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La Palma: una nueva economía para salir del estancamiento

Miguel Ángel Pulido

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La Palma es una isla que presenta un retroceso evidente respecto a las pautas de desarrollo del conjunto del archipiélago. Una isla que sufre, desde hace más de una década, una situación de estancamiento poblacional y económico, agravada por los efectos de la crisis, pero también por las erráticas políticas de recortes de los Gobiernos de España y de Canarias.

Pero es posible salir de esa situación, dado que la isla tiene recursos y capacidad para hacerlo, si somos capaces de cambiar las políticas de recortes, que han favorecido sólo a unos pocos, por una política de estímulo y crecimiento de la economía, que haga llegar el crédito a la pequeña y mediana empresa, que genere empleo y favorezca a la mayoría social, para hacer frente al paro -la mayor lacra social que sufre esta tierra- y a la creciente desigualdad. Para ello es necesario basar la nueva economía de la isla en tres ejes de actuación.

En primer lugar, es preciso dar un nuevo impulso al sector agrario, manteniendo las ayudas al sector platanero, modulando su sistema de reparto, pero modificando las ayudas del Régimen Específico de Abastecimiento para que las importaciones de productos cárnicos y derivados lácteos no compitan de manera desleal con las producciones locales. Y con esos recursos, que ahora se quedan en manos de los importadores, apoyar a otras producciones tanto agrícolas (como la vid o las papas) como ganaderas, favoreciendo la incorporación de jóvenes agricultores, para que se produzca el necesario relevo generacional, apoyando el desarrollo de la agricultura ecológica, siguiendo con la mejora de los canales de comercialización y favoreciendo el desarrollo agroindustrial. Todo ello con el objetivo de avanzar hacia una mayor soberanía alimentaria.

En segundo lugar, es necesario impulsar medidas que nos permitan avanzar en la modificación de nuestro modelo productivo insular, apostando por el desarrollo del sector servicios, del turismo, para generar nuevo tejido productivo y empleo, con un plan de inversiones estratégicas que permitan cualificar un producto turístico singular, poniendo en valor nuestros recursos –el turismo de las estrellas, el turismo termal o el turismo de la naturaleza y la salud- y atrayendo nueva inversión para incrementar la planta alojativa. Trabajando, al propio tiempo, en la mejora de la conectividad de la isla y poniendo en marcha un Plan de modernización y mejora de los núcleos turísticos tradicionales y el apoyo a Casitas de La Palma, para cualificar la oferta turística existente.

Y en tercer lugar, transformar radicalmente nuestro sistema energético insular, que hoy en día es peligrosamente dependiente del suministro exterior de combustibles fósiles, viejos, caducos y contaminantes, para avanzar hacia una mayor soberanía energético. La Palma 100% renovable tiene que convertirse en un lema alternativo que guíe la acción de gobierno, constituyendo un Consorcio Insular de la Energía, en el que participe el Cabildo junto a los 14 ayuntamientos, para poner en marcha la Central Hidroeléctrica del Mulato en San Andrés y Sauces y favorecer el desarrollo de las energías renovables, porque tenemos la mejor materia prima: viento, agua y sol. Todo ello, sin olvidarnos de incorporar a la isla a la red mundial de telecomunicaciones, a la economía de la investigación y del conocimiento científico y tecnológico, desbloqueando la inversión para la construcción del Parque Científico y Tecnológico Insular.

Ahora bien, estas políticas económicas deben ir acompañadas de acciones para transformar la realidad social de la isla. Las personas, especialmente las que están sufriendo en mayor medida las negativas consecuencias de la crisis, las que menos tienen, deben estar en el centro de la acción de cualquier gobierno que se precie. Por tanto, además de mejorar los servicios públicos esenciales como la educación y la sanidad, hay que financiar un plan de empleo y poner en marcha un plan de lucha contra la pobreza y la desigualdad social, estableciendo una renta básica mínima para las familias que no tienen ningún ingreso. Y como no, culminar las obras de rehabilitación y remodelación del antiguo Hospital de las Nieves para, junto a la Residencia de Pensionistas, contar con el gran complejo socio-sanitario que necesita una isla como la Palma, con unos altos índices de envejecimiento de su población, e impulsar un plan insular de accesibilidad universal para favorecer la integración de las personas con discapacidad, de tal forma que el objetivo final sea una isla 100% accesible.

Si elegimos este camino, apostando por una nueva economía social que nos permita salir del actual estancamiento, podemos transmitir a nuestra gente un mensaje de ilusión y esperanza en el futuro.

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