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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Los quiebros y contradicciones del presidente de Canarias frente al 20A, la protesta ciudadana que quiere ser “histórica”

Protesta de la organización Canarias se agota contra Cuna del Alma, en La Laguna, este jueves, y Fernando Clavijo.

Dácil Jiménez

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Canarias está a menos de una semana de salir a la calle (se prevé que masivamente) para pedir un cambio en su modelo de desarrollo y crecimiento en favor de uno más sostenible y respetuoso no solo con el territorio, frágil y fragmentado, sino también con sus gentes, que se ven desplazadas ante la presencia, cada vez mayor, de turistas y nuevos residentes con mayor poder adquisitivo. Será este sábado, 20 de abril (20A), cuando en todas las islas, de forma simultánea, se produzcan concentraciones o manifestaciones para decir que Canarias tiene un límite. Además, canarios desplazados fuera de las Islas también secundarán este movimiento eminentemente social, pero al que también respaldan abiertamente algunos partidos políticos y sindicatos. Así, hay convocadas también concentraciones en Madrid, Málaga, Barcelona, Granada, Berlín y Londres.

Fue hace aproximadamente un mes, a mediados de marzo, cuando comenzó a circular por redes sociales la convocatoria de una manifestación en la isla de Tenerife con el objetivo de ser la movilización “más grande de la historia” de la isla con el lema Canarias tiene un límite. Esta isla es, de lejos, en la que más proyectos turísticos y no turísticos han enfadado a la población. Las reivindicaciones más multitudinarias comenzaron hace ya dos años contra el proyecto denominado Cuna del Alma. Dos familias multimillonarias belgas pretenden urbanizar un barranco, hasta ahora virgen, y una playa en el suroeste de la isla levantando un hotel y 420 villas de lujo, restaurantes, piscina y un huerto ecológico, además de construir en la playa, cuya arena y aguas pertenecen a una Zona de Especial Conservación (ZEC), un pantalán privado para embarcaciones. Además, el proyecto elimina aparcamientos públicos, con lo que viene a dificultar (o intentar erradicar) la presencia de personas que no estén alojadas en el hotel o en las villas.

Pero es mucho más que Cuna del Alma: es el hotel en la playa de La Tejita, el Circuito del Motor, el puerto de Fonsalía, una segunda pista en el Aeropuerto de Tenerife Sur, la ampliación del Aeropuerto de Los Rodeos, los trenes al norte y al sur de la isla (con un coste de más de 5.000 millones de euros), es la emergencia hídrica declarada en marzo y la restricción del uso del agua en varios municipios pero sin medidas que afecten al sector turístico, es la emergencia energética, es la masificación en zonas rurales como el Parque de Anaga o el Parque Nacional del Teide, son los atascos debido a la alta densidad de vehículos en la isla, y es también la enorme dificultad para encontrar una vivienda a un precio asequible, ya no solo en zonas de costa, sino en La Laguna o Santa Cruz.

Apostar por la llegada de nómadas digitales después de la pandemia y el crecimiento imparable del alquiler vacacional, además de la llegada de decenas de miles de nuevos residentes en los últimos años, combinado con los segundos sueldos más bajos del país, el menor coste laboral de España y los niveles de riesgo de pobreza y exclusión por encima del 33% de la población mientras el turismo bate récords de llegadas y de gasto de los visitantes en las islas han acabado por rebosar el vaso de la paciencia de los isleños. Y no es un problema exclusivo de Tenerife. Una a una el resto de islas del Archipiélago se fueron sumando y ahora la convocatoria ha traspasado fronteras.

Y a medida que ha ido creciendo la relevancia de este movimiento social, el discurso político de quien preside el Gobierno regional ha dado tantos giros, quiebros y bandazos que a día de hoy no está claro si incluso acudirá a la manifestación.

De la turismofobia a ir a la protesta, si fuera “un ciudadano normal”

Hagamos memoria: a los pocos días de convocarse la manifestación de Tenerife, cuando solo existía una protesta en esa isla y la secundaban apenas una decenas de colectivos ecologistas y cívicos, Fernando Clavijo, de Coalición Canaria, se refirió al trasfondo de las protestas como “turismofobia” y pidió “sentido común” porque el turismo es el motor de la economía y no se puede decir nada en su contra.

Este mensaje coincidió con el de la patronal hotelera y extrahotelera de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Ashotel, cuyo vicepresidente encendió los ánimos aún más al decir que “a la vaca que da leche hay que dejarla tranquilita”, unas palabras por las que hasta ahora nadie ha pedido disculpas.

Cierto es que un mes antes de que se produjera la convocatoria, el propio Clavijo afirmó en el Parlamento canario en febrero que el turismo es la “industria líder” del archipiélago y, por ello, le instó a “tirar” de otros sectores como la agricultura y la industria, y a subir salarios para lograr una mejor redistribución de la riqueza. Fue su respuesta a una pregunta del diputado de ASG, Casimiro Curbelo, en la sesión de control al Gobierno regional. Entonces Clavijo ya se mostró contrario a cambiar el modelo turístico de las Islas, pero sí afirmó que había que mejorarlo para “llegar a la excelencia”. Por su parte, Curbelo afirmó estar enormemente sorprendido por que que Canarias sea cada día más fuerte en economía turística pero la sociedad más pobre. Por ello, planteó la necesidad de averiguar “qué falla”. Recordemos: esto se produjo un mes antes de la convocatoria del 20A.

En Fitur, la feria de turismo más importante del país, Clavijo también lanzó un mensaje claro a los hoteleros: había que trabajar para “dejar de contar turistas” y multiplicar las ventajas del sector.

Sin embargo, cuando surgieron las primeras voces de protesta en marzo, Clavijo se posicionó con la patronal y acusó a los convocantes de turismofobia.

Días después, ya en abril y con cinco islas sumadas al 20A, la noticia de las protestas había llegado a medios británicos. Lo hizo en un tono cargado de sensacionalismo hablando incluso de “guerra” contra los turistas en Tenerife. Clavijo, entonces, pidió “calma” porque la protesta había llegado a medios extranjeros. Según él, estas informaciones iban a ser utilizadas por destinos turísticos competidores de las Islas para “llevarse” a los turistas. Y pidió una conversación “sosegada y científica, de la mano de las universidades” para hablar del modelo turístico. Sin embargo, las universidades canarias ya habían hablado en diversas ocasiones. Baste recordar el reciente estudio del Observatorio Turístico elaborado por las universidades de La Laguna (ULL) y de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) en el que se advierte de que las islas sufren tensiones en sus infraestructuras, como ceros energéticos, escasez de agua, vertidos, congestión de tráfico, etc., entre otras consecuencias. Además, entre sus conclusiones destaca que, una vez recuperadas y superadas las cifras prepandemia, los datos oficiales dicen que el turismo ha pasado de largo por la conservación medioambiental, o al menos no la ha atendido de forma suficiente, como además ha ocurrido con el escaso mimo a los trabajadores en el sector, sin mejoras notables de sus salarios o en el alza de las remuneraciones por encima del IPC general.

Buscar un culpable

Apenas cinco días después, y ya con las protestas en medios nacionales, Clavijo dio uno de los quiebros más notables en su discurso al abrazar parte de las reivindicaciones del 20A. Retomó su posición de reclamar una subida de sueldos en el sector turístico y así “democratizar la riqueza” que genera, porque “están explotando algo que es de todos: nuestro sol, nuestro paisaje, nuestras maravillosas islas”. Y más aún: ante el 20A, afirmó que “por primera vez estamos de acuerdo todos en que no podemos seguir así, las fuerzas políticas y toda la sociedad”, y consideró “importante que la sociedad salga y exprese su malestar, porque es un toque de atención a todos”. Ya no era turismofobia, ya no hacían falta datos científicos, ya no se iban a ir los turistas, y más aún, ahora había un culpable: los hoteleros.

Fue la primera vez que patronal y Gobierno canario cruzaron acusaciones, ya que hasta ahora estaban unidos en su discurso frente al 20A. El gerente de Ashotel, Juan Pablo González, tachó las palabras de Clavijo de “desafortunadas” y aseguró que el presidente estaba intentando “elegir bando” de cara a las protestas. La organización reaccionó culpando a su vez a los políticos, indicando que si en las islas faltan infraestructuras como hospitales o carreteras no era culpa de los hoteleros. Y señaló que el partido de Clavijo, Coalición Canaria, lleva más de 26 años gobernando en las Islas, por lo que “alguna responsabilidad tendrá”.

Primero turismofobia y luego señalar a los hoteleros, pero los quiebros del discurso del presidente canario aún no habían terminado. Tras el enfrentamiento con Ashotel, Clavijo, esta misma semana, afirmó en una entrevista radiofónica que “si fuese un ciudadano más, probablemente iría a la manifestación del 20 de abril”, pero que no le parecía “correcto” porque tiene “un puesto de responsabilidad”.

El 10 de abril se produjeron las que tal vez hayan sido sus palabras más contradictorias desde que surgieron las convocatorias: Clavijo afirmó que el 20A es “una oportunidad” para revisar el modelo turístico, pero no para cambiarlo, porque “es un modelo de éxito”. Recordemos: los segundos salarios más bajos del país, los niveles de pobreza disparados y al propio Clavijo pidiendo solo unos días atrás “democratizar la riqueza”.

Y no solo eso, sino que en las últimas horas el presidente ha pasado de estar completamente en contra de implantar una tasa turística en las Islas a abrirse a ella, lo que choca frontalmente con la postura de su vicepresidente, Manuel Domínguez, del PP, que la rechaza. Carlos Alonso, candidato de CC a las elecciones europeas, no solo ha defendido esta semana una tasa turística, sino también un impuesto a los nuevos residentes, ya que generan un impacto en las islas y hay que compensarlo.

Los quiebros del presidente han sido motivo de burla en redes sociales:

Pero pese a que el presidente ha cambiado su discurso y su posicionamiento varias veces, en ninguno de ellos se ha atisbado ni un ápice de autocrítica al sector político, o a su propio partido, que ha gobernado Canarias durante décadas, como si lo que ocurriera en las islas no fuera fruto de decisiones políticas. De hecho, llegó a afirmar hace unos días en el Parlamento regional que el respeto de su partido al territorio isleño “está más que acreditado”. Cabe recordar que ha sido CC con el PP en el Gobierno quien ha dejado caducar el expediente sancionador a Cuna del Alma (el que desató este movimiento social hace ya dos años) por destruir un yacimiento arqueológico y le ha permitido continuar las obras pese a no haber presentado memoria ambiental, y también ha permitido al hotel de La Tejita retomar las obras, paralizadas en la anterior legislatura por invadir el espacio público, además de apoyar a la empresa Riu tras cometer diversas infracciones, según el Ministerio de Transición Ecológica, en su hotel Oliva Beach en Fuerteventura, en pleno Parque Natural de las Dunas de Corralejo.

El 20A, solo con su convocatoria, ya ha logrado que el discurso político se haya dirigido, al fin, hacia lo que preocupa a gran parte de la sociedad isleña, que considera que hay que tomar un nuevo rumbo en el desarrollo de las islas. Y ni es turismofobia (como han recordado este domingo), ni se trata solo de subir salarios en el sector turístico. El 20A ya ha explicado que se trata también de dejar a un lado proyectos que no cumplen la ley o tienen múltiples irregularidades en sus expedientes (Cuna del Alma, La Tejita, etc.), proyectos de gran envergadura y en espacios naturales o sensibles, dejar de aumentar el número de cruceros y plazas aéreas hacia las islas (mientras se pide que los vuelos estén exentos de usar carburantes menos contaminantes) y empezar a tomar medidas para proteger a la población local. Continuar como hasta ahora, clama el 20A, no es ni sostenible ni soportable.

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