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Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

Miles de personas desafían a la Junta Electoral

Se pretendía terminar con la protesta que se desarrolla en Madrid, pero ha ocurrido lo contrario. Ni siquiera los nubarrones desmotivaron a la amalgama de jóvenes, estudiantes, parados y demás colectivos descontentos. Una multitud tranquila que, en su gran mayoría, ha preferido dejar las banderas políticas en casa pero que no por ello deja de reivindicar una democracia más participativa y un sistema más justo. A pesar de la prohibición expresa de la concentración por parte de la Junta Electoral, que considera que afecta al normal desarrollo de las elecciones, un reguero de manifestantes se fue acomodando en la Puerta del Sol a partir de las 20.00, hasta llenarla por completo. Lemas como “lo llaman democracia y no lo es” o “la voz del pueblo no es ilegal” dan testimonio de que el movimiento del 15-M no se ha visto diezmado. El PSOE, el PP o el banquero Emilio Botín son algunos de los protagonistas de sus cánticos, en los que no suelen salir bien parados.

Entre los asistentes se respiraba un cierto nerviosismo, pero también alivio, al ver el éxito del pulso que acababan de afrontar. El desalojo no parecía probable. “No nos pueden echar”, explicaba Israel, un joven licenciado de Ciencias Políticas que cree que estas acciones tienen consecuencias muy positivas. “Se está creando un tejido asociativo y una serie de prácticas muy saludables”, explica, mientras consulta Twitter desde su móvil. Es complicado encontrar una cifra de asistentes exacta y fiable: se habla de “miles”, lo que era obvio al ver que la plaza está abarrotada.

En los andenes del Metro y en los trenes de Cercanías se repetía a los viajeros que no debían participar en este acto. La policía se desplegó por los alrededores e intentó desincentivar a algunos viandantes. “Me han preguntado si era consciente de que iba a hacer algo ilegal”, comenta Jorge, contento por haber localizado a sus amigos en una multitud que no pierde de vista a las fuerzas de seguridad, y que reprende a todo aquel pueda dañar la imagen de civismo que pretenden dar. “Una excusa no les des”, gritaron cuando algunos de lo que se han subido a los andamios empezaron a romper un cartel publicitario.

Uno de los poco momentos de tensión se ha vivido, según la agencia EUROPA PRESS, cuando varias personas, entre ellos un hombre de unos sesenta años, han accedido a la plaza portando banderas de España. En ese momento, un grupo de manifestantes, próximos a él, han comenzado a increparle y a abuchearle. También se han oído algunos gritos en contra de la Monarquía y proclamas a favor de la República. No obstante, han sido mayoría los que han terminado coreando consignas como “no queremos ninguna bandera”.

Asamblea en pleno centro

“Por favor, no bebáis ni fuméis porros, tenemos que seguir demostrando que esto no es un botellón, que se vea el espíritu”, recordaba el precario sistema de altavoces. “Pedid a los que están haciendo batukada que paren”, solicitó de paso, porque los tambores empezaron a sonar cuando se extendió la noticia de que el desalojo no se va a producir.

La noche anterior, se plantaron en Sol unas 3000 personas. No se limitaron a gritar consignas: se repartieron el trabajo en distintas comisiones y levantaron el campamento. Les animaba el éxito de la manifestación del 15-M, convocada por Democracia Real Ya, que congregó a más de 20.000 personas según la policía, y pretendían que no se repitiera el desalojo sufrido esa misma noche. Carteles de cartón indicaban dónde debían reunirse los que interesados en colaborar en grupos de infraestructura o comunicación. Cualquiera puede pedir el turno de palabra y empuñar el megáfono para explicar sus propuestas. Las más celebradas reciben el “aplauso mudo”, que consiste en agitar las manos en alto. “Así no obligamos a nadie a dejar de hablar y ganamos tiempo”, recuerda alguien a los que se incorporan.

Hay quien aprovecha su turno para divagar. Por lo general, se le escucha con paciencia. “¿Alguna propuesta?”, es la manera frecuente de invitarle a concretar las críticas a las pocas opciones laborales o la escasa participación que el sistema parlamentario ofrece. Aún quedan muchas preguntas en el aire, que recogen muchas intervenciones: “¿Qué medidas concretas buscamos?” y “¿cómo las vamos a lograr?” son algunas de ellas. De momento, lo único que parece claro es que no se mueven de la Puerta del Sol.

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