El niño que escapó de la guerra del coltán y recorrió un continente para estudiar

El escritor. Kabwende Nsungu Elvis en el Festival Periplo, de Tenerife

Natalia G. Vargas

Santa Cruz de Tenerife —

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La única imagen que Elvis tiene de su pueblo natal es la guerra. Nació en 1998, el mismo año que estalló el conflicto del coltán en la República Democrática del Congo. No conoció a su madre. Ella murió en el parto. Su padre no pudo superarlo y se refugió en el alcohol. En un pasado que él describe como “oscuro y negativo”, una frase de su abuela se transformó en su obsesión y su meta: “Si quieres conocer mundo, tienes que leer y estudiar mucho”. A los 13 años salió del Congo con ese propósito. Sin ningún recurso, recorrió más de una decena de países del continente africano para formarse. Lo consiguió. Ahora, graduado en Derecho, Kabwende Nsungu Elvis ha recogido todas las luces y las sombras de su periplo en su primer libro: Lo que la noche le debe al día. 

“Los recuerdos que yo tengo de mi pueblo, Bukunga, son de matanza, sufrimiento y sin alegría. Pero yo tenía un sueño: estudiar”, cuenta. Aunque sabía que tenía que salir de su aldea para lograrlo, en su mente nunca estuvo Europa. Elvis quería llegar a Marruecos. Allí pudo estudiar en la Universidad Mohammed XV de Rabat. En 2021, obtuvo una beca de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo para realizar un máster en relaciones hispanoafricanas en Gran Canaria. Desde allí se ha trasladado este mes a Tenerife para participar en Periplo, el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras.

Cuando terminó primaria, recorrió 30 kilómetros en busca de un instituto. “Allí pedí ayuda al director, que aceptó que estudiara gratis. Pasé dos años ahí, pero luego la guerra se fue acercando. Tenía que irme. Tenía que alejarme para no morir”, relata. Se alejó un poco más de Bukunga. A 50 kilómetros de su casa perdió el contacto con su familia. “Desde 2009 hasta hoy no sé dónde están”, confiesa. “En el lugar en el que estábamos las condiciones para estudiar no eran buenas. No tenía libros. Un día un amigo me dijo que si quería estudiar bien y ser útil a mi patria tenía que irme a una ciudad donde poder abrir mi mente”. 

Tomó un tren y se fue a la ciudad de Lubumbashi. Su casa ya quedaba a 1.500 kilómetros. “Todo era muy feo en aquel tiempo. Las crisis económicas, políticas, culturales… Tenía que tener confianza en dios”. En este enclave del sur del Congo, Elvis pasó mucho tiempo viviendo en la calle. “Es la jungla. Hay muchos peligros que no se pueden explicar. En cualquier momento te pueden matar. Siempre pienso en la parte positiva. No quiero recordar muy bien lo que pasó para no tener un trauma”, sostiene. 

Sudáfrica, Tanzania, Senegal

En 2011 empezó a andar. Pasó por Zambia y después por Sudáfrica. Elvis, que no cargaba nada más que sus ganas de aprender, se las ingenió para atravesar fronteras. A veces a pie, otras en guagua y otras pidiendo a quienes pasaban por su lado que le subieran en sus motos, coches o bicicletas. En su viaje tuvo que cambiar de nombre hasta siete veces.

Del sur del continente pasó al este. “En Tanzania encontré una familia que me dio el amor que nunca tuve en mi pueblo”, recuerda. Allí estuvo unos años, hasta que volvió a marcharse. Esta vez, a Burkina Fasso. El joven congoleño tenía grandes expectativas sobre este país. Allí nació uno de sus referentes políticos. Thomas Sankara, también conocido como el Che Guevara africano. “Fue un capitán que salvó a su pueblo”, sostiene orgulloso. También esas eran sus intenciones cuando salió del Congo. 

Burkina Fasso, Ghana, Costa de Marfil, Malí y Senegal fueron sus siguientes pasos. “En Dakar pasé más de cinco meses. Allí conocí a un policía que me ayudó y me daba comida”. Cruzó la frontera hasta Mauritania, donde se hizo pasar por un ciudadano de Gabón. Las autoridades lo descubrieron y pasó dos meses en una cárcel mauritana, hasta que un abogado que pasó por allí lo logró liberar. Se marchó a Argelia y desde Argel a su objetivo: Marruecos.

“El 20 de octubre de 2014, con 16 años, entré al país. Allí los congoleños me llevaron a un gueto donde tenía que trabajar para cobrar dinero”, resume. Diez países, un mes y cuatro días después llegó a Rabat. “Una señora de Bélgica me aceptó en su escuela para estudiar francés. Después conocí a muchas personas que me ayudaron y pude entrar a la Universidad de Mohamed XV”. 

Elvis terminó la carrera de Derecho y se especializó en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. En Marruecos, conoció a la periodista española Carla Fibla, que le apoyó en la obtención de la beca que ahora disfruta en Canarias. Desde que huyó con 13 años, no ha vuelto al Congo. Ahora su mirada está en Bilbao, donde quiere encontrar trabajo. 

Su libro, Lo que la noche le debe al día, está en español y en francés y se distribuye en Barcelona y en París.  “La noche se refiere a mi vida en el pueblo. Sin amor, en medio de una guerra civil y preguntándome por qué no he tenido una infancia como los demás. El día es mi felicidad, mi derecho a ser educado, a tener una buena vida, a ser alguien”, explica.

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