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Noventa y nueve años de Teatro Leal

Fachada del Teatro Leal.

Domingo Ramos

Santa Cruz de Tenerife —

En septiembre de 2008, después de dos décadas, el telón del lagunero Teatro Leal volvió a subir. Hasta entonces había padecido numerosos avatares que lo dejaron sin actividad durante ese largo periodo y que, a su vez, llevaron a que la ciudad quedase semihuérfana de uno de uno de sus polos culturales más importantes. Seis años después, en pleno funcionamiento, el Leal cumplió el pasado septiembre 99 años, un casi centenario donde se encierran circunstancias de lo más llamativas.

Si su inauguración en 1915 fue doble (la Fiesta de las Hespérides, en septiembre, y otra posterior, algo más de un mes después), el regreso de 2008 fue un tanto similar: la reapertura y, después, una visita de los por entonces Príncipes de Asturias. En la primera parte hubo alfombra roja, muchas autoridades y gran solemnidad; al otro acto se sumaron miles de personas que abarrotaron parte de la calle de La Carrera para ser testigos de la presencia en La Laguna de los actuales Reyes de España.

Ana Oramas, alcaldesa de la época, decía por aquellos días: “El Teatro Leal aspirará a ser el corazón de la capital cultural de Canarias con una programación de altísima calidad”. Con ese objetivo, o al menos el de conseguir una agenda lo más digna posible, ha trabajado desde 2011 la actual concejala de Cultura, María José Castañeda, que ha tenido que hacer frente a la crisis económica y a un recinto que no acaba de ser rentable. “Hemos llevado a cabo una política económica absolutamente rigurosa para que la distribución de los pocos recursos sea lo más justa y equitativa”, afirma.

“La situación para la cultura es complicada porque existe de manera generalizada la idea de que se trata de algo que sirve como distracción y, cuando la situación se complica, como está pasando en estos momentos, se deja de apoyar para invertir en otras áreas. Para el PSOE, esto es un gran error: la cultura tiene un gran valor para la sociedad e intentamos realizar actividades con los jóvenes y generar un público infantil”, mantiene la edil socialista. “En los tres años que llevo al frente del Teatro ha habido de todo: momentos buenos, malos y regulares. Ha habido infinidad de problemas, pero también soluciones para todos ellos. He encontrado un equipo humano que facilita mucho las cosas”, señala.

Además, Castañeda afirma que se ha intentado dinamizar y darle el lugar que le corresponde en La Laguna al Teatro: “Una vez que tuvimos la oportunidad de realizar y convertir en realidad ese deseo, nos pusimos a trabajar en ello, dando el respaldo necesario a nuestra propia creación artística y facilitando la apertura de este espacio para todos aquellos que tuvieran algo que expresar”. También resalta que se ha abierto al público todos los rincones que tiene el inmueble, y hace hincapié en la apuesta por un arte contemporáneo “que es referente a nivel nacional” y que se desarrolla en la sala de cámara. “Hasta el momento en el que el PSOE no gobernaba, esta sala de cámara era utilizada para el ensayo de la Banda La Fe, sin que se pudiera disfrutar de ella por la ciudadanía”, puntualiza.

Tiempos gloriosos

Lejos quedan, eso sí, los tiempos gloriosos en que el Leal era punto habitual de diversión de los laguneros. Más bien aquello era resultado de una cuestión social y, probablemente, de una menor oferta de ocio a la que existe en la actualidad. Y es que, si bien el recinto nació al calor de la necesidad de las élites culturales de finales del XIX, acabaría siendo lugar de peregrinación de gentes de toda condición económica e intelectual. Vecinos de diferentes zonas del municipio acudían a los grandes bailes que acogió esta instalación en carnavales, San Benito y fin de año, así como en las fiestas en honor del Santísimo Cristo de La Laguna.

En el caso concreto de la fiesta de la máscara, fue necesario, durante los años 50 del siglo pasado, regatear la palabra carnaval para poder seguir realizando aquella celebración. No menos llamativo, tal como recoge la obra Teatro Leal: historia de una ciudad a través de su Teatro es que este recinto llegó a convertirse en una suerte de terrero de lucha canaria. También allí se celebró la Fiesta de Arte del Ateneo de La Laguna, en el marco de las fiestas del Cristo y en la que intervenían destacados intelectuales. Mención aparte merecen los festivales benéficos que se desarrollaron entre sus paredes.

De esos años se acuerda muy bien Bonfilio Marrero, uno de los grandes conocedores de la intrahistoria de La Laguna. “A aquellos bailes acudía muchísima gente que llenaba el Teatro. No era como ahora; iba todo el mundo”, rememora. “Me acuerdo de que había tal cantidad de público que las paredes empezaban como a chorrear agua y no te podías acercar; era del sudor de tantas personas que había allí dentro”, manifiesta Marrero, que durante años se sumó a aquellas celebraciones marcadas en rojo en el calendario de los vecinos de La Laguna.

Bonfilio Marrero explica que la organización de la mayoría de aquellos actos corría a cargo del Orfeón La Paz, que acondicionaba con esmero el lugar en el que se celebraban los bailes. “Para hacer posible la financiación de esos eventos se alquilaban los palcos. Yo me encargaba de algunos preparativos de esas celebraciones y nunca cobraba, pero sí me dejaban a cambio un palco al que llevaba a familiares”, indica. Según describe, siempre esas fiestas resultaban un éxito, con independencia de la época del año en que se realizasen, y en ellas la sociedad de la época encontraba un momento de esparcimiento y para salir de la rutina. Otra de las singularidades es que acudían laguneros de diferentes edades.

Los orígenes

Sin embargo, los orígenes auténticos del Teatro son de medio siglo antes: de 1915. El auge cultural llevó a que quienes se movían en los ambientes intelectuales de la época reclamasen un nuevo espacio de la naturaleza del Leal. Sería Antonio Leal –de ahí el nombre– el lagunero que hizo posible la construcción, realizada sobre planos de Antonio Pintor. El primero era un filántropo con orígenes palmeros, mientras que Pintor trabajaba como arquitecto municipal de Santa Cruz de Tenerife. Según recoge el libro Teatro Leal: la historia de una ciudad a través de su Teatro, el responsable de la estructura nació en Motril (Granada) en 1862. Años más tarde estudió Arquitectura en Barcelona y Madrid, hasta acabar titulándose en 1988 en la Escuela Superior de Arquitectura de la capital española.

Una serie de infortunios llevaron a que la instalación acabase cerrando, dado que la gestión a mediados del siglo XX no fue todo lo positiva que cabía esperar. Entre otras razones, habían surgido alternativas de ocio que, sin llegar a la situación actual, restaron público. Aquello derivó en que el Teatro pasase a manos de Quintín Melo, un prestamista de la época muy conocido que, incluso, llegó a pensar en demoler el edificio para construir. Pero en 1976 las agencias de préstamo entraron en crisis tras el caso Santaella, que hizo que los ahorradores perdiesen la confianza y decidiesen retirar su dinero. Melo se vería abocado a presentar una suspensión de pagos que condujo, al final, a que el Leal pasase a manos del Ayuntamiento de La Laguna. Estuvo cerrado y se reabrió en 1983; sin embargo, era como si la decadencia fuese ya inevitable. El prolongado cierre posterior lo mantuvo 20 años sin actividad.

“Después de un gran esfuerzo de todas las instituciones, finalmente se vuelve a abrir este bello y emblemático Teatro Leal. Estamos felices por compartir esta inauguración que recupera para La Laguna uno de sus activos culturales más queridos”, reza parte del texto que los actuales Reyes de España dejaron escrito en 2008 en el libro de honor del Leal. Y no les falta razón, porque detrás de la reapertura hubo numerosos intentos para que el cierre no fuese para siempre o críticas de colectivos de la ciudad que demandaban que se abriese un espacio con tanta historia, y hoy casi centenario.

El Orfeón y el Teatro Leal

Aparentemente inconexos, el Orfeón La Paz de La Laguna y el Teatro Leal mantienen una estrecha y vieja relación. Esta institución lagunera era una parte fundamental del referido centro cultural al celebrar en él actividades de Carnaval, bailes, actos con motivo de la Romería de San Benito Abad o certámenes de rondallas. “El Orfeón fue uno de los inquilinos importantes del Leal”, sintetiza el presidente de esta sociedad, Esteban Afonso, que agrega que, pasada aquella época y reabierta la instalación, la entidad ha continuado celebrando allí algunas de sus principales actividades, como son el Encuentro Coral Manuel Hernández y la Exaltación a la Mujer Canaria. “El Teatro tardó mucho en abrirse, pero al final quedó muy bien y es un orgullo para todos los laguneros”, señala Afonso.

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