Tanda de penaltis
Las famosas remontadas del Real Madrid en su camino hacia la Champions han puesto de moda las remontadas. Fíjense ustedes que a un amigo que se estaba separando le pregunté cómo iba la cosa y me contestó que estaban remontando, que ya no se separaban. Así estamos todos remontando, como intrépidos surfistas, el tsunami de la inflación, de los precios de los combustibles, de la angustia que nos produce Ucrania, remontando el covid, ajustando las compras a la nueva situación y estirando el salario o la pensión como un chicle o el hilo de una telaraña. Remontando el volcán, el post volcán y remontando la sensación de que la recuperación del Valle de Aridane es un vehículo que avanza con el freno de mano puesto y muy cuesta arriba, sobre un camino ardiente y lleno de agujeros incandescentes, y perdonen que sea optimista. Nos puede animar el hecho de que al Madrid le daban un uno por ciento de posibilidades de remontar y acabó ganando. Nos resulta inquietante no tener una fecha, un límite temporal para remontar el volcán, no sabemos muy bien ni el cómo ni el cuándo, y sé que nos esforzamos en avanzar como ese burro al que la gente de acción espolea mientras los burócratas lo frenan tirándole del rabo. Sé que aún hay partido, aún hay tiempo para remontar, pero nos acercamos a la prórroga y espero que el partido se resuelva sin necesidad de llegar a la tanda de penaltis.
0