Así controla Salvamento Marítimo la superficie marítima de Canarias, la más grande de todas las que vigila el Estado

Simulación de rescate con helicóptero desde el remolcador Miguel de Cervantes.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

Eran las 19.00 horas y el capitán se ponía a los mandos para conducir al remolcador Miguel de Cervantes fuera del Puerto de la Luz y de Las Palmas. Ese día tocaba salir de la rutina diaria con una maniobra nocturna. La tripulación, formada por 12 personas, se preparaba para que un helicóptero pudiera realizar la simulación de un rescate.

Juan Ajeitos es de Vigo y lleva 12 años en Salvamento Marítimo. La solapa de su camiseta muestra su rango: cinco rayas o, lo que es lo mismo, capitán. Lleva al mando del Miguel de Cervantes un año y medio. Junto a su tripulación, permanece un mes en el remolcador, atracado en el puerto capitalino. Otra tripulación toma el relevo durante los otros seis meses del año. El trabajo diario que realizan en la provincia de Las Palmas se basa en el mantenimiento “de todos los equipos y los sistemas relacionados con la seguridad, con el salvamento, con el remolque y con la lucha contra la contaminación”, además de las maniobras, que suelen producirse una vez por semana.

Y, por supuesto, estar listo para una emergencia si así lo reclaman desde el Centro de Control y Coordinación de Las Palmas, ubicado en la cuarta planta del edificio de la Autoridad Portuaria. Allí, Roberto Basterreche es el máximo responsable, puesto que ocupa desde 2010. Y cuenta con un equipo de 21 personas que trabajan tres días, en turnos de mañana, tarde y noche, descansando otros tres. “Aquí siempre hay entre dos o tres controladores de guardia”, explica. Junto al centro de control de la provincia occidental, coordinan un millón de kilómetros cuadrados de superficie marítima (dos terceras partes de toda la zona que vigila el Estado) para actuar en emergencias en la mar, la lucha contra la contaminación y el control del tráfico marítimo.

Para ello, cuentan con 13 embarcaciones, dos helicópteros y un avión. En concreto: diez buques Salvamar, de entre 15 y 21 metros de eslora, cuya principal función consiste en realizar operaciones de respuesta rápida. Una Guardamar, de 32 metros, que se destina a la búsqueda y el rescate, pero no tiene una base fija; y dos remolcadores, el Miguel de Cervantes y el Punta Salinas, para remolcar a grandes buques o intervenir en grandes siniestros. Aunque los medios aéreos son propiedad de Salvamento Marítimo, los gestionan una empresa contratista externa, que en este caso es la multinacional británica Babcock Mission Critical Servicies España SAU, cuyo personal estuvo a punto de convocar una huelga ante la previsión de recortes.

El resto del personal sí pertenece a Salvamento Marítimo, pero no tiene carácter funcionarial. Al ser un ente público empresarial dependiente del Ministerio de Fomento, el acceso a Salvamento Marítimo se realiza mediante unas pruebas, previa publicación de las condiciones o requisitos que deben reunir los aspirantes, si bien no son oposiciones. Una vez entran, pasan a ser personal laboral de la administración. A la hora de actuar ante una emergencia, desde el Centro de Control informan a capitanía y “movilizan los medios apropiados para solucionar la emergencia”, explica Basterreche, quien deja claro que la dirección de la misma la lleva en todo momento el capitán marítimo.

Ajeitos recuerda la mayor emergencia en la que participó. Ocurrió en agosto de 2018, cuando un buque de Naviera Armas, el Volcán de Teneguía, que hacía la ruta Cádiz-Canarias, había sufrido un incendio en la máquina y quedó a la deriva a 80 millas al noroeste de Gran Canaria. “La tripulación del Armas no corría peligro pero estaba a la deriva sin máquinas y sin energía. Llegamos a donde estaba el barco siniestrado, lo enganchamos y lo trajimos a puerto. Esa operación duró 27 horas porque nosotros tardamos 8 horas en recorrer 80 millas a máxima velocidad. Y remolcando ponemos una velocidad de seguridad que es de 5 nudos”.

Aunque la inmigración es competencia de la Guardia Civil, en cuanto al control de fronteras, Salvamento Marítimo actúa “siempre ante embarcaciones precarias y sobrecargadas. Si viene un mercante con personas migrantes, no actuamos. Pero viene una patera de seis metros con 27 personas, es competencia nuestra, desde el punto de vista que se considera que esa embarcación está en peligro”, cuenta Basterreche. Dependiendo de la operativa, Salvamento Marítimo y la Guardia Civil pueden coordinarse para traer la embarcación a puerto.

En el Centro de Control y Coordinación, la labor rutinaria consiste básicamente en el seguimiento del tráfico: “Todos los buques que transiten y que lleven hidrocarburos están obligados a reportarse a este centro o al de Tenerife. Y los barcos que transitan y no van a puerto, están obligados a usar el dispositivo de separación de tráfico”.

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