Brown mantiene la incógnita sobre su futuro
El primer ministro británico, Gordon Brown, ha reivindicado su “deber” de “jugar un papel” a la hora de garantizar un Gobierno estable en Reino Unido, tras unas elecciones que, según las encuestas, dejan un Parlamento sin mayorías absolutas en el que los conservadores contarían con el mayor número de escaños, 305, a 21 de la hegemonía.
Tras revalidar su escaño por la circunscripción escocesa de Kirkcaldy y Cowdenbeath, a la que representa en Westminster desde 1983, Brown aludió a los resultados “no sabidos aún” de la cita celebrada ayer, en la que los suyos parecen haber perdido el control de la Cámara de los Comunes que ostentaban desde que Tony Blair los aupase al poder hace 13 años. Según la encuesta realizada para las principales televisiones del país, el partido pasaría de 353 asientos a 255.
Consciente de estos sondeos, que han desencadenado ya especulaciones acerca del futuro Ejecutivo en este escenario sin mayorías, el 'premier' subrayó que su “deber” es “jugar un papel” para garantizar la gobernabilidad de un país que, según declaró, necesita consolidar la recuperación económica y proceder a una “reforma” del sistema político en su conjunto.
Sus palabras no clarificaron abiertamente su intención tras los malos resultados recabados, en un contexto en el que, constitucionalmente, tiene la competencia de formar Gobierno. De hecho, el dirigente laborista continúa en el puesto de manera oficial hasta que sufra una derrota en el Parlamento, o bien si decide dimitir voluntariamente.
No obstante, la intervención de Brown pareció sugerir que no prevé mantenerse en Downing Street en el medio plazo. Su discurso se centró en el “deber” que le espera para asegurar la estabilidad política, lo que abre la posibilidad de la comentada alianza con los liberaldemócratas, con su salida como una de las condiciones, o bien su marcha, una vez resuelta la ecuación en la que Reino Unido entra ante esta falta de mayorías absolutas por primera vez desde febrero de 1974.
Problemas
El problema de este escenario sería la repetición de un recambio en el poder sin el refrendo de la urnas, tan sólo tres años después de la cesión del testigo entre él mismo y Tony Blair. De lo contrario, el país podría dirigirse a una nueva convocatoria, como ya había ocurrido en el precedente de hace 36 años, cuando en otoño los británicos volvieron a pasarse por los colegios electorales.
En cualquier caso, el mandatario tiene como consuelo esta noche que nunca el apoyo de los electores de su circunscripción había sido tan elevado. Brown se hizo ayer con 29.559 votos, ampliamente por encima de sus rivales e, incluso, de los resultados recabados por él mismo en 2005. En esta ocasión, ganó hasta 5.000 papeletas más que entonces, un apoyo que quiso agradecer con un compromiso: “No os decepcionaré”.
Además, aprovechó su intervención para reivindicar los méritos del Laborismo en los 13 años de poder, en un indicio más del tono de despedida de su discurso y, tras una complicada campaña electoral, en la que se cuestionó sus dotes personales, expresó su “orgullo” de haber sido elegido por quien lo “conoce de verdad”. “Quién soy y por qué entré en política”, aseveró.