China celebra 60 años de su revolución comunista
MADRID, 1 (EUROPA PRESS)
La República Popular China cumple este jueves sesenta años de existencia, sesenta años que podrían dividirse entre un primer periodo de colectivizaciones, de planificación económica al estilo soviético y de fuertes purgas políticas y un segundo periodo de transición al capitalismo que arrancó a finales de los años setenta, liderada por Deng Xiaoping, y cuyos ejes fueron la muerte del histórico presidente Mao Tse Tung y la matanza de Tiananmen de 1989. En pleno “socialismo de mercado”, China ocupa el segundo lugar del mundo en la lista de multimillonarios pero no pasa del 132 en la lista de ingresos por habitante.
Las autoridades chinas han decidido celebrar el acontecimiento a lo grande. Según la agencia estatal de noticias, Xinhua, el presidente del país, Hu Jintao, otros destacados dirigentes del Partido Comunista y numerosas personalidades del régimen presidieron el miércoles miércoles una enorme recepción en el Gran Salón del Pueblo de Pekín, a la que asistieron más de 4.000 personas.
Aparte, la Plaza de Tiananmen y sus alrededores han sido engalanados para conmemorar el aniversario “de la fundación de la Nueva China”, según la agencia. La Tribuna de Tiananmen, en el norte de la plaza, ha sido decorada con ocho enormes faroles rojos, un nuevo retrato de Mao Tse Tung y dos estandartes con las inscripciones 'Viva la República Popular China' y 'Viva la Unidad de Todos los Pueblos del Mundo'.
Asimismo, se han levantado tres tribunas temporales para presenciar la parada militar y se han instalado cuatro pantallas electrónicas gigantes. En los costados oriental y occidental de la plaza se han situado 56 enormes pilares que simbolizan los diferentes grupos étnicos que habitan en China. Para que nada falle, la fuerza aérea desplegará aviones equipados con dispositivos de dispersión de lluvias para evitar que se les agüe la fiesta.
La “fundación de la Nueva China” tuvo lugar el 1 de octubre de 1949, cuando Mao anunciaba la proclamación oficial de la República Popular China. Atrás quedaban tres años de guerra civil, que concluyó con la victoria al Partido Comunista sobre el Kuomintang de Chiang Kai Shek y que había estallado después de que Chiang rompiese los acuerdos de “reorganización nacional” a que habían llegado ambas formaciones tras la expulsión de las tropas de ocupación japonesas.
China era por entonces un país de 500 millones de habitantes, en su abrumadora mayoría campesinos misérrimos y hambrientos. En 1953, sólo cuatro años después del triunfo de la revolución y tras una profunda reforma agraria que puso fin al feudalismo y un régimen de planificación al estilo soviético que implicaba la nacionalización de la industria y la colectivización de la agricultura, Pekín ya disponía de la bomba atómica e iniciaba un espectacular crecimiento económico.
En 1959, Mao sacó adelante el llamado 'Gran salto adelante', cuyo objetivo era incrementar la producción de acero. El experimentó fracaso y 20 millones de personas murieron de hambre. Pese a todo, China ya era por entonces el tercer productor de carbón del mundo y el país emprendía una mejora espectacular en sus condiciones de vida. A finales de los años setenta, el consumo medio de alimentos de la otrora hambrienta población china superaba a la media mundial y la esperanza de vida había pasado de 35 años en 1949 a 68 años en 1982. En apenas un cuarto de siglo el país había duplicado su población.
Los últimos años de Mao se caracterizaron por una despiadada represión política, coincidiendo con su ruptura con la URSS y el deterioro de su imagen. En el contexto de la llamada 'Revolución cultural' de 1968, miles de personas fueron asesinadas por los guardias rojos y tres millones de miembros del partido fueron purgados por “traicionar” los ideales revolucionarios.
EL “MILAGRO CHINO” Y TIANANMEN
En 1975, el primer ministro Zhou Enlai intentó compensar parte de los daños de la 'Revolución cultural' con su política de las 'Cuatro modernizaciones', y en 1976, con la muerte de Mao y la posterior derrota de la izquierdista Banda de los Cuatro (liderada por la viuda de Mao, Jiang Qing), China inició su definitiva transición hacia el capitalismo. El artífice del cambio fue Deng Xiaoping, una antigua víctima política de la 'Revolución cultural' que se convirtió en el auténtico hombre fuerte del país desde 1978 hasta su muerte, en 1997.
En un régimen político caracterizado por la dictadura de partido único y la falta total de libertades, Deng no tuvo problemas en poner en marcha su programa de modernización basado en el lema de que “ser rico es glorioso”. El nuevo dirigente descolectivizó y privatizó las tierras, desmontó la planificación económica y renunció al control estatal del comercio exterior. Era el comienzo del “milagro chino”, una especie de modelo capitalista que tenía a su disposición una mano de obra abundante y barata, formada por millones de campesinos huidos de la miseria en sus tierras de origen.
En estas circunstancias, el creciente malestar de la población china estalló en julio de 1989, cuando miles de estudiantes, intelectuales y trabajadores se concentraron en el gran escenario por excelencia del régimen, la Plaza de Tiananmen, para reclamar más democracia, el fin de la corrupción y la represión y medidas contra la inflación y el paro.
Las movilizaciones atizaron las luchas internas en el Partido Comunista entre los partidarios de la conciliación y los defensores de la línea dura, encabezada por el primer ministro Li Peng y con el apoyo implícito de Deng Xiaoping. La entrada de los carros de combate degeneró en una matanza cuyo balance, veinte años después, sigue sin conocerse con exactitud, aunque se habla de entre cientos y miles de muertos (el Gobierno sólo reconoce 200) y más de un millar de detenidos.
Los acontecimientos de Tiananmen supusieron también el principio del fin para la generación de Deng Xiaoping (quien habría de morir en el poder en febrero de 1997) y de la llegada a la cúpula del partido de nuevos dirigentes, entre cuyos propósitos figuraba la misión de “echar tierra” sobre la matanza. Uno de ellos fue Jiang Zemin, que fue presidente de China entre 1993 y 2003. Su sucesor es el actual mandatario, Hu Jintao.
EL “SOCIALISMO DE MERCADO”
En los veinte años transcurridos desde Tiananmen, China consagró su “socialismo de mercado”. Entre 1988 y 1998 el país experimentó el mayor crecimiento económico del mundo (con promedios anuales superiores al doce por ciento), pero este crecimiento no se ha visto acompañado de un desarrollo tecnológico digno de tal nombre y se ha basado, sobre todo, en las inversiones extranjeras y en la explotación de millones de trabajadores baratos y políticamente sumisos. En todo este periodo, el mundo se ha llenado de productos de bajo costo elaborados en China bajo pésimas condiciones laborales.
Según la revista 'Forbes', China ocupa actualmente el segundo lugar del mundo en la lista de multimillonarios, con 66 (Estados Unidos tiene más de 400). En 2005, China ocupaba el puesto 132 --por detrás de Samoa y Tonga-- en cuanto al reparto del Producto Interior Bruto por habitante.
En 2008, a China le cupo el honor de celebrar en Pekín los Juegos Olímpicos, presentados por el régimen como la máxima expresión de la capacidad de desarrollo del país. Según el último informe anual de Amnistía Internacional (AI), los Juegos Olímpicos “provocaron un aumento de la represión en todo el país”, caracterizada por el creciente acoso sobre los activistas de Derechos Humanos, la aplicación generalizada de las torturas y otros malos tratos, el “férreo control” sobre los medios de comunicación y el extendidísmo uso de la pena de muerte. Sólo en 2008, según AI, “se impusieron como mínimo 7.000 penas de muerte y se llevaron a cabo no menos de 1.700 ejecuciones”.