La portada de mañana
Acceder
La confesión de la pareja de Ayuso desmonta las mentiras de la Comunidad de Madrid
El plan del Gobierno para indemnizar a las víctimas de abusos agita la Iglesia
Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Kiki, el restaurante japonés donde 'se ve mucha fiesta ahí' y me parece bien

Nigiri steak tartar en Kiki

Javier Suárez

0

Cuando en España hablamos de la palabra “Kiki” se suele sonreír porque viene a la mente la parte más traviesa de cada persona, pero en japonés el significado es diametralmente opuesto si nos referimos a los dos caracteres que le dan forma; “peligro y oportunidad”. Y ciertamente el Restaurante Kiki abrió jugando con las tres palabras, el peligro de que la gente se confundiera con lo que era Kazan, la oportunidad para demostrar que otra cocina japonesa era posible y, finalmente, el resultado actual tras un año de su apertura, la consolidación de un sitio donde venir a comer puede ser una fiesta para sus comensales.

Cuando hablamos del peligro a que compararan Kiki con Kazan, el restaurante que ostentó una Estrella Michelin en Santa Cruz de Tenerife hasta su cierre, venía por la firme vinculación que Lolo Crusellas en sala y Berni Gutiérrez en cocina tenían con los comensales, ya que no olvidemos eran los que lideraban y defendieron esa estrella hasta que la pandemia forzó el cierre temporal que después se convirtió en definitivo. 

Si nos referimos a la oportunidad, esa la brinda el comensal intentando dejar fuera todos los conocimientos previos y una vez llega al Hotel Urban y se enfrenta a la entrada del restaurante se da cuenta de que las reglas han cambiado y creo que en mucha parte para bien. Lo de la fiesta se lo explicaré al final del reportaje.

Hay que empezar destacando lo que para mí son grandes diferencias a nivel estructural y de decoración entre Kiki y otros restaurantes japoneses. Aquí se intenta hacer ver al comensal que la solemnidad que a veces se quiere imponer en este tipo de propuestas no tiene cabida en esta casa. El principal objetivo desde que uno cruza las puertas y lo recibe Lolo es que el comensal se sienta en casa y cómodo. La decoración invita a la alegría y se agradece una iluminación cómoda y nada sombría, que podamos ver los platos y las caras de las personas con las que compartimos mesa. 

Al leer la carta gusta y mucho ver tanto vino canario de calidad, sakes de lo mejorcito y por supuesto una selecta carta de vinos. Quiero destacar aquí el trabajo de su sumiller, Efraín, joven y directo, formado pero con una humildad y saber estar buscando siempre la felicidad, intentando comprender el gusto del comensal y poniendo las bebidas a disposición de que acompañen pero no opaquen el menú elegido. Un sobresaliente para él, hay que seguirle la pista muy de cerca, forma parte de esa nueva hornada de sumilleres que prefieren contar la historia de las bodegas que las características de los vinos, mis dieces. En el apartado de cocktails me sacó la sonrisa los “saca la cámara”, que ya van mandando señales de que aquí lo visual tiene mucho protagonismo. 

En cuanto a la parte sólida resalta la carta Kiki, la “clásica” y la de postres, remarcando que uno puede venir a Kiki a “divertirse” o a ser “tradicional”, lo que invita a repetir sin duda alguna. En esta primera visita decidí ponerme en manos de Lolo y Berni para que ellos eligieran lo que degustaría para conocer qué es Kiki. 

El sashimi y la tempura moriawase muestran sin tapar el excelente manejo de los cuchillos, la técnica de la tempura y la gran materia prima que trabajan. Notable también el usuzukuri kiki-toro con ventresca de atún rojo, crema de aguacate, tomate y crujiente de pan. Se nota la influencia y formación años pasados en la casa Kabuki en platos y cortes como estos. Para terminar en los usuzukuri muy sabroso el corte de salmón noruego con donde de maracuyá, cilantro y aguacate al que no acompaña en textura un toque crujiente en forma de pasta filo que no termino de comprender.

En la parte maki es donde la creatividad y ganas de sorprender al comensal toma en cocina un protagonismo especial, adictivo el Taco Roll con arroz crujiente, atún picante, cebolleta y aguacate. Misma liga y nivel para el Uramaki Sake-Lima con salmón, aguacate, copos de tempura, cebollino, shichimi togarashi y mayomuchi sopletado, de no parar de comer.

La secuencia de Nigiris, muy bien el arroz, algo fundamental y a lo que poca importancia se le da. Los mismos se convierten en adictivos con los que usan el arroz pero en forma crujiente, uno de ellos en forma de steak tartar de solomillo de vaca gallega, tuétano fundido y ahumado especial de almendro. Otro para no olvidar el que forma un tartar de atún rojo, huevo frito de codorniz y sal de jamón ibérico. 

Como tradicionales y bocados sublimes, el de ventresca de atún toro a la que se le da un toque de robada al carbón y ahumado con almendro. Y también la carne presente pero en este guntan de alganori con arroz y Wagyu A5 con su grasa, de la zona de Mirasaki, un clásico de la cultura japonesa.

Como cierre, un goloso tataki de solomillo con su tuétano, setas de temporada y katsuobushi, un plato que pedía pan para mojar y no dejar ni gota de salsa en el plato.

No son los postres de los restaurantes japoneses su fuerte pero me habían hablado sobre las creaciones de Caty, responsable de la partida dulce que estaba en su día libre y a la que no pude conocer, cosa que me guardo para otra visita porque quiero ver de dónde le viene la inspiración. Y esa curiosidad la despertó un Kakigori, espuma de yogur con helado de manzana verde en su interior absolutamente espectacular

Como les decía al principio, en Kiki uno va a pasarlo bien, a disfrutar si es amante de la cocina japonesa, pero algo muy importante también, a romper tabúes y si uno no se atreve al crudo, también puede gozar mucho de esta propuesta. Un equipo top en sala y cocina que se desviven por hacer disfrutar al comensal que por cierto llena diariamente sus pocas mesas hacen de Kiki ese restaurante donde se ve mucha fiesta ahí, y la verdad es que me parece muy bien.

Ubicado en los bajos del Hotel Urban en Santa Cruz de Tenerife uno puede elegir por comer a la carta o alguno de los tres menú disponibles, el sushi a 45€, el corto a 60€ y el Kiki a 75€, precios muy ajustados atendiendo a la calidad de la materia prima y trabajo que abarcan. Su web es www.kikirestaurante.com

Si les apetece pueden seguirnos en Instagram, Twitter y Facebook bajo los nicks de @porfogones y @javiers_gastro.

Etiquetas
stats