La crisis de Níger: un hervidero de cuestiones históricas y de seguridad sin resolver

Un simpatizante de las fuerzas armadas con su cuerpo pintado con las banderas de Níger y Rusia durante un mitin en Niamey, Níger. EFE/ISSIFOU DJIBO

Alicia Justo

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El golpe de Estado en Níger del 26 de julio ha evidenciado problemas históricos sin resolver y la importancia que tiene esta región en términos geopolíticos. Los golpistas aludieron “al continuo deterioro de la situación de seguridad y la mala gobernanza económica y social”, como razones que llevaron al derrocamiento del presidente, Mohamed Bazoum, tal y como recoge France 24. Una vez que la junta militar depuso al presidente del país, quien permanece retenido en su residencia, las condenas internacionales al golpe no se hicieron de esperar. La Unión Europea ha suspendido toda la colaboración que llevaba a cabo con Níger, tanto financiera como civil y la cooperación en seguridad, según informó Euronews. Por su parte, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) lanzó un ultimátum a los militares golpistas para que restituyeran antes del pasado domingo el orden constitucional bajo amenaza de intervención militar. Este jueves los líderes de este organismo se reúnen de nuevo para abordar la crisis en Níger y tomar una decisión. Por contra, Mali y Burkina Faso, dos de sus vecinos y gobernados también por juntas militares, advirtieron poco después de que una intervención contra Níger sería interpretada como una declaración de guerra. Y ayer, la junta militar de Níger acusó a Francia de liberar a varios terroristas y de violar su espacio aéreo, tal y como señala el medio France 24.

La crisis política que atraviesa ahora mismo Níger responde a un complejo escenario que hunde sus raíces en la época de la colonización francesa y que llega hasta la actualidad con la intensificación del terrorismo yihadista en la zona, pasando por las relaciones actuales entre Francia y sus excolonias, como Níger. Para Dagauh Komenan, historiador y doctorando por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), especializado en el Sahel occidental, apunta a los problemas de seguridad derivados de la presencia de los grupos yihadistas, al fracaso de  los estados de la región en brindar una atmósfera de seguridad y de paz para sus poblaciones y al descontento con Francia, su antigua potencia colonial, como las principales causas de la situación actual. La analista en relaciones Unión Europea (UE)- África Viviane Ogou apunta también a la degradación de las perspectivas económicas y al descontento militar por el aumento de la presencia del Ejército francés una vez que salió de Mali, ya que lo consideran perjudicial tanto para la lucha antiterrorista como para la seguridad del país. 

Komenan reconoce que aunque es difícil verlo en los medios occidentales, hay un apoyo de la sociedad civil hacia los golpistas: “Ellos quieren un cambio. Y aunque no sea la mejor forma de hacerlo, muchas de las sociedades civiles pueden conformarse con esto y, al mismo tiempo, se proponen influir en la junta militar para llegar lo antes posible a un retorno a un poder civil, pero fuera del marco que ha conducido al golpe de estado”, señala. Por su parte, Ogou cree que el golpe de Estado no debería leerse como un conflicto entre militares golpistas y defensores de la democracia. Para ello pone de ejemplo a Senegal y Costa de Marfil, países que sin ser regímenes militares, cuentan con cabezas de gobierno que gestionan los asuntos del país de manera autócrata. “Alassane Ouattra (presidente de Costa de Marfil) es un autócrata constitucional, no digo que no haga buena gestión del país en muchos aspectos, pero no debería estar ya en el cargo porque ya cumplió dos mandatos y utilizó un cambio constitucional para mantenerse en el poder. Y Macky Sall (presidente de Senegal) está cortando la posibilidad de elecciones libres y seguras, reprimiendo a la población o cortando el acceso a internet. Sall no es un demócrata, también es un autócrata”. 

Komenan recuerda que el presidente Bazoum llegó al poder mediante unas elecciones en las que resultó ganador gracias a 2 millones de votos. Níger tiene 26 millones de habitantes. “¿Dónde podemos ubicar la legitimidad de Bazoum?”, se cuestiona el historiador y señala que, a diferencia de España donde las personas que no acuden a votar lo hacen por decisión personal, los ciudadanos nigerinos se quedaron excluidos del proceso electoral por razones de seguridad. 

El papel de Rusia

En los últimos años, el continente africano ha visto incrementar la presencia rusa en su territorio. Ya sea de manera oficial, a través del suministro de armas por parte del Gobierno de Rusia  o a través de la intervención del grupo Wagner en varias regiones en conflicto contra el yihadismo como en Mali. 

Tras el anuncio del golpe de Estado en Níger, el nombre de Rusia ha vuelto a aparecer en los medios y en la opinión pública. Sin embargo, la lectura de la intervención rusa en la crisis, tanto para Komenan como Ogou, puede estar sobredimensionada. La analista de relaciones UE- África sostiene que Rusia tiene un papel instrumental en ambas direcciones, ya que para los africanos antifranceses les puede ayudar en la consecución de sus objetivos y, por otra parte, Rusia amplia su cartera de socios y reduce la presencia europea. “África tiene que diversificar su cartera de socios, África no puede seguir manteniendo relaciones de dependencia con sus antiguas metrópolis coloniales, algo que no ha funcionado en 70 años. Los países crecen cuando se integran en la sociedad internacional. Y Rusia es un actor más que entra”, considera. 

Para Komenan, Rusia está ejerciendo un desafío a Francia, ya que se posiciona como una alternativa, como un proveedor de seguridad y garantía frente a unas posibles represalias de Francia: “La gente lo ve más desde una perspectiva práctica, como una alternativa para luchar contra los yihadistas, más que como un nuevo señor al que se van someter”. Al tiempo, apela a la capacidad de agencia de las sociedades civiles africanas: “ Ellos quieren poder decir a Francia cuando quieran que se vaya. No es tanto un sentimiento antifrancés, sino antifrançafrique”. El historiador recuerda que la Françafrique es “un sistema de depredación” que Francia ha impuesto a sus antiguas colonias a través de la moneda (el franco CFA), de las bases militares, de la injerencia en los asuntos internos de estado, y también de la participación de la propia élite africana. 

El anuncio del golpe de Estado en Níger ha tenido una repercusión mediática diferente al de otros similares en la zona. Ogou detalla que este país cuenta con varios condiciones que la hacen interesante para la política europea. En primer lugar, Níger se considera la frontera avanzada de Europa: “El incremento de la inestabilidad en Níger puede desestabilizar el norte de África, lo que puede provocar una crisis para Europa, aunque no es lo más probable pero está ahí”, indica. La analista, por otra parte, apunta a la cuestión migratoria, ya que Níger es otro de los pilares de la externalización de fronteras: “Su desierto es un verdadero cementerio de personas migrantes; hay mucho interés en no perder Níger para evitar la contención”, matiza. Aunque la consecuencia más repetida desde que se produjo el golpe ha sido la posibilidad de una ruptura del comercio de uranio con Francia. Ogou indica que aunque el país galo ha intentado restarle importancia, “el simple hecho de que el 25% del uranio que utiliza Francia deje de estar disponible, hace subir los precios y eso puede generar una crisis energética a medio y largo plazo”. 

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