El mal estado y el riesgo de caída del arbolado, al descubierto en Santa Cruz de Tenerife

Árbol en mal estado en Santa Cruz de Tenerife.

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

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La radiografía de un alto porcentaje de las principales zonas arboladas de Santa Cruz de Tenerife pone en evidencia su mal estado. Una gran cantidad de ejemplares presentan daños de diverso grado en sus ramas y troncos, muchos de los cuales pueden poner en peligro la continuidad del propio árbol y, en algunos casos, se pueden convertir en un riesgo para los viandantes. Esa es una de las conclusiones del informe realizado por Alexander Doble Rivera, un joven tinerfeño que en la primavera del año pasado decidió realizar un catálogo de las diferentes especies arbóreas de la ciudad. Al finalizar su estudio, el pasado mayo, lo entregó al Ayuntamiento con el objetivo de que las autoridades tuvieran en cuenta algunas recomendaciones y advertencias. Hasta el momento no ha recibido respuesta. Ni siquiera tiene constancia de que le haya llegado a algún profesional que pueda analizarlo con detalle. 

Graduado en Ingeniería Agrónoma por la Universidad de La Laguna (ULL), este joven chicharrero está afincado en China, donde trabaja para Symborg, una empresa española de biotecnología aplicada a la agricultura. Paseando por las calles de Santa Cruz comenzó a interesarse por los árboles y su futuro. “Desde hacía tiempo notaba que había bastantes síntomas de podas mal hechas, de tocones expuestos, putrefacción, ramas de árboles con oquedades por dentro… Situaciones que dejan en peligro la estructura del árbol”, cuenta. En su cabeza comenzó a rondar la idea de enviar una carta al Consistorio tinerfeño contando el problema y haciendo unas recomendaciones. 

“En principio iba a sacar fotos de uno o dos árboles, pero a medida que iba mirándolos veía que el siguiente también estaba mal y al final vi que se extendía por toda la ciudad”, explica. Aunque reconoce que no son problemas apreciables a simple vista, considera “preocupante” el hecho de que se pueda ver a través de una rama. Eso demuestra que tiene un “serio problema de integridad estructural” que, al cabo del tiempo, por carga estática de la rama o por algún fenómeno meteorológico adverso, podría caer al suelo. 

Con una muestra de 699 árboles del total de la ciudad, se percató que casi un 40% de los analizados, es decir, 277, presentan daños, algunos de ellos muy graves. En su estudio lo detalla: 13 requerirían de una atención “lo más rápida posible”, ya que suponen “un peligro inminente” para los viandantes; 54 precisan de atenciones para prevenir que lo sean en el futuro o para evitar que el ejemplar muera; 100 ejemplares tienen un grado de daños moderado y 110 leve. Para estos últimos, Doble Rivera piensa que “sería conveniente” que recibiesen medidas correctivas, aunque no resulte tan “apremiante”. 

Con todo tipo de detalles, el ingeniero indica en su catálogo cuáles son los ejemplares más afectados, tratándose fundamentalmente de los Ficus microcarpa, conocidos popularmente como Laureles de Indias. A su entender, esta especie ocupa “un lugar especial” ya que es un árbol que proporciona una sombra de gran tamaño gracias a su enorme copa. En la conocida Rambla de Santa Cruz, en el Parque García Sanabria o en la Avenida 25 de Julio se encuentran algunos de los más perjudicados. Además, durante su experiencia pudo observar que en zonas como la Plaza del Príncipe la mayoría de esta especie de árboles presentan ataques de hongos y daños graves que requieren de atención. La misma situación se da en la Plaza Pedro Schwartz o en la Plaza Weyler. Si bien es cierto, aclara, que “las observaciones de daños se limitan a ejemplares de mayor envergadura -en zonas muy concretas de la ciudad- dejando de lado los jóvenes”. 

Poda inadecuada, tormentas o malos tratamientos

Aunque sostiene que los orígenes de los problemas de cada árbol hay que estudiarlos caso a caso, afirma que entre las causas más habituales se encuentran la poda inadecuada; las tormentas, en algunos son capaces de romper ramas y hace que el árbol acabe perjudicado; los tratamientos incorrectos o, incluso, se puede deber a la senescencia natural del árbol. Algunos tienen un ciclo de vida útil limitado en el que se incluye crecimiento, madurez, envejecimiento y muerte. “Lo que vi cuando hice el análisis es que no es un punto o un momento, es algo que ya viene de muchos años atrás”, insiste.

En relación a las labores preventivas explica que de darse podredumbres asociadas a ataques de hongos, la mejor opción -en la mayoría de los casos- es dar el árbol por perdido y eliminarlo para evitar que afecte a otros ejemplares. En otras situaciones es necesario que cuando se lleven a cabo labores de corte o poda se apliquen en las heridas tratamientos antifúngicos, de esta forma se evita la entrada de microorganismos. Asimismo, destaca la importancia de que durante estas labores se desinfecten regularmente los instrumentos usados. “Es posible que muchos de ellos, con los síntomas que están manifestando, acaben muriendo. Si se toman medidas preventivas se podrían recuperar y alargar su vida útil”.

Alexander Doble insiste en que las roturas y caídas de árboles son “extremadamente difíciles de predecir” debido a que pueden conservar intacta su estructura externa a pesar de su estado interior. El ingeniero resalta el hecho de que los árboles pueden ser sustituidos fácilmente por otros en caso de que mueran. No obstante, razona que sustituir ejemplares de gran envergadura por jóvenes se traduce en una pérdida de cubierta vegetal, así como un gasto en estos recursos. “Cuidar de los árboles en el presente es la mejor garantía de que en tiempos venideros habrá espacios cómodos para los peatones y que se podrá contribuir a reducir los efectos del aumento de las temperaturas en las ciudades por el cambio climático”. 

Doble reitera la importancia de plantar el mayor número de ejemplares en espacios donde sea posible y se ajuste a las normas urbanísticas, ya que estos pueden contribuir a mitigar los efectos del cambio climático. Estas consecuencias son “ineludibles” y en las zonas urbanas, debido al fenómeno “isla de calor”, se ven exacerbados. Por ello, considera que es necesario “preparar y adaptar” los entornos urbanos a los efectos del calentamiento global. “Cuanto mayor sea la cubierta vegetal de Santa Cruz de Tenerife, mayor será el grado de comodidad para sus habitantes”.

De vuelta a su Tenerife natal por un corto periodo de tiempo -aprovechando las vacaciones por la celebración del nuevo año chino- Alexander Doble sigue a la espera de una respuesta del Consistorio capitalino. Su objetivo es que, al menos, los responsables municipales sean conscientes de los daños que se podrían ocasionar por este grave problema. Este periódico planteó la cuestión al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, pero nadie ha remitido aún una respuesta.

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