“En ‘El asesino del rap’ la historia me la susurran los palíndromos”
Se declara “un escritor al revés” porque “empiezo la casa por el techo, y, aunque es más difícil, se puede”. El palmero Carlos Felipe Martell es profesor de Economía de la Universidad de La Laguna, pero en los últimos tiempos ha dado un exitoso salto desde el mundo de los números al de las letras. Este sábado ha presentado en la Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma el primer volumen de su trilogía ‘Palíndromo’ en un acto literario en el que ha estado acompañado, entre otros, por el folclorista e investigador etnográfico Talio Noda; el también escritor y profesor Anelio Rodríguez Concepción; el actor y director teatral Antonio Abdo y la agente literaria Carmen Martell.
La mente estadística de Carlos Felipe Martell, miembro del selecto Club Palindromista Internacional, está ‘amueblada’ de una forma bastante peculiar y derrocha ingenio. Construye palíndromos –palabras o frases que se pueden leer tanto de izquierda a derecha como de derecha a izquierda- de gran complejidad a velocidad de vértigo. “Es parte de una manía que tengo de leer al revés, y se me ocurrió que una manera original de escribir, dado que no tenía claro qué es lo que quería contar -y me cuesta contar una historia y desarrollarla en su totalidad sin adornarla- era meterle cosas originales a partir de los palíndromos, que me obligan a poner algunos detallas que, al final, parecen producto de una imaginación desbordante, pero parte de esa imaginación está dirigida por los propios palíndromo”, ha explicado a LA PALMA AHORA.
Asegura que “me siento un escritor al revés, porque yo no parto de una historia que luego desarrollo, sino que lo hago de una estructura; en el caso de la trilogía ‘Palíndromo’, desde una serie de piezas que son los palíndromos, es como si fueran piezas de un gran puzle, y tengo que buscar la manera de enlazarlas para construir la historia, y en este caso la historia va surgiendo poco a poco, me la susurran los palíndromos”, dice. Insiste en que “es como empezar la casa por el techo, es más difícil, pero sí se puede construir: no parto de la historia y la desarrollo, sino de recursos; en ‘Los privilegiados del azar’, partí de los recursos de mi vida, de la música, de la estadística, y luego desarrollé la historia”. En ‘El asesino del rap’ el punto de partida está “en los palíndromos, que aparentemente no tienen que ver unos con otros, construyo esa parte superior de la casa y luego voy desarrollando la historia hacia abajo”.
Pero el palíndromo, de entrada, puede asustar al lector por su dificultad. El propio Talio Noda, que presentó la obra, reconoció que “el libro me gusta y me atrapa, pero cuando lo estaba leyendo y llegaba a los palíndromos, me desconcertaban, porque yo pongo a todo un ritmo musical, y al tener que leer al revés se me rompía ese ritmo”. El autor se apresuró a aclarar que “el lector no se va a encontrar con un libro de palíndromos, se va a encontrar una historia de mucha intriga, que lo va a levantar de la silla y a cortarle la respiración, con mucho ritmo, con un desarrollo vertiginoso”. Y, además, aclaró, “se puede leer la novela prescindiendo de los palíndromos”.
La historia del ‘El asesino del rap’ comienza con un accidente en la autopista del norte de Tenerife. “Pero al profundizar en la investigación, parece que detrás del accidente hay un crimen muy bien organizado con un pez venenoso que no se encuentra en Canarias y, a partir de ahí, como la investigación no se cierra como accidental -que sería lo lógico- el asesino pierde los papeles y comienza a cometer nuevos crímenes y todos relacionados con el mundo del grupo de rap Ajos y Soja, que también es un palíndromo”, detalla.
Carlos Felipe Martell tiene ya otro regalo preparado para sus numerosos lectores: ‘Los custodios de la virgen’, una especie de continuación de su primera obra, ‘Los privilegiados del azar’, aunque se puede leer como un libro independiente, que “está relacionado con la Bajada de la Virgen y con Los Enanos; creo que es una historia bastante original que va a gustar mucho”, adelanta. “Entre abril y junio tiene que estar en la calle”, asegura.
En sus inicios como escritor, Carlos se sentía “un intruso, pero ahora escribe mucha gente y cada uno va buscando su hueco; pero siempre digo que el mundo de la escritura yo lo veo como una línea, donde en un extremo están los puristas, los que escriben lo que les sale del alma, y yo me sitúo en el extremo del ocio y el entretenimiento; escribo pensando en el lector, pero poniendo también toda mi alma en las novelas, eso sí”.