Cuatro incógnitas científicas aún por resolver tras cuatro semanas de lucha contra la COVID-19

Imagen del SARS-CoV-2 (en amarillo) aislado en un paciente de EEUU saliendo de la superficie de las células (en azul y rosa).

Adrián Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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La pandemia de la COVID-19 ha congelado la actividad económica y social de todo el planeta, pero ha revolucionado el trabajo en los laboratorios. Conocer mejor al virus es esencial para poder aplacarlo y dar la vuelta a la crisis. El desarrollo científico ha avanzado a un ritmo desenfrenado, pero aún nos queda mucho por saber. Repasamos cuatro de las cuestiones claves para el tratamiento de la enfermedad y para la gestión de la pandemia a medio y largo plazo.

¿Qué papel juega el sistema inmune en el desarrollo de la enfermedad?

¿Qué papel juega el sistema inmune en el desarrollo de la enfermedad?Hay investigaciones que apuntan a que la excesiva respuesta del sistema inmune, y no el virus en sí, podría estar detrás de los casos más graves de COVID-19. Algunos medicamentos podrían frenar esta reacción, pero otros expertos temen que reduzcan la capacidad del cuerpo para atacar al virus.

Según publica la agencia Sinc, los altos niveles en sangre de interleucina-6 (IL6), una proteína que activa la respuesta inmune, se asocian a una respuesta de defensa excesiva que se vuelve en contra del propio paciente: se desencadena una inflamación exagerada que no cura sino lo contrario, y que es, en última instancia, la causa de las neumonías graves y, en algunos casos, de muerte.

Esto es lo que los inmunólogos llaman una “tormenta de citoquinas”, un fenómeno que también produjo los casos más graves de las anteriores epidemias con coronavirus, el SARS-CoV-1 y MERS, y que se cree que estuvo detrás de la gran mortalidad durante la terrible gripe española de 1918.

El tocilizumab es un fármaco aprobado contra la artritis reumatoide que bloquea la IL6. Ya ha empezado a usarse de manera experimental en casos graves de COVID-19, pero, según Cecilia Muñoz Calleja, especialista del servicio de Inmunología del Hospital de La Princesa en Madrid, aún “faltan datos”.

En hospitales italianos se ha visto que el tocilizumab podría ser efectivo cuando la IL6 supera ciertos niveles en sangre, si hay neumonía bilateral, dificultad para respirar y si en dos días se observa un empeoramiento, pero Muñoz Calleja teme que para entonces sea “demasiado tarde” para ayudar a los pacientes.

Las promesas de frenar el sistema inmune podrían crear graves problemas si, debido a la escasez de tocilizumab, los médicos se ven empujados a probar otros tipos de medicamentos que atenúan la respuesta inmune en general. Un artículo en la revista Nature advierte de los peligros del uso a la desesperada de medicamentos que pueden suprimir partes clave de la respuesta del cuerpo contra el SARS-CoV-2. “No puedes noquear al sistema inmune cuando está luchando contra una infección”, dice Daniel Chen, inmunólogo y jefe médico de la empresa biomédica IGM.

¿Cuál es el alcance real de la enfermedad?

¿Cuál es el alcance real de la enfermedad?Más allá del tratamiento de casos individuales, los datos del avance de la pandemia entre la población son esenciales para la toma de decisiones sobre su gestión a gran escala. En Canarias hay unos 2.000 casos registrados, con cerca de 180.000 en España y dos millones en todo el mundo. Sin embargo, los números oficiales solo muestran la punta del iceberg. Los gobiernos saben cuántas personas han dado positivo, cuántas hay en los hospitales y cuántas están siendo atendidas telefónicamente, pero la mayoría de los expertos coinciden en que esos no son los datos reales de la pandemia.

Obtener un recuento fiable de todos los afectados por la pandemia es especialmente difícil en el caso de la COVID-19 porque muchos de los infectados son asintomáticos o tienen síntomas leves similares a los de la gripe común. Esto complica seriamente el control del virus y facilitó que explotase inicialmente en China.

Para obtener datos más fiables, los científicos han desarrollado distintos métodos, pero aun así sus números se mueven en una horquilla muy amplia. Un estudio del Imperial College de Londres del día 30 de marzo estimó, a partir de las muertes registradas, que el coronavirus ya había afectado a entre el 3,7% y el 41% de la población española, con el número más probable de afectados rondando los siete millones, muy lejos de los números oficiales.

Con el objetivo de conocer la situación real de la pandemia en España, el Gobierno ha lanzado un estudio de seroprevalencia que someterá a pruebas de inmunidad a 60.000 habitantes. El estudio no buscará la presencia del virus, como hacen las pruebas PCR para detectar positivos, sino la presencia de anticuerpos para determinar si el paciente ha pasado la enfermedad. A partir de esta muestra representativa, formada por un mínimo de 600 personas de cada provincia y ciudad autónoma, el Gobierno tendrá mejores datos sobre el alcance del virus en el país para tomar decisiones sobre su control y la reapertura paulatina del país.

¿Cómo será la siguiente oleada del virus?

¿Cómo será la siguiente oleada del virus?Ahora mismo, todos los datos que tenemos apuntan a que Canarias y – en un menor grado – el conjunto de España, han aplanado la curva tras alcanzar el pico de la primera oleada del coronavirus. Tras más de cuatro semanas de confinamiento, el país vuelve a abrirse poco a poco, pero la amenaza de un nuevo pico de contagios es impredecible y preocupante.

Reducir el riesgo de una segunda oleada depende de mantener cuanto sea necesario las medidas de distanciamiento social y restricción de los desplazamientos, como ha advertido un grupo de científicos en un artículo en la revista médica The Lancet. Un estudio publicado en Science pronostica que las medidas de distanciamiento podrían ser necesarias hasta 2022, aunque sea de manera atenuada o intermitente.

Más allá de las medidas tomadas por el Gobierno, una cuestión esencial para determinar la evolución del virus en el futuro es la inmunidad que producen aquellos que pasan la enfermedad. Algunos investigadores han pronosticado segundas oleadas menos fuertes en las zonas que fueron más afectadas por la primera.

Sin embargo, hay voces que alertan de que la inmunidad de los que pasan el virus también es limitada. Según dijo el virólogo del Imperial College de Londres a The Guardian, “servirá de protección contra futuras infecciones, pero es improbable que esta protección sea de por vida”. Skinner cree que esta inmunidad durará uno o dos años, “como ocurre con otros coronavirus que afectan a los humanos”.

Esto significaría que, incluso si la mayoría de la población pasa la COVID-19, el virus seguirá entre nosotros a largo plazo, aunque de manera más estable y menos peligrosa. Luis Enjuanes, el mayor experto en coronavirus de España, ha dicho también que es “muy probable” que el virus se atenúe y vuelva cada invierno como hace la gripe.

¿Cuándo tendremos una vacuna?

¿Cuándo tendremos una vacuna?Según todos los expertos, la única manera de dejar atrás definitivamente los estragos del nuevo coronavirus es desarrollar y producir una vacuna accesible para toda la población. La búsqueda de esta vacuna ha desatado una carrera sin igual en la investigación biomédica, pero aún quedan meses de espera para ver resultados.

China y EEUU se lanzaron a hacer pruebas clínicas de sus vacunas en tiempo récord, saltándose incluso las pruebas en animales en un paso inédito y polémico. Ahora mismo hay en todo el mundo más de 100 candidatas a vacunas que hacen uso una gran diversidad de técnicas e innovaciones.

En un artículo publicado en Nature, investigadores de la Coalición para las innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) pronostican que habrá una vacuna viable a principios de 2021. Esto significaría una reducción drástica del tiempo de desarrollo de una vacuna, de la media de diez años a poco más de uno.

Una vez los investigadores hayan desarrollado una vacuna viable, el siguiente paso será asegurar que esté disponible para todos. Muchos han advertido de los peligros de un cuello de botella en la producción y de una distribución determinada por las reglas del mercado. Los investigadores del CEPI subrayan la importancia de la coordinación y la cooperación entre investigadores, farmacéuticas, inversores e instituciones para asegurar que, una vez desarrollada, la vacuna “se produzca en cantidades suficientes y se suministre de manera equitativa en todas las áreas afectadas, especialmente las regiones con menos recursos”.

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