Pescadito fresco y amabilidad

Milagros (i), Juani y Rosy muestran los frutos del mar que venden en la pescadería. Foto: LUZ RODRÍGUEZ.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Comprar en la pescadería de la Cofradía de Pescadores Nuestra Señora de Las Nieves de Santa Cruz de La Palma es un verdadero lujo. El pescado llega vivo, oliendo con intensidad a mar, y las pescaderas miman a sus clientes, derrochan amabilidad detrás del mostrador. Para algunos entendidos del sector, este establecimiento, inaugurado en el año 2000, “es modélico” en Canarias por la calidad de la materia prima que ofrece y las medidas higiénicas que se aplican en el local.

El fruto del mar brilla en las vitrinas de la Pescadería del Muelle: sardinas, chicharros, caballas, morenas, viejas, pejes perro, sargos, alfonsiños, cabrillas, burros, camarones, gallos, abadejos, meros, congrios… se muestran en los expositores recién salidos de las frías aguas del Atlántico. “Llega el barco a las escaleritas, pasamos el pescado por el punto de venta porque es obligado, y lo subimos a la pescadería; lo que vendemos aquí es lo que se coge en el día”, ha explicado a La Palma Ahora la pescadera Milagro Pérez, un mujer enjuta y enérgica que nunca pierde la sonrisa ni la buenas formas. A Milagros y a sus compañeras, Juani González y Rosy Hernández, hay que puntuarlas con un diez en profesionalidad.

Pero el público también responde. “La pescadería siempre está llena de gente; tenemos clientes fijos -algunos vienen casi todos los días- y los tratamos lo mejor que podemos, aunque, como todo el mundo, alguna vez hemos metido la pata, pero intentamos que salgan contentos de aquí; nunca nos han pedido el libro de reclamaciones”, asegura Milagros, y añade: “Nuestra clientela es muy buena, nos encanta, estamos contentísimas con la gente que nos compra porque nosotros comemos de aquí”.

La crisis también se ha notado en la Pescadería del Muelle, pero no ha sido muy acuciante. “La hemos sentido como en todos sitios, pero los palmeros comen pescado; no nos quejamos; pienso que somos privilegiadas porque vendemos pescadito en día malos”, dice Milagro con satisfacción.

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