Observen la fotografía. La naturaleza gana lo que el hombre ha perdido. Esta vivienda, prototipo de nuestra arquitectura tradicional, ha perdido su uso. Ha cerrado sus puertas. Podríamos decir, incluso, que ha muerto. Las paredes se sostienen como queriendo sobrevivir al paso del tiempo. Las ventanas, que otrora fueron seguro vigía de una época de esplendor agrario, se mantienen cerradas. Mientras, las hiedras van a lo suyo. Escalando como si fueran prácanes o qué sé yo. Buscando la luz, colarse en alguna de las estancias de la casa. La memoria de la casa muere, y con ella quizá su historia. Nuestra arquitectura es un valor patrimonial fundamental. Nos habla de quiénes fuimos y revelan una realidad de otro tiempo. Hoy, esta vivienda en Hermigua es, como tantas en la Isla, una ruina del pasado sin tiempo presente. (825 caracteres).