Rosy Cubas deja la huelga de hambre tras 23 días

Prometió que iba a llegar hasta el final y así lo ha hecho. El viernes a las nueve de la noche la activista social, Rosy Cubas, cenó una sopa de pollo y una hamburguesa. Esta era primera comida que entraba en su maltrecho cuerpo después de 23 días de mantener una empecinada huelga de hambre en defensa de la Sanidad Pública. Eso sí, poco después de ingerir los alimentos su organismo reaccionó y estuvo cuatro horas vomitando y sufriendo dolores de estómago. Pero el sábado por la mañana ya había desayunado bien, su voz sonaba clara y hacía gala el mismo optimismo y sentido del humor de siempre.“He puesto mi cuerpo en esta lucha porque es lo único que tengo”, señalaba más recuperada de los estragos que le había causado esta protesta brutal que llevó hasta el límite de lo soportable.

Cubas decidió comenzar a alimentarse después de que el mismo viernes la consejera de Sanidad, Brígida Mendoza, le remitiera un escrito en el que se comprometía a atender sus demandas y aseguraba compartir su compromiso social. “Para mi ha sido una grata experiencia sentir su extraordinaria preocupación por la mejora de la sanidad canaria. Su tesón es encomiable y, con el empuje de todos, seguiremos avanzando”, señalaba la consejera. En el escrito de fecha 22 de marzo, Mendoza volvía a pedirle a Cubas que abandonase la huelga de hambre y le invitaba a mantener una reunión “cuando usted esté plenamente recuperada para ver las acciones que podemos acometer para continuar mejorando la sanidad pública”.

Cubas quedó convencida y decidió poner punto y final a su lucha. “Hemos puesto la primera piedra. Han aceptado nuestras reivindicaciones y con eso, por ahora, me parece suficiente”, señalaba desde su cama del Hospital de La Candelaria donde aún permanecerá ingresada unos días más. Los resultados no han sido menores. Muchos medios de comunicación se han hecho eco de su guerra, el Parlamento canario estudiará una propuesta sobre la mejora de la Sanidad pública y otro tanto ocurrirá en el Senado.

Además, la formación política Sí Se Puede ha invitado a Cubas para que intervenga en un pleno de Santa Cruz contando su punto de vista sobre estas cuestiones. “A mi me parece muy bien. No soy soberbia pero creo que tengo un conocimiento bastante amplio de lo que está ocurriendo con la Sanidad pública. Estoy dispuesta a dar mis opiniones”, indica.

Cubas es enormemente conocida en Santa Cruz por su vocación social y participar en todas las batallas habidas y por haber de la isla. De origen grancanario llegó en los años ochenta a Tenerife cuando era una religiosa. “Entonces era muy buena y obediente pero ahora la gente sólo me conoce por la guerra”, recuerda. Estas raíces cristianas han sido una sólida base para identificarse con los más desfavorecidos y luchar contra las injusticias. Por ello, se ha convertido en una especie de Madre de Teresa de Calcuta, pero en versión chicharrera.

“Nunca hay que doblegarse, yo no me bajé del burro hasta que me dieron el escrito de la consejera firmado y bien firmado. Muchas personas se meten en huelgas de hambre a la ligera y por eso este tipo de protestas están desacreditadas, porque luego se ponen a tomar red bull y pastillas con vitaminas. Yo lo único que hacía era oler la comida que todos los días me traían las enfermeras, porque al parecer están obligadas a hacerlo en estos casos y gracias a eso la primera vez que me alimenté no fue tan malo porque tenía todavía las papilas gustativas y el olfato acostumbrado”.

Aunque al principio la lucha de Cubas pasó desapercibida, lo cierto es que con el tiempo empezó a generar interés y preocupación. El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez y la consejera de Sanidad, le llamaron varias veces, el diputado regional, Ignacio González, la visitó y por supuesto aprovechó para sacarse una foto con ella que luego fue convenientemente promocionada y varios concejales de otras fuerzas políticas, incluidos del PP, también se interesaron por su salud y le pedían que se pensara seriamente continuar con la huelga.

De toda esta lucha sólo le quedan dos penas: el desinterés demostrado por el PSOE y que más medios de comunicación nacionales no se hubieran hecho eco de su causa. “Llamamos al programa de Ana Rosa pero no nos atendieron, aunque todavía estamos a tiempo”, indica la activista siendo consciente de la popularidad y enorme audiencia que tiene este espacio.

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