Condenado por inducir a niñas a la prostitución sadomasoquista en Gran Canaria
La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha condenado a 12 años de cárcel a un hombre acusado de inducir a niñas a la prostitución sadomasoquista en su vivienda en Arucas y en un “negocio” que regentaba en Las Palmas de Gran Canaria.
La Sala condena a Antonio Moreno López como autor criminalmente responsable de cuatro delitos de corrupción de menores, a las penas, por cada uno de ellos de tres años de prisión (con el límite máximo de cumplimiento de nueve años de prisión), y multa de veinte meses con una cuota diaria de seis euros, según la sentencia dada a conocer hoy por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC).
Igualmente, le prohíbe aproximarse a cuatro víctimas, a su domicilio y en su caso a su lugar de trabajo, así como comunicarse con las mismas por cualquier medio directa o indirectamente, durante el tiempo de la condena.
Indemnización de 5.000 euros a cada una
Además, Moreno López indemnizará a las cuatro afectadas en la cantidad de 5.000 euros a cada una, según la resolución, contra la que cabe recurso de casación ante este juzgado en el plazo de cinco días.
La Sala considera hechos probados que durante el año 2005 el acusado, de 54 años de edad, “con la finalidad de satisfacer sus deseos sexuales”, conoció a las que entonces eran menores de edad, una niña que tenía entonces 13 años de edad, y otra chica, que tenía 15 años, a quienes propuso mantener relaciones sexuales de tipo sadomasoquista con él a cambio de dinero.
Dada la diferencia de edad y la necesidad de las menores que carecían de medios económicos, ya que la joven de 15 años había abandonado recientemente el domicilio familiar, consiguió convencerlas. Así pues, al menos en cuatro ocasiones trasladó a las niñas a su domicilio en Arucas, al norte de Gran Canaria, y mantuvo una relación sexual con las dos y una amiga mayor de edad.
Una de las niñas obtuvo por cada una de estas relaciones entre 200 y 300 euros, sin que se haya podido determinar la cantidad exacta de dinero que recibió la otra.
Tras esto, el acusado no volvió a verlas durante años, ya que las menores no querían repetir la relación sexual mantenida con el acusado, si bien éste mantuvo el contacto con una de ellas y le ofreció dinero para que le consiguiera otras chicas que tuvieran relaciones con él, cogiendo el dinero ella sin que le presentase a nadie.
Igualmente, se declara probado que en agosto de 2008 el acusado volvió a llamarla porque había montado un “negocio” en la capital grancanaria, en el que ofrecía a clientes relaciones sexuales sadomasoquistas para las que contaba con varias chicas no identificadas y que se habían marchado, por lo que “tenía necesidad de nuevas chicas para continuar con el negocio”.
Agrega que el procesado, para evitar los problemas que había tenido con las anteriores, las buscaba entre familias desestructuradas y con problemas económicos, ya que pensaba que de esta forma “trabajarían por menos dinero y la necesidad les haría no abandonarle”.
Esta vez le dijo a la chica que había montado un negocio de páginas web y le ofreció trabajar para él, por lo que ella, que seguía estando en mala situación económica, aceptó. Al mismo tiempo, le reiteró que le consiguiese chicas e incluso en una ocasión le dio 50 euros para tenerla de su lado.
El 4 de septiembre de 2008, el acusado se desplazó hasta una zona de la capital grancanaria donde sabía que solía ir esta chica y su novia, que entonces tenía 17 años, quienes en este momento estaban con otras dos amigas de 16 años.
Aspirantes a modelo
Una vez allí les enseñó una carpeta con fotografías de prácticas sexuales sadomasoquistas y les dijo que podían ganar hasta 1.000 euros si trabajaban para él manteniendo ese tipo de relaciones. Igualmente, les propuso hacerles un book e incluirlas en una página web que tenía como tapadera de su negocio, en la que “aparecían como aspirantes a actriz o modelo, prometiéndoles incluso llevarlas a diferentes medios de comunicación para darlas a conocer”.
Como consecuencia de las promesas realizadas por el acusado, las tres amigas de la chica que conocía desde 2004 accedieron a mantener relaciones sexuales con los clientes que él les fuera llevando a un piso en la capital grancanaria, al que llamaba “la oficina”.
Para ello las anunció en un periódico en diversas ocasiones y las incluyó en otra página web que había configurado, en las que explicaba los servicios que ofrecían.
Moreno López, además, llamaba por teléfono a los conocidos que tenía y les ofrecía a las tres menores para tener relaciones sexuales sadomasoquistas.
Su representante
Para darle una “apariencia de legalidad” al negocio y mantener la confianza de las menores, el acusado firmó con todas ellas un “contrato de representación”, para el cual tuvo a su disposición el documento nacional de identidad de las mismas, por lo que “supo en todo momento la edad que tenían”.
Además de las fotografías que inicialmente les enseñó, el acusado en la oficina les mostró vídeos y les explicó cómo debían hacerlo manteniendo él personalmente y en varias ocasiones, presuntamente “con la finalidad de satisfacer sus deseos sexuales”, relaciones sadomasoquistas con tres de las cuatro chicas. No se ha podido determinar cuantas veces mantuvo el acusado contactos con las menores.
El acusado, cada vez que conseguía un cliente para las menores, las iba a recoger a las proximidades de su domicilio y luego las volvía a dejar allí, a fin de “asegurarse de su presencia, llegando incluso en una ocasión a advertirles que las mataría y luego se mataría él si la dejaban”.
Universitarias
Las menores durante las sesiones realizaron las actividades descritas en el anuncio. No consta que los clientes tuviesen conocimiento de la edad de las chicas, ya que el procesado las ofertaba como mayores de edad y universitarias.
Al finalizar la semana se repartían el dinero ganado con las prácticas sexuales entre las cuatro chicas y el acusado, obteniendo las tres primeras por cada relación 50 euros cada una, anotando en diversas libretas que les proporcionó el acusado, en las que se anotaban los servicios prestados por cada una, sin que una de ellas prestara servicio alguno.