Sarkozy y Carla Bruni, casados en la más estricta intimidad

Tres meses y medio después de su segundo divorcio y cuando su popularidad cae en picado en los sondeos, el presidente francés, el conservador Nicolas Sarkozy, se casó este sábado en el Elíseo con la cantante y ex modelo italiana Carla Bruni “en la más estricta intimidad”.

Fue el alcalde del selecto distrito VIII de París, François Lebel, oficiante de una ceremonia que duró “unos 20 minutos”, quien dio la noticia, poniendo fin a semanas de rumores de boda. “He casado a dos personas” que “viven en el 55 de la calle Faubourg Saint-Honoré” (dirección del Elíseo), dijo Lebel.

Horas después, por medio de una escueta nota, el Palacio del Elíseo confirmó la noticia: “Carla Bruni y Nicolas Sarkozy anuncian que se han casado esta mañana [por este sábado] en presencia de sus familias en la más estricta intimidad” es la única frase del comunicado.

La novia, de 40 años, iba vestida de blanco para su primer matrimonio. Estaba “radiante”, según el alcalde, para quien el novio, de 53 y presidente desde mayo pasado, “tampoco estaba mal”.

Arropados por una veintena de familiares y amigos en esa ceremonia “íntima”, en la primera planta del Palacio presidencial, los dos estaban “emocionados y felices”, y, según la tradición, intercambiaron anillos y un beso, precisó Lebel.

Con la memoria alterada quizás por esa experiencia “excepcional”, dijo que era el primer presidente de la República que se casaba durante su mandato.

En la V República, sí. Pero no en las anteriores: el protestante Gaston Doumergue lo hizo, en 1931.

Pero es cierto que Sarkozy es el primer presidente de la República que se ha divorciado en los primeros meses de su mandato y también el primero que se casa tres veces.

Sarkozy tiene tres hijos -dos de su primer matrimonio y uno del segundo-, mientras que Bruni es madre de Aurélien, de seis años, fruto de su relación con el filósofo Raphaël Enthoven.

Nacida en Italia en el seno de una familia muy rica y musical, Bruni vino a vivir a Francia con sus familiares a comienzos de los años 70, huyendo de la amenaza de las Brigadas Rojas.

No adoptó la nacionalidad gala, por lo que no votó en las elecciones de abril-mayo pasado, que llevaron a Sarkozy al Elíseo, y en las que ella, icono “glamour” de la izquierda burguesa, prefería a la derrotada candidata socialista, Ségolène Royal.

Un “flechazo” y buena promoción para un tercer disco

El jefe de Estado y Bruni, quien prepara su tercer disco, se conocieron a finales de noviembre pasado en casa del publicista Jacques Séguéla, artífice de las campañas electorales del socialista François Mitterrand.

Fue, en palabras del anfitrión, “un flechazo”, poco más de un mes después de que el Elíseo anunciara el divorcio de Sarkozy y su segunda esposa, Cécilia Ciganer-Albéniz, en el epílogo de una unión de casi 20 años, de ellos once casados, marcados por la fuga de ella con un amante, en 2005.

Este sábado, a media tarde, el Elíseo seguía negándose a comentar la boda de la que la prensa se enteró cuando ya se había celebrado, tal y como Sarkozy había advertido ante los periodistas el pasado 8 de enero, cuando dijo que su relación con la cantante era “seria” pero que no sería un rotativo el que fijaría la fecha.

Eso fue después de que un dominical hubiera anunciado la boda para el 9 de febrero.

En todo caso, la regularización, por lo civil, del idilio de Sarkozy con su nueva compañera será un alivio para sus anfitriones en sus visitas al extranjero.

Las autoridades indias se habían devanado los sesos el mes pasado sobre cómo tratar a Bruni si acompañaba al jefe de Estado a Nueva Delhi. Un quebradero de cabeza que no se materializó: ella optó por quedarse en casa, por lo que Sarkozy incluso visitó, sin ella y a título privado, el Taj Mahal, emblemático monumento al amor.

No se sabe si en esa decisión influyeron los sondeos, que desde hace semanas muestran una caída en picado de la popularidad del presidente, que apenas supera ya el listón del 40 por ciento de satisfechos, a cinco semanas de las elecciones municipales.

La primera causa, dicen los analistas, es el incumplimiento de la promesa de Sarkozy de ser “el presidente del poder adquisitivo”.

Pero también ha influido, dicen, la “exhibición” por Sarkozy de su “vida privada”, un eufemismo que describe las muy mediáticas imágenes del presidente con su nuevo amor en vacaciones lujosas en Egipto y Jordania en el período de fiestas de fin de año.

Unas imágenes que dieron la vuelta al mundo después de que los paparazzi captasen, con el consentimiento de los interesados, a Sarkozy y Bruni paseando por el parque de atracciones de Disney, a las afueras de París, en compañía de la madre y del hijo de la mujer, a mediados de diciembre.

“Él puede hacer lo que quiera con Carla Bruni, pero no queremos verlo en los periódicos”“, decía, en la prensa, un miembro de su partido conservador, la UMP, hace poco.

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