El oráculo de La Laguna
Los mandamases griegos consultaban todos sus líos, en su mayoría líos gratuitos que podían haberse ahorrado, al Oráculo de Delfos: Dime, oráculo, ¿derrotaremos a los persas? – Por supuesto, Milcíades, Atenas ganará, excepto si a las doce de la noche del día anterior el águila blanca vuela sobre el ágora. Es decir, el oráculo se cubría las espaldas, por si acaso, pues el oráculo no tenía puñetera idea. Pero algo parecido es el oráculo de la Universidad de La Laguna, con sus catastrofistas estudios sobre los volcanes y el clima: aunque los volcanes estallen en La Palma y haya cuatrocientos kilómetros cúbicos de lava debajo de ella, el Teide es más peligroso, tiene un corazoncito de lava y ahora suben unas burbujitas de gases, y sí, puede entrar en batalla lo mismo ahora que dentro de tropecientos años. Y sobre el clima tal cual, avanzamos hacia la desertización, por encima de los dos mil metros empezará nuestro particular Sahara canario, y luego, a fin de siglo, todos calvos, pero podría ser que haya cambios que alteren estas predicciones saharianas en que todos cruzaremos el desierto en camello y chilaba en plan Lawrence de Arabia, bueno podría ser que entonces tuviéramos petróleo y asunto arreglado, bueno, me quedo con el oráculo de Delfos que al menos lo del águila blanca tiene cierta poesía y además Delfos rima con Lesbos, que uno tiene su corazoncito y su burbujita feminista y en Lesbos las mujeres eran libres y no consultaban sus preferencias a ningún oráculo, digo yo, es una opinión muy personal.
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