Los canarios de hace un siglo eran los hombres más altos de España gracias al clima
Los hombres canarios de comienzos del siglo XX, con sus 165 centímetros de estatura media, eran los más altos de toda España gracias al “bienestar biológico” que impulsó el clima suave y benigno del Archipiélago, un factor más importante incluso que los atrasos económicos y educativos de la época y las altas tasas de emigración a Cuba y Venezuela.
A esa conclusión ha llegado el investigador del Departamento de Historia e Instituciones Económicas la Universidad de La Laguna Cándido Román Cervantes, junto a dos compañeros de la Universidad de Murcia, en el estudio Entre los más altos de España. El estado nutricional en las Canarias occidentales: cohortes masculinas de 1860-1915 publicado por la revista Nutrición Hospitalaria.
En una entrevista con Efe, este profesor de Economía destaca que “la clave” de esta ventaja física insular en este periodo, mucho menos ostensible hoy en día por el desarrollo del resto de España, residía en la influencia del medio ambiente sobre la estatura, pues “un clima favorable, de temperaturas estables” propicia una “buena” calidad de vida.
Román señala que sus colegas y él trabajaron con una muestra de 15.645 jóvenes (situaron la media en 20 años) de los municipios de La Orotava, Santa Cruz de Tenerife y Santa Cruz de La Palma, cuyos tallajes (165 centímetros de media) se equiparaban al de las zonas más desarrolladas de España, como Cataluña y el País Vasco.
Sus resultados evidencian que no solo se trataba de hombres altos, sino también “fuertes”, porque además de la altura, les medían el pecho o la espalda, y sus índices de masa corporal reflejaban un buen estado físico, puntero en todo el país.
Estas medidas corporales fueron recopiladas en las actas de clasificación y declaración de soldados (ACDS) entre 1880 y 1936, fuentes documentales “muy ricas” que informan, además de los alistamientos militares o el tallaje, de la ocupación del hombre, su lugar de residencia o el nivel educativo del nuevo recluta.
Así pues, el clima “sin inviernos severos que cortasen las cosechas”, según Román, permitía “diversificar” la dieta porque dejaba crecer durante todo el año a las frutas y a los productos hortofrutícolas, como lechugas, tomates y papayas, que se sumaban al pescado.
“No se puede tener una talla alta y un nivel de desarrollo alto si solo te alimentas de pan. En Castilla, por ejemplo, eran muy bajos debido a la pobreza de nutrientes y a una dieta basada fundamentalmente en cereales y carne”, añade el director de la cátedra de Economía Social y Comunitaria de la ULL.
Además, el clima canario facilitaba otros factores “clave” para entender el buen estado físico de la juventud canaria de aquella época, como la cura más rápida de los enfermos, a los que se sumaba el espacio reducido, la proximidad de las costas o la ausencia de epidemias “graves” por la fractura territorial.
El trabajo defiende que la estatura adulta es un reflejo del impacto de la genética o la salud en los individuos, y que tiene una correlación positiva con la renta, la distribución de la riqueza, el desarrollo cognitivo y la nutrición.
“La desigualdad consiste en eso: los que saben leer, escribir y tienen una profesión vinculada a la universidad son más altos, y los que no saben leer ni escribir, los obreros, son los más bajitos”, puntualiza Román.
Así pues, la paradoja estriba en que este trabajo sugiera literalmente de que los canarios “disfrutaron” de unos patrones de bienestar biológicos y de salud “similares al patrón europeo más desarrollado” de la época, pese a ser una región pobre en “términos económicos” y en “logros educacionales”.
Cándido Román apostilla además que en 1860, año de partida de la muestra, Canarias experimentaba unos flujos migratorios “muy grandes e importantes” hacia Venezuela y, especialmente, hacia Cuba y que el estudio solo tuvo en cuenta a los jóvenes que se quedaron y que llegaron a alistarse al Ejército.
“Normalmente, las personas que emigran son las más fuertes, los más altos. Si hubiéramos podido medir a los que se marcharon con 18 o 20 años, probablemente estos datos, en Canarias, serían mucho más elevados”, remarca.
Román apuesta, asimismo, a que un estudio de las mismas características durante la misma época a las mujeres canarias “casi con toda seguridad” reflejaría que eran “más altas” que el resto de españolas.
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