Gritos de guerra en la Araucanía

José J. Jiménez / José J. Jiménez

Miembros de la etnia mapuche acompañan el coche que transporta el cuerpo de Rodrigo Melinao. Werke.cl

Dos disparos en el pecho acabaron, el pasado 9 de agosto, con la vida de Rodrigo Melinao Licán. El cuerpo de este activista mapuche de 26 años apareció en el interior de una explotación forestal de la Comuna de Ercilla, en la Araucanía chilena. Melinao pertenecía a la comunidad Rayen Mapu y, recientemente, había sido condenado a cinco años de prisión por su presunta participación en el incendio de otro predio forestal de la zona.

Aunque los medios oficialistas se empeñaron en difundir que se encontraba prófugo de la justicia, la realidad es que estaba pendiente de un recurso de apelación para eludir su ingreso en la cárcel en virtud a la rigurosa Ley Antiterrorista chilena. Desde la recuperación de la Democracia, en 1990, otros 11 comuneros mapuches han muerto en circunstancias similares.

Algunas voces han llamado, abiertamente a la violencia pero el Partido Nacionalista Mapuche Wallmapuwen pide sosiego. Aún así se han multiplicado los incidentes por toda la región en las últimas semanas. Los más graves se produjeron en Angol, localidad de origen del activista, durante el cortejo fúnebre. Tras el velatorio, los disturbios se trasladaron a la Ruta Nacional 5. La carretera fue cortada con barricadas y se produjeron varios disparos. Una manifestación celebrada el pasado día 12 de agosto en Santiago, capital del país, terminó con choques entre los manifestantes y la policía y una quincena de detenidos.

Una mujer mapuche es detenida durante los disturbios que se produjeron en Santiago de Chile tras la muerte de Rodrigo Melinao. Werken.cl

Demasiadas muertes. Todas parecidas. “Los muertos que hemos tenido en los últimos años son todos jóvenes menores de 30 años; precisamente la parte de la población que está tomando conciencia política de esta situación de asimilación colonial que vive la comunidad y que está sentando las bases de un movimiento político de contestación y enfrentamiento al Gobierno de Chile”, explica Luis Penchuelo, presidente de Wallmapuwen. Según el dirigente, “la investigación está abierta”, pero todas las sospechas se dirigen al mismo sitio. “La investigación está en curso y no sabemos si murió a manos de la policía pero también existe la posibilidad de que haya sido disparado por los latifundistas”, señala.

El conflicto con la comunidad mapuche no es nuevo y tiene mucho que ver con el modelo económico chileno. El establecimiento de explotaciones madereras en la Araucanía a partir de la década de los ochenta no es más que el último episodio de una relación difícil que se remonta al siglo XIX. Durante el avance hacia el sur de la soberanía chilena, los indígenas se vieron expulsados de sus tierras ancestrales y tuvieron que refugiarse en las faldas de los cerros y llanuras más improductivas. Con el auge de la industria maderera, “hasta los cerros más pedregosos se volvieron valiosos”.

Con la llegada de las multinacionales madereras, las tierras más improductivas a las que habían sido desplazados los mapuches se convirtieron en muy valiosas.

Detrás de las explotaciones forestales que se extienden por todo el sur de Chile hay “harta cantidad de capital transnacional”, asegura Patricio Riquelme, director de documentales y gran conocedor de la realidad socioeconómica de la región. “Durante el gobierno de Salvador Allende se hicieron algunos pocos progresos a la hora de resolver las tensiones, pero el golpe militar de 1973 supuso una verdadera contrarreforma agraria que devolvió grandes extensiones de tierra a los latifundistas. Sólo algunos fundos pequeños quedaron en mano de los mapuches”, explica.

El golpe de gracia, comenta, lo dio un decreto del gobierno pinochetista que “subvenciona las plantaciones de pinos y eucaliptos”. En ese momento, asegura Riquelme, “tierras que prácticamente no valían nada se convirtieron en muy valiosas, lo que precipitó la compra masiva de tierras por parte de empresas de capital extranjero”.

Las tímidas protestas de la dictadura se convirtieron en resistencia tras la recuperación de las libertades democráticas. Algunos optaron por la lucha armada. “En la actualidad hay unos 80 presos políticos mapuches”, destaca el documentalista. “La gran mayoría del pueblo mapuche opta por acciones pacíficas de ocupación de tierra y tala de las explotaciones forestales, pero a todos, por igual, se les aplica una durísima ley antiterrorista que se ha endurecido tras la subida al poder de Sebastián Piñera”.

Un policía blande un arma de fuego durante los disturbios que se produjeron en Santiago de Chile tras la muerte de Rodrigo Melinao. Werken.cl

El acceso a la tierra

“Llevamos doce años reivindicando nuestros derechos y nunca hemos utilizado la violencia”, asegura Alberto Trangol, dirigente de la Asociación Gremial de Comunidades Indígenas y Pequeños Agricultores (CIPA). Aún así, denuncia, “las autoridades tratan a los mapuches como si fueran terroristas”. Los problemas de acceso a la tierra, la titularidad de los territorios ancestrales y el reconocimiento de las figuras tradicionales de tenencia y explotación son los principales puntos sobre la mesa. “En 2010 fuimos a hablar con el ministro de Agricultura y aún teniendo cita y lugar nos dejó botados. No se reconocen nuestros derechos y nos han impuesto un modelo de propiedad que causa problemas con los herederos de una misma casa. Este sistema está causando conflictos y peleas entre hermanos”, comenta.

Para tratar de aflojar el ambiente de tensión el estado creó en 1993 la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) que, entre otras tareas, tiene la misión de estudiar, evaluar y, en su caso, restituir las tierras de titularidad mapuche a sus legítimos dueños. La cosa va lenta. “Aunque desde 1998 se han presentado multitud de documentos en la zona”, explica Trangol, de 540 hectáreas que se han solicitado se han comprado poco más de 64. Dicen que no se necesitan más tierras; nunca nos consultan a los mapuches. Todo se hace a la pinta de ellos“, sentencia el líder agrícola.

Para solucionar este asunto, la Conadi dispone de dos mecanismos. La compra de nuevas tierras mediante subsidios y la restitución de tierras usurpadas. Esta última vía apenas se ha utilizado y los subsidios “apenas cumplen las expectativas de 30 ó 40 comunidades al año”, explica Luis Penchuelo. Este esfuerzo se traduce en la recuperación o adquisición de unas 1.000 hectáreas por año, un extremo que, según los líderes consultados, “no puede hacer frente a las necesidades que existen ni a la propia realidad del pueblo mapuche”.

Derecho a la autodeterminación

“El partido Wallmapuwen se formó en 2005 pero aún no está inscrito”, aclara Luis Penchuelo. Los escollos no tardaron e aparecer. Primero en forma de avales; se precisaban 5.000 firmas en tres provincias consecutivas y tardaron varios años en lograrlas. El segundo obstáculo llegó con la redacción de los estatutos. “Cuando los presentamos alegaron que muchos de los conceptos y objetivos eran inconstitucionales; por ejemplo nuestro propio nombre que quiere decir los que viven en territorio mapuche. Hemos decidido presentar un texto lo más blanco posible para que pase el trámite. Pero en la práctica seremos coherentes con lo que somos y con nuestra línea política”, aclara.

El presidente de Wallmapuwen señala que el objetivo a largo plazo de la formación es lograr un estatuto de autonomía para las regiones de la Araucanía, Los Ríos y Los Lagos y el reconocimiento constitucional de la entidad plurinacional del Estado chileno. En términos inmediatos se piensa en metas más modestas como alcanzar algunas alcaldías en zonas de mayoría mapuche y representantes en las instituciones locales y nacionales.

Un activista enarbola una bandera durante el funeral de Rodrigo Melinao. Werken.cl

En la actualidad, unos 700.000 ciudadanos y ciudadanas chilenas son y se reconocen como mapuches. “Son cifras engañosas, porque se basan en la percepción subjetiva de los individuos”, comenta el antropólogo y líder de Wallmapuwen Danko Marimán. “Se calcula que en torno al 10% de la población del país es de origen mapuche (1,6 millones) lo que supone el 87% de la población indígena”. El 50% de este contingente vive en las tres regiones que forman parte de la Araucanía (Araucanía, Los Ríos y Los Lagos), lo que supone poco más del 26% de la gente que vive en estos territorios“.

El objetivo del Partido Nacionalista Mapuche Wallmapuwen es lograr la autonomía de las regiones de La Araucanía, Los Lagos y Los Ríos, en el Sur de Chile.

“El país mapuche existe, pero lo compartimos con mucha gente chilena. No podemos pensar en un escenario en el que se excluya o ignore a esta parte importante de la población”, comenta Marimán. Por ello, desde el partido nacionalista se apuesta por “la solución política del conflicto aunque haya gente que piense que formar un partido político y entrar en el juego sea legitimar el sistema”. “No podemos decir que es una formula inválida para defender los intereses de la comunidad in haberla probado antes”, sentencia el antropólogo.

La situación es complicada. Aún más ante el rechazo generalizado de la población 'chilena' a los actos de violencia en explotaciones forestales, comunidades indígenas, rutas o ciudades. Una realidad límite que, según destacan las autoridades indígenas, es fruto del fracaso del diálogo. “Las comunidades, desde hace tiempo, están tratando de dialogar con el Estado chileno pero lamentablemente no se ha dado respuesta a las peticiones del pueblo mapuche”, señala Richard Curinao, director del periódico mapuche Werken.

“Las comunidades han tenido que responder a la represión del Estado mediante acciones de sabotaje contra empresas nacionales y trasnacionales para ser escuchados. No se da respuesta a las demandas que tienen las comunidades que están al sur del río Bio Bio”.

Una de las acciones que, de manera habitual, se atribuye a los activistas mapuches es la quema de predios forestales. Uno de los incidentes más graves se produjo en enero de 2012 en Carahue. En aquella ocasión, murieron siete bomberos que participaban en las tareas de extinción de un fuego que arrasó más de 2.500 hectáreas. Durante los primeros días del fuego, la Coordinadora Arauco Malleuco, una organización nacionalista mapuche partidaria de la lucha armada, se atribuyó la destrucción de un helicóptero contra incendios y maquinaria forestal.

En este contexto se enmarca la muerte de Rodrigo Melinao. Panorama complicado, sin duda. Fruto de siglos de resistencias, agresiones, incomprensión mutua agravadas por la imposición de un modelo económico que, en el caso de Chile, impone la lógica del más fuerte y la mitificación del lucro como eje de la vida económica, política y social del país.

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