El eucalipto, en el ojo del huracán
En Canarias el eucalipto es uno de los árboles más numerosos y diseminados por la geografía insular, preferentemente en las zonas rurales y los márgenes de las carreteras, donde apuntalan taludes de manera natural, especialmente en el centro y norte de las islas.
El eucalipto es también uno de los árboles más controvertidos en las islas. Mientras unos lo defienden como parte de nuestro entorno natural y medioambiental, otros consideran que es peligroso por sus raíces fuertes y expansivas que levantan el asfalto de la carretera y se meten en las casas buscando agua.
El género Eucalyptus, que agrupa en torno a las 600 especies, es un árbol originario de Australia. El nombre genérico, de origen griego, significa “bien cubierto”, en alusión a la tapadera formada por sus pétalos. Tiene una excelente capacidad de adaptación a las condiciones climáticas.
Se ha comprobado que, a medida que se suceden las generaciones, su adaptación al nuevo territorio aumenta, por lo que provoca la repoblación natural. Su madera es muy apreciada en diversos usos: consumo doméstico, leña de alto valor calorífico, producción de carbón vegetal, estructuras de edificios, postes para comunicaciones, suelos de parquet, pasta de celulosa y sujeción de taludes.
En la publicación titulada Identificación y caracterización de formaciones del género Eucalyptus, divulgada por la empresa pública Gesplan, se señala que el naturalista botánico alemán Günther Kunkel, que estudió con pasión la flora de Canarias, cita en 1991 la presencia de varias especies de eucalipto en el Archipiélago.
Apenas se tienen registros sobre la introducción del eucalipto en Canarias. “En Gran Canaria los comentarios sobre su entrada mencionan a los eucaliptos plantados a finales del siglo XIX en la Finca de Corvo, en el Parque Rural de Doramas en Moya, como los primeros de la isla”. En algunos casos estos ejemplares alcanzan los 30 metros de altura.
Por esa época también se realizaron plantaciones en distintas carreteras de las islas por parte del Ministerio de Obras Públicas. Con la alineación de estos árboles al borde las carreteras insulares se pretendía estabilizar los taludes y señalar ciertos tramos.
800.000 eucaliptos en la isla
En Gran Canaria puede haber 800.000 eucaliptos, según las estadísticas oficiales más fiables. “Se cortan alrededor de 20.000, pero vuelven a rebrotar casi todos porque están en explotación. En carretera se talan unos 40 al año”, señala Juan Guzmán, ingeniero forestal del Cabildo de Gran Canaria.
“Hay que tener cuidado porque todos los años nacen de forma espontánea nuevos eucaliptos en laderas y fondos de barranco. La tala de reposición es muy superior a lo que se tala y no vuelve a rebrotar”, agrega el especialista.
Los árboles no son ni buenos ni malos, depende de dónde y para qué se plantan. “El tema de los eucaliptos al borde de carretera no es un problema ecológico, es un tema sociológico, de intereses, de razón compartida, de falta de una política clara…”.
Gran parte de la gente está a favor de proteger los eucaliptos, “salvo los que están delante de su puerta, que les tiran hojas, ramas, sus raíces se meten en los desagües, etcétera. Los árboles de borde, que son elementos esenciales en otras culturas, son un estorbo para las administraciones y algunos ciudadanos”, dice el especialista.
Las podas exageradas, que se realizaron en el pasado, generaron ramas secundarias, “que sí parten en los vendavales y afean los árboles”: ejemplares descompensados con diámetros tremendos, ramas muy juntas y altura ridícula por los desmoches.
Muchas de las carreteras de Gran Canaria tienen un carácter concreto debido a los majestuosos árboles que crecen en el borde. Principalmente son eucaliptos rojos y blancos. “La isla parece más arbolada de lo que en verdad está gracias a la presencia de estos árboles”, apunta el experto.
“Salvo contados casos, lo importante no son los individuos concretos; lo importante es el paisaje que crean, que es irrepetible y caracteriza a muchas de nuestras calzadas. Como en el bosque, los individuos son parte de un todo, la desaparición de algunos ejemplares no es nociva si no afecta al todo”, afirma.
Ejemplares centenarios
Los eucaliptos fueron plantados hace alrededor de 100 años. Actualmente y con esa edad crecen a menudo muy juntos, no desarrollan bien la copa y muchos se han quedado estancados. Por el contrario hay otros que alcanzan dimensiones considerables.
Los árboles de borde se podrían clasificar en las siguientes categorías. Primero están los árboles singulares, aquellos eucaliptos que por sus dimensiones (diámetro y altura) y su forma (ramosidad y ramificaciones) son ejemplares únicos y merecen un nivel de protección importante, del que actualmente no gozan. Alrededor del 20 % de los ejemplares pueden considerarse singulares.
Luego están los árboles sobrantes. Son aquellos que están de acompañamiento, crecen muy juntos y no aportan nada a mantener el “paisaje de carretera arbolada”. En ciertas zonas generan un efecto de túnel, que hace la vía hasta agobiante, aunque esto es subjetivo. Casi la mitad de los árboles actuales caen en esta categoría.
Para que se entienda, los árboles están a veces a una distancia media de tres o cuatro metros entre sí, aunque por las dimensiones deberían estar a ocho o diez metros. Un bosque joven tiene entre 1.000 y 5.000 árboles por hectárea; a los 100 años es imposible que crezcan más de 100-200 por hectárea.
También están los árboles que objetivamente generan peligro a la vía: son ejemplares contados, en curvas con poco radio o mala visibilidad, árboles con troncos que a cierta altura invaden el espacio encima de la calzada. “En esta categoría no entran los que generan baches. Este problema se puede resolver picando y sacando volumen radical”, según los peritos.
Por último, dentro de estas categorías, están los árboles indiferentes: aquellos que no resaltan, pero contribuyen a mantener el carácter arbolado de la vía.
Según la delegación en Canarias de la Asociación de Profesionales Forestales de España (Profor), una propuesta de gestión podría ir encaminada, primero, a señalar los árboles singulares y diseñar una política de gestión concreta, “fomentándolos, haciéndoles podas muy ligeras e informando a la población de la importancia de contar con estas maravillas naturales y con una vía tan bonita, que tarda decenios en formarse”.
El Ayuntamiento de Santa Brígida en concreto tiene recogido en su Catálogo de Árboles Singulares de la Villa de Santa Brígida un majestuoso eucalipto, que crece en Gran Parada y es el más grueso de la isla.
En segundo lugar, la propuesta de gestión podría ir encaminada en marcar aquellos árboles que objetivamente generan peligro. “Habrá que aceptar que caiga algún árbol singular. Se debe evitar cortar alineaciones enteras porque acaban con el carácter arbolado de la vía, debe ser una actuación individual”, afirman.
En tercer lugar, se deben ir cortando los árboles sobrantes, que son aquellos que se han dañado por las severas podas los que hacen competencia a los árboles singulares y en definitiva, los que deben ir desapareciendo, hasta alcanzar la distancia adecuada entre los que se quedarán definitivamente.
Y en cuarto lugar, allí donde ya se han cortado alineaciones se deben hacer sustituciones con árboles que resalten por su floración, follaje, etcétera. No tienen por qué ser autóctonos, pero conviene darles preferencia.
“A lo mejor choca que se proponga cortar el 50% de los eucaliptos. No se pretende convencer a nadie, pero es aplicar la lógica técnica a un debate que está desenfocado actualmente y con argumentos disparatados. Para un forestal, el individuo no es lo importante, salvo los árboles singulares. Lo importante es la impronta, en este caso la importancia de una carretera arbolada con ejemplares majestuosos. Para que nos entendamos, en un pinar es lo mismo si hay 700 o 350 árboles por hectárea, lo importante es que al contemplarlo constatemos: sí, es un pinar”, dicen los expertos.
Silvestres y de plantaciones
Respecto al resto de eucaliptos en la isla de Gran Canaria, éstos se pueden clasificar en dos categorías: los de plantaciones y los silvestres. Los árboles en plantaciones son aquellos que son gestionados de forma sostenible y actualmente se cortan para producir leña, varas, horcones, etcétera. Se concentran en las Medianías del norte: Teror, Valleseco, Firgas, Moya, Arucas y Santa María de Guía.
Según los ingenieros forestales, agrícolas y botánicos, “esta actividad económica debe continuar y en el futuro cobrará mayor importancia por la penetración de la biomasa como fuente de energía alternativa. No se debe desechar la idea de que se creen nuevas plantaciones con especies de rápido crecimiento, pero preferentemente en terrenos agrícolas abandonados y de segundo orden, es decir, de poca calidad y por supuesto fuera de parques naturales y reservas”.
En segundo lugar están los eucaliptos asilvestrados en barrancos y laderas: suelen proceder de semillas de los que crecen al borde de carreteras. Cubren algunos fondos de barranco y se expanden sin control por las laderas. Precisan de una gestión adecuada, para evitar su propagación.
“Se propone su corta y saca, poniendo en valor sus cualidades como fuente de energía y como productor de madera de sierra de calidad. El hecho de que desaparezcan estos ejemplares de laderas y barrancos no debe preocupar. El resto de formaciones forestales (pinar, monteverde, palmeral, acebuchal, castaño) también se está propagando de forma natural por nuestro territorio y cumplen mejor las funciones ambientales (protección contra la erosión, aporte hídrico, biodiversidad, paisaje) que el eucalipto”.
El eucalipto se introduce en Canarias a mediados del siglo pasado, para fijar taludes a borde de carretera o en plantaciones forestales, por su rápido crecimiento. Desde las carreteras se ha expandido por las laderas, llegando a los fondos de barranco, donde encuentra condiciones óptimas de crecimiento.
De todos los árboles introducidos que crecen en Canarias, son seguramente los eucaliptos los únicos que presentan una auténtica amenaza porque las especies autóctonas no consiguen desbancarlos y generan auténticas autopistas de fuego en caso de incendio forestal.
“Utilizar adecuadamente y con respeto el producto final de un árbol es la forma de honrarlo y perpetuar su impronta. No obstante, existen ejemplares notables, que sobrepasan los 40 metros, que se han ganado el derecho a quedarse y compartir el espacio con los futuros bosques de especies autóctonas que afortunadamente se están conformando”, concluye el ingeniero forestal Juan Guzmán.