Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
CINE PARA INCORREGIBLES
¿Saben cuál fue la película que más me gustó el año pasado? No fue ninguna de esas interminables películas cotidianas, en donde los protagonistas se pasan ciento cincuenta minutos hablando para, al final, no llegar a ninguna conclusión. No, tampoco fue una de esas absurdas comedias que sustentan todo su guión en un saco sin fondo de tópicos “made in Spain” o “made in” el resto del mundo. La película que más me gustó el año pasado fue Los Guardianes de la Galaxia.
Basada en una serie gráfica de segunda fila -la cual solo era conocida por un reducido grupo de personas hasta hace dos años- su trama mezcla acción, aventura, comedia, drama, disparate y la sensación de que no estás perdiendo el tiempo sentado en una butaca de cine. Esto no significa que no me viera mis trescientas películas anuales de rigor, pero ¿qué quieren que les diga? Hay vida más allá del cine de autor comprometido dirigido hacia un grupo de mamarrachos intelectuales, que se piensan que el resto del mundo es estúpido y no tienen capacidad para juzgar lo que ven sus ojos.
Cierto es que estamos viviendo un momento que ha pillado con el paso cambiado a quienes, supuestamente, debían defender los valores del séptimo arte frente a los sub-productos de serie B que, décadas atrás, solo se veían en los cines de barrio. Sin embargo, cada día que pasa voy tolerando menos a la caterva de inquisidores de tercera que descalifican o, simplemente, ignoran todo aquello que tiene que ver con el cine de género.
Como muestra les dejo un par de botones. Tomorrowland, última película del director Brad Bird, no solo demuestra que Walt Disney, entre idea retrógrada y retrógrada, también era capaz de imaginar el futuro más cercano, sino también que el cine de género puede servir para dar un mensaje positivo y esperanzador en medio de la debacle ideológica y ética que vive nuestra sociedad. Aún así, la película ha pasado con toda la pena del mundo y ninguno de los sesudos escribientes que dicen defender el séptimo arte le ha dedicado ni una línea. Bueno, sí lo han hecho, pero para criticar que George Clooney se involucre en proyectos tan poco serios como éste.
El segundo ejemplo es Ant-Man, película de Marvel Studios dirigida por Peyton Reed y protagonizada por Paul Rudd, Evangeline Lilly y Michael Douglas. Basada en un antiquísimo cómic de la Casa de las Ideas, la película no solo es una delicia para quienes disfrutamos con este tipo de adaptaciones, sino que es perfectamente visible para aquellos que no hayan tenido contacto alguno con el personaje. Tal y como ha ocurrido con la anterior, somos muy pocos los que le hemos dedicado, siquiera, una línea.
La última por comentar es una de esas películas que, según todo el mundo, nunca se debería haber rodado, aunque nadie haya ido a verla. La última adaptación de los Cuatro Fantásticos bien podría haber sido el comienzo de una nueva visión de la eterna familia de la editorial Marvel, empezando prácticamente desde el principio. Tal y como suele pasar, hay cambios que indignarán a los puristas –ya se sabe que la ortodoxia ha estado a punto de acabar con este mundo un montón de veces- pero, en realidad, resulta refrescante ver a Reed Richards y Ben Grimm experimentando en el garaje familiar del primero justo antes de dejar sin luz a toda una ciudad… O que Sue Storm es la hija caucásica adoptada del doctor afroamericano Storm, otro detalle que le da contemporaneidad a una historia que ya tiene más de cincuenta años. Si a eso le suman que Victor von Doom no es el sociópata al uso, sino un genio –incluso, superior a Reed- que no comulga con los manejos de las organizaciones secretas que dependen de gobiernos poco claros verán que el resultado huye de lugares comunes y nos devuelve a esa inocencia que, con el paso de los años, se ha ido perdiendo. Lo poco que he leído sobre esta película incide en la falta de credibilidad del reparto, aunque en el fondo son solo un grupo de jóvenes asustados, con unos poderes que no entienden, en medio de maquinaciones más bien turbias. ¿Como resultado de todo esto la franquicia volverá a su legítimo dueño? La verdad es que no lo sé y no me importa. Lo que me fastidia es que una y otra y vez se caiga en los excesos verbales, las mamarrachadas puristas y los sinsentidos que llevan a condenar una película sin, siquiera, haber visto el tráiler.
Da la sensación que importa más el Tweet descerebrado, el Post en Facebook, o la pedorata del bloguero trasnochado que el juicio crítico de cada uno. Y qué quieren que les diga. Yo ya soy mayorcito como para que me estén diciendo lo que tengo o no que hacer, y mucho menos cuando los argumentos son tan pueriles e inconsistentes como los que enarbolan la panda de pedorros que pululan por la Red.
Una última cosa. Se me pasó por la cabeza escribir y defender en su momento Tomorrowland, pero les diré la razón por lo que no lo hice. Sé que, salvo gloriosas excepciones, el común de los mortales no se gasta su dinero en ir a ver a las películas al cine. Lo “lícito” para la mayoría es vulnerar los derechos de autor de alguien y descargarse la película, argumentando lo caro que es el cine, un entretenimiento que siempre será más rentable que destrozarse el hígado bebiendo alcohol de garrafón, o café de calcetín. Si el mundo fuera solo un poco más justo, no hubiésemos llegado a esta situación donde parece que todos los integrantes de esta tragicomedia se han aliado para acabar con el lenguaje cinematográfico. Sea como fuere, cuando me compre –no me la voy a descargar- en Blu-ray de Tomorrowland me sentaré a escribir sobre ella en profundidad.
Y dicho esto, ¡Salve y que ustedes lo pasen bien, aunque no vayan al cine!
© 2015 Twentieth Century Fox Film Corporation
Sobre este blog
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.