Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
FURY (Corazones de Acero)
Sea como fuere, en tan sólo dos años, las tropas estadounidenses lograron ponerse a la par y hacer frente a los ejércitos del eje con toda una nueva batería de tanques, aviones, cañones y demás parafernalia bélica, la cual salía de las fábricas en cantidades masivas y sin parangón hasta ese momento.
Uno de aquellos nuevos ingenios -tachado de mítico cuando se habla de aquella contienda- es el Medium Tank, M4, más conocido como M4 Sherman, en honor al general William Tecumseh Sherman. El M4 fue desarrollado durante el año 1940 ante la necesidad de reemplazar los modelos M2 y M3, pero su diseño definitivo se retrasó hasta mediados del año 1941. El prototipo definitivo T6 fue aprobado en septiembre de ese mismo año y su producción comenzó durante el mes de octubre.
En 1942, el M4 Sherman desembarco en África y, gracias a su diseño versátil, su fácil manejo, su sólido blindaje y su poder de fuego se convirtió en un adversario terrible para las tropas alemanas, equipadas con vehículos peor armados que el M4. Incluso las armas anticarro alemanas no podían competir contra el blindaje de los M4, salvo en el caso que éste se viera las caras con el mejor cañón utilizado durante la contienda bélica, el 8.8 cm Flak 18/36/37/41, conocido como el 88.
Considerado por los historiadores una de las mejores piezas de artillaría desarrolladas desde que dicha disciplina naciera, el 88 causó estragos allí donde fuera usado, tanto como arma anti-aérea, como arma anti-carro, o montado en la torreta de un vehículo blindado, ya fuera un Elefant, un Jagdpanther o los temibles Panzerkampfwagen Tiger Ausf. E –Tiger I- y Panzerkampfwagen Tiger Ausf. B –Tiger II-, dos vehículos muy superiores al Sherman, pero que, gracias a su limitada producción, nunca llegaron a ser un verdadera amenaza contra las tropas aliadas.
Sea como fuere, una vez que los aliados llegaron hasta Europa, debieron aceptar que sus vehículos blindados no estaban al mismo nivel que las divisiones Panzer, equipadas con los modelos Tiger I y II, situación que se convertiría en una continua espada de Damocles para los tanquistas del ejército americano, al igual que antes ocurriera con las tropas soviéticas durante las batallas libradas en el frente ruso.
Éste es el escenario bélico, y la realidad, a la que se deberán enfrentar los integrantes de la tripulación del Fury, un M4A3E8 76mm Sherman, comandado por el sargento mayor Don “Wardaddy” Collier (Brad Pitt). Su tripulación está formada por un disfuncional, pero sólido grupo de veteranos, Boyd “Bible” Swan (Shia LaBeouf); Grady “Coon-Ass” Travis (Jon Bernthal) y Trini “Gordo” Garcia (Michael Peña), grupo al que se incorporará un recién llegado llamado Norman Ellison (Logan Lerman).
Para Collier, las reglas del juego son simples: matar antes de que te maten, y defender siempre a tu familia; es decir, a los integrantes de la tripulación del Fury, una suerte de castillo medieval al que hay que defender ante cualquier peligro. Ellison aprenderá lo que significa vivir y ver morir dentro de un monstruo de acero, sudor y pólvora, sin casi tiempo para poder aceptar que, en una guerra, sólo impera la ley del más fuerte y que incluso las manos de un niño pueden causar la muerte a un compañero de pelotón.
Luego están los peligros que se esconden tras un seto, detrás de unos árboles o parapetados en medio de una ciudad cualquiera, llena de fanáticos de la SS, o de jóvenes de las juventudes hitlerianas, tan asustados como Ellison, pero situados en el bando contrario. Collier no es un monstruo, no en el sentido que lo pudiera ser Travis -un sociópata que disfruta con el dolor humano y que carece de ninguna barrera moral- pero sus experiencias, y las heridas que adornan su cuerpo, le han hecho perder casi toda la empatía que un ser humano puede conservar, más cuando se llevan casi cuatro años de campaña y un sinfín de muertes.
No obstante, cuando la columna de blindados que comanda Collier llega hasta una ciudad cualquiera, llena de civiles alemanes que están atrapados entre dos fuegos cruzados, el sargento mayor tiene tiempo para demostrar que él no ha perdido la pátina de civilización que alguno de sus hombre sí han dejado en el camino y, aunque sea por unos minutos, su vida no tiene nada que ver con las entrañas de un monstruo de acero diseñado para llevar la muerte allá donde vaya.
Al final, aquellos momentos son tan esquivos como la sensación de seguridad que aparenta ofrecer el M4, único superviviente tras una escaramuza con un Tiger I que logra acabar con el resto del grupo liderado por Collier. Una mina será la causante de terminar con el viaje que el Fury emprendió sobre las arenas del desierto y que, ahora, en medio de un cruce de camino de la Alemania del Reich alemán, debe asistir al acto que dejará caer el telón sobre los protagonistas de esta tragedia en tres actos.
Hay quien dice que Fury es una magnífica radiografía de la claustrofobia que se vive dentro de un tanque, aunque sea Líbano- película israelita dirigida por Shmulik Maoz, en el año 2009- quien mejor ha sabido retratar lo que supone librar una guerra dentro de un tanque. Para mí, el acierto fundamental de Fury es contar la historia tal cual fue, tanto en la vertiente técnica –la vulnerabilidad de las tropas americanas y aliadas frente a los tanques alemanes- como la social, ejemplificada en la falta de reglas, o la vulneración de las normas de la convención de Ginebra para con los prisioneros de guerra perpetradas por las tropas americanas durante el conflicto o contra la población civil.
Sé que puede sonar hueco, dados los abusos y la sistemática exterminación de prisioneros de guerra perpetrados por las tropas nazis, especialmente por las divisiones SS, pero lo normal fue que cada bando ejecutó de manera sumarísima a sus prisioneros, salvo en contadas ocasiones, aquellas en las que los prisioneros no eran más que niños adolescentes enviados al frente como corderos al matadero. De igual forma, las razias perpetradas contra la población civil por parte de los bandos en conflicto tampoco fueron una excepción, tal y como se puede ver en la secuencia en casa de las hermanas alemanas a las que acudirá Collier para asearse y tener una comida decente.
La guerra es la degeneración total de la sociedad tal cual la conocemos y Fury nos la muestra tal cual es, con sus cosas buenas y aquéllas que no lo son. Una vez que, llegado el momento de escoger, los integrantes de la tripulación del Fury deciden quedarse, a pesar de lo adverso de la situación, lo harán porque aquel pedazo de acero es su casa, su castillo y en defenderlo les irá su propia vida.
Puede que aún queden más cosas por contar de aquella barbarie que fue la Segunda Guerra Mundial, pero películas como Fury demuestran que lo que ya conocíamos se puede contar de una forma más real, más cercana y mucho más humana, por duros que puedan llegar a ser los 134 minutos de metraje, una duración que, por una vez, no peca de excesiva, ni de pretenciosa.
© 2015 Le Grisbi Productions, Crave Films & Huayi Brothers Media
Sobre este blog
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.