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La participación en clubs y asociaciones

Antonio Rodríguez

A pesar de la existencia de asociaciones y clubs donde sus máximos responsables cobran por la gestión de estos organismos, lo más común en Canarias es contar con personas desinteresadas que colaboran en la gestión de estas entidades del denominado Tercer Sector. De este modo son los intereses comunes los que animan a formar parte de estas entidades, tal y como indica el Diccionario de la Real Academia. Luchar por una misma finalidad empuja a las personas a crear una asociación, por tanto clubs y asociaciones aglutinan seres humanos para luchar por un beneficio común, que de manera individual no se podría alcanzar.

De esta forma, cuando una persona o un grupo de personas deciden ser los responsables de una entidad sin ánimo de lucro, sin remuneración alguna por sus tareas al frente de la mencionada entidad, claro que quieren obtener una recompensa, la misma que desea el resto de los asociados o socios/as de un club, por tanto lo que podamos exigir a esas personas debe ser lo que ética y moralmente nos exijamos a nosotros mismos, siempre y cuando estemos colaborando con esa asociación o club.

En los dos primeros párrafos se ha descrito lo que toda persona cabal e inteligente entiende de una asociación donde sus responsables no cobran por la gestión de la misma, da lo mismo que sea una agrupación folklórica o un club de petanca, se propone, se colabora y se trabaja conjuntamente con los gestores de esas organizaciones. Por supuesto sin obtener nada a cambio y sin críticas vacías de contenido hacia los responsables, porque lo que se espera al formar parte de un club o asociación es cooperar por el bien común de esa agrupación. Sin embargo en esta sociedad de egoísmo, por no decir palabras mal sonantes, donde nos ha tocado vivir, lo que encontramos ante un problema o falta de coordinación, son comentarios del tipo: “¿Para qué cogieron el cargo?”, “¿Para qué están ahí?”, “Y estos por qué me dejan sin la clase del niño?”, “¿Por qué decidieron ser directivos o directivas?”…, cuando la actitud de personas sensatas y maduras ante los compañeros y compañeras que se sacrifican por el resto es la siguiente: “Hemos detectado este problema, ¿En qué podemos ayudar?”, “¿Tienen quien les ayude?…”

Para finalizar dos ejemplos: La Asociación de Madres y Padres (AMPA) del colegio, y el Club de Padel. El AMPA organiza el servicio de acogida temprana, pero al detectar los padres un problema, sus comentarios son “Pues yo pago para que me cuiden y me enseñen a la niña, no para…”, y se ponen en contacto con los responsables de la Asociación exigiendo una solución inmediata, aunque estas personas no paguen la cuota del AMPA ni acudan a las reuniones. Lo racional en este caso y en otros es cooperar para encontrar una solución al problema. Algo similar pasa en el Club de Padel, donde al no disponer los asociados de una determinada clase se ponen en contacto con los miembros de la directiva reclamando, algunos con indignación, e indicando que están pagando por un servicio que no se está desempeñando. Una vez más todas esas personas se olvidan que no están contratando los servicios de una empresa o de una administración, donde sus responsables suelen tener buenos sueldos, y por tanto cabe una reclamación formal, están integrados en una asociación o club, que pertenece a todas las personas que componen la agrupación y que todas las personas que lo integran tienen el deber de interesarse, trabajar y colaborar por el bien de la entidad.

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