Aparece una parte de Belmaco desconocida
El yacimiento arqueológico de Belmaco, en el muncipio de Mazo, tiene una nueva veta. Según ha informado este viernes el Cabildo de un comunicado, el próximo lunes, 11 de marzo, a las 12:00 horas, se realizará una visita a la zona donde, tras las recientes lluvias, “ha aparecido una parte del yacimiento que no se había descubierto hasta ahora”. En la misma estarán presentes la consejera insular de Cultura y Patrimonio Histórico, María Victoria Hernández, y los arqueólogos Juan Francisco Navarro, Antonio Tejera y Jorge Pais.
El Consejo Insular de Aguas, en otro orden de cosas, según se informó el jueves en otra nota de prensa después de una reunión donde se analizó en el Cabildo las distintas acciones a realizar en el municipio para contrarrestar los efectos de las lluvias, estudiará la solución técnica que “garantice el paso de caudales por el entorno de la Cueva de Belmaco, que ha sido fuertemente castigada por el paso de dicho flujo”. En este enclave se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importante de Canarias.
La cueva de Belmaco, según se explica en un documento del Ayuntamiento de Mazo, se encuentra situada en un caboco del barranco de las Cuevas, junto a la carretera comarcal de Santa Cruz de la Palma a Fuencaliente. Está orientada hacia el sur-sureste y mide unos 35 metros de largo y su altura en el punto máximo es de 10 metros.
En el siglo XVIII se hallaron en Belmaco los primeros petroglifos descubiertos en las Islas Canarias. La importancia de estas inscripciones en piedra, convirtió el lugar en un punto de referencia y visita para los investigadores interesados en el pasado de La Palma y de las Islas Canarias.
El conjunto arqueológico de Belmaco lo forman diez cuevas naturales de habitación y una magnífica estación de grabados rupestres. En estas cuevas vivían los benahoaritas, antiguos pobladores de Benahoare (nombre con el que se designaba a La Palma).
En la cueva de Belmaco se encuentran cuatro piedras que tienen grabadas una de sus caras, dos fueron descubiertas por casualidad en 1752 por Domingo Van de Walle y las otras dos a finales del siglo XX, en las excavaciones realizadas por Luis Diego Cuscoy. Los grabados de estas piedras se hicieron con la técnica del picado, formando un surco de diversa profundidad y anchura. Los motivos de estos grabados son similares a los encontrados en otros rincones de la Isla de La Palma, donde la línea curva es la dominante, formando trazos serpenteantes, con espirales y círculos encajados uno dentro de otro. Estas inscripciones han sido interpretadas de muy distinta manera y hoy no se puede afirmar nada acerca del verdadero significado de dichos petroglifos.
En el año 1984, la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias incoaba expediente para declarar a la Cueva de Belmaco como monumento histórico-artístico. En el año 1991 se presentaba oficialmente el Plan de Conservación de la Zona de Belmaco, que pretendía la consecución estudio y revalorización del yacimiento arqueológico, creando un museo y un espacio lúdico-cultural, dado el potencial cultural y turístico de la zona. Realizadas las correspondientes obras de restauración y mejora del lugar, se inaugura el Parque Arqueológico en el año 1999.