Cuando José Manuel Soria propuso un pacto PSOE-PP para “regenerar Canarias” desalojando a CC

(IMAGEN DE ARCHIVO) El exministro de Industria, José Manuel Soria, y el líder del PP en Canarias, Asier Antona.

Carlos Sosa

Las Palmas de Gran Canaria —

“Hay que regenerar la política canaria y protagonizar el cambio que precisan las islas”. Con estas palabras, pronunciadas ante la prensa tras una reunión de la dirección del PP canario, su presidente, José Manuel Soria, lanzaba el 4 de abril de 2012 una oferta pública al PSOE: un pacto “por higiene democrática” que desalojara a Coalición Canaria de las instituciones autonómicas y colocara a un presidente popular apoyado por los socialistas mediante una fórmula de Gobierno jamás probada, pero que él lanzaba en nombre del “interés general” del Archipiélago. Siete años después, José Manuel Soria maniobra desde su supuesto retiro para que su partido depure al presidente del PP canario, Asier Antona, y a su equipo por haberse negado a pactar con Coalición Canaria y por haber tanteado un pacto con los socialistas.

La oferta que lanzó Soria del modo solemne que él imprimía a sus comparecencias públicas, no fue tenida en cuenta por el PSOE, entonces dirigido por José Miguel Pérez, que en aquellos momentos se disponía a celebrar el primer año como vicepresidente de un Ejecutivo con Coalición Canaria a cuyo frente se encontraba Paulino Rivero (2011-2015). El único pacto que cumplió con los cuatro años de legislatura sin finales abruptos como el que, en octubre de 2010, siete meses antes de las elecciones autonómicas, condujo a la destitución de José Manuel Soria como vicepresidente y a la inauguración del primer periodo en el que sufrió los rigores de la oposición, hasta que Mariano Rajoy lo hizo ministro de Industria en diciembre de 2011.

Soria pretendía pasar factura a Paulino Rivero por aquella destitución, bastante habitual en los presidentes de Coalición Canaria frente a sus recurrentes socios el PP. Antes lo había hecho Adán Martín, ya fallecido, cuando ordenó el cese de todos los consejeros conservadores de su gabinete a mitad de la legislatura 2003-2007, entre otras cosas por los escándalos relacionados con un concurso eólico que acabó en los tribunales y que recientemente finalizó con condenas al exdirector general de Industria, del PP, una consejería que dirigía Luis Soria, hermano del exministro.

Las relaciones entre José Manuel Soria y Paulino Rivero, presidente del Gobierno y de Coalición Canaria, entraron en barrena a partir de aquel episodio de la destitución de octubre de 2010, fruto también de la desconfianza que se instaló entre ambos desde que se descubrió que el vicepresidente y consejero de Hacienda (Soria) trataba de allanarse en una demanda de 102 millones de euros que interpuso contra la Comunidad Autónoma un empresario que reclamaba unos derechos mineros sobre la montaña de Tebeto, en Fuerteventura, sobre la que se suspendieron unos permisos extractivos. Rivero tomó las riendas del asunto, lo condujo ante el Tribunal Supremo y evitó, con una sentencia favorable, aquella sangría presupuestaria en plena crisis económica.

La venganza de Soria, ya investido ministro, tuvo varios frentes. Además de la oferta al PSOE para que rompiera con Coalición Canaria y pactara con el PP un Gobierno de “regeneración política”, el líder de los populares canarios desempolvó de su ministerio unos viejos permisos para prospecciones petrolíferas a favor de Repsol frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura y se presentó como el adalid de una revolución económica para las islas capaz de acabar con el paro o, al menos, reducirlo a cifras residuales.

La respuesta del Gobierno de Canarias y de otras instituciones, como el Cabildo de Lanzarote, fue durísima y en todos los frentes, incluido el de las movilizaciones populares. El enconamiento de las relaciones con Madrid llevó al despertar de viejos sentimientos, incluso separatistas, y a que el presidente Rivero declarara públicamente la desafección de Canarias frente al “atropello” del Estado. Las relaciones pasaron a ser nulas.

Es en este contexto en el que José Manuel Soria propuso un pacto “de regeneración” a los socialistas, reservándose para su partido la presidencia del Gobierno valiéndose de la condición de fuerza con más escaños, y la mitad de las consejerías, tres, al decidir reducirlas en dos. La propuesta contenía también dejar a la mitad el número de asesores y una viceconsejería por departamento.

La oferta iba tan en serio que el exministro detalló aspectos del programa que iba a proponer al PSOE: recuperar “la necesaria relación institucional” con el Gobierno del Estado; reformar el sistema electoral canario; “no usar el dinero público para financiar campañas partidistas” y “flexibilizar la legislación del suelo para que todos los ayuntamientos puedan tener su plan general aprobado antes de que finalice 2013”, es decir, en un plazo no superior a un año y medio.

La regeneración ya no es problema

¿Qué ha cambiado en estos siete años para que Soria haya pasado de querer desalojar a Coalición Canaria de todas las instituciones a dar la batalla para que el PP la mantuviera otros cuatro años más en el poder y que, al no conseguirlo, haya pedido la cabeza de su sucesor, Asier Antona?

Varias cosas. La primera, sin duda, que ya no está al frente de CC ni lo estaba del Gobierno su enemigo Paulino Rivero, al que juró todos los males de la política y de fuera de la política. La segunda, su relación con Fernando Clavijo, el presidente saliente, al que ayudó desde el Gobierno del Estado a desbancar a Paulino Rivero en el proceso interno previo a las elecciones de 2015. Pronto se convirtieron en amigos.

Las demás razones tienen mucho que ver con la actividad profesional que José Manuel Soria comenzó a desempeñar desde que se vio obligado a abandonar la política en abril de 2016 tras su aparición en los papeles de Panamá y el descubrimiento de que operaba con empresas y cuentas en paraísos fiscales. A través de la empresa Sorben Partners, creada en febrero de 2017, el exministro se dedica a asesorar a grandes compañías tanto canarias como nacionales e internacionales en diversos asuntos, muchos de los cuales tienen que ver precisamente con las administraciones públicas: desde concesiones portuarias a licencias urbanísticas para grandes cadenas hoteleras, pasando por la defensa internacional de sectores como el de la automoción, dentro del cual representa los intereses del importador-exportador de Volkswagen Domingo Alonso, S.A., de cuyo consejo de administración forma parte. España está en estos momentos pendiente de que se confirmen fuertes sanciones económicas por no haber actuado con la contundencia exigida por las autoridades comunitarias frente al dieselgate protagonizado, entre otras, por esta marca alemana de automóviles. El ministro que miró para otro lado fue Soria.

Una administración en manos de Coalición Canaria es para determinados tipos de negocios mucho más ventajosa que una del Partido Socialista en la que, además, en este caso se encuentra también Unidas Podemos. De este modo podría explicarse que, para esta ocasión, Soria haya olvidado su llamada a la regeneración política formulada en 2012 para desalojar a Coalición Canaria del poder.

A José Manuel Soria le atribuyen tres fuentes conocedoras de las negociaciones frustradas entre CC y el PP sus intentos por que ese pacto fraguara frente al de progreso que, finalmente, se ha hecho con el Gobierno regional. En coordinación con Fernando Clavijo, que acudió al menos dos veces a la sede nacional del PP puenteando a los populares canarios, el exministro apadrinó las condiciones de los nacionalistas, consistentes primero, en colocar a Antona como presidente del Gobierno con escasas atribuciones ejecutivas, y luego, en removerlo para que la presidenta fuera su número dos, Australia Navarro, secretaria general vinculada eternamente a Soria.

Antona se negó a aceptar cualquiera de esos dos escenarios y echó un pulso a Génova que todavía no ha tenido su desenlace. Pero fue la negativa de Fernando Clavijo a apearse del Gobierno -como exigía Ciudadanos por su imputación en el caso Grúas- la que finalmente dio al traste con el pacto por la derecha.

Desde la privilegiada posición que ocupa por sus relaciones con Pablo Casado, al que ayudó de manera abierta a obtener la presidencia del PP en su último congreso nacional, Soria presiona ahora a la dirección nacional para provocar la destitución de la cúpula autonómica y la creación de una gestora “de larga duración” que le permita volver a controlar el partido desde su domicilio familiar y el social de su empresa en el acomodado barrio de Tafira Alta.

Para la operación le vuelve a apoyar el periódico El Mundo, el único de circulación nacional que se está haciendo eco de la crisis del PP canario. En los chats de los populares circula desde hace días un ilustrativo pantallazo sobre las subvenciones a fondo perdido que en el año 2014 concedió el Ministerio de Industria a Unidad Editorial, empresa editora de ese diario, para su transformación digital: un millón de euros.

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