbo convencional. El antropólogo alemán advirtió que lo que se silban son fonemas, y no sonidos ocasionales, y que solo hay dos vocales silbadas, una aguda y otra grave. El viajero francés fue el primero en percatarse de que el silbador entona palabras de la lengua que habla, que es el español; es decir, que el silbo gomero no es un lenguaje independiente, sino uno sustitutivo.

El catedrático de fonética describió el uso particular que hace el silbador del aparato fonador y el profesor lagunero, por último, fue quien separando lo funcional de lo que no lo es, descubrió que el silbo gomero es en realidad un sistema fonológico en miniatura. El lenguaje está constituido por seis unidades sonoras o fonemas silbados: dos vocales y cuatro consonantes. Con ellas, se pueden entonar todas las lenguas habladas del mundo, a condición de que las conozca el silbador.

El hecho de que se haya mantenido hasta nuestros días se debe a factores muy diversos. En primer lugar, a los mismos silbadores, en particular, y a la sociedad gomera, en general, que entendieron que debían defenderlo y promocionar su enseñanza cuando entró en crisis en la segunda mitad del siglo XX. En segundo, a los investigadores, que estudiaron y pusieron de manifiesto que se trata de un ingenioso sistema de comunicación, de una gran importancia para la teoría del lenguaje.

En tercer lugar, el mérito es atribuible a las autoridades de La Gomera y de la Comunidad Autónoma de Canarias, que crearon normas y leyes para protegerlo, introduciéndolo en el sistema educativo y solicitando, mediante expediente, su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En cuarto lugar, el Estado español apoyó en todo momento la propuesta de la Comunidad Autónoma Canaria. En quinto, la Unión Europea (UE) tuvo el acierto de respaldar el proyecto español y, por último, la Unesco entendió que se trataba de un bien cultural con rango suficiente para ser reconocido como patrimonio de todos.

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