Querer y no poder
El fuego es aterrador
quema la vida en el suelo,
a las especies del cielo
las abrasa de calor.
Las que lo llevan peor
son las plantas, que no vuelan,
carbonizadas se quedan,
queriendo reverdecer,
un querer y no poder,
para que al final se mueran.
Jócamo, 5.X.2023
NOTA: Para los que dicen que los incendios son fenómenos normales recurrentes, que no hay que dramatizar y que en nuestras islas volcánicas deben contemplarse como un fenómeno habitual con el que la naturaleza se ha acostumbrado a convivir, les recomendaría un paseo por las cumbres quemadas de La Palma.
Ahora, sosegadamente, cuando se ha disipado el humo, no crepitan las llamas, no rugen los motores de los medios aéreos ni las sirenas de las motobombas... y han callado en los medios las tediosas ruedas de prensa ofrecidas por políticos que velan más por los votos que por la naturaleza muerta.
Es ahora, cuando se pueden contemplar los cadáveres en el campo de batalla, cuando los tímidos brotes verdes, respuesta instintiva de las plantas para agarrarse a la vida, se frustran y se marchitan para siempre, en un “quiero y no puedo” desesperado.
Es ahora, cuando hay que pasar balance de la catástrofe, que no causó víctimas humanas, pero sí truncó para siempre la vida a muchas otras especies como la nuestra, que no tendrán alma, ni son mascotas caseras, pero sí sienten y padecen. ¡No banalicemos los incendios ni caigamos en la trampa de creer que su gestión fue un éxito porque no hubo víctimas!
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